sábado, 7 de junio de 2008

Mi Primer Trabajo...

Antes de ver las cosas, es mejor no imaginarlas,
puede que nos demos de bruces al descubrir que fueron una mera ilusión.

Tenía pocos días de haber llegado a Barcelona y poco conocía de ella y sus lugares…
Bajé corriendo las escaleras de la estación de San Antonio, para subirme al primer metro de mi vida, el que me llevaría a mi futuro, maravilloso e incierto trabajo. Lo vi acercarse, era un tren de color blanco, me gustó desde el primer instante, y al ver que se pasaba, le hice señas con la mano como parando a un taxi. Recuerdo como si fuese hoy que todo el mundo me miró de forma extraña, ya que el tren no se pasaría, debía parar en la estación por regla. Al darme cuenta de mi comportamiento tan desafortunado, pedí en ese instante que me tragara la tierra.
Después de varias estaciones, llegué a la parada en la que tenía que bajarme. No fue difícil encontrar la dirección, seguí una calle muy larga con muchos almacenes (en mi país los barrios no tienen tantos comercios) y numeración fácil de seguir, doblé una esquina, tres edificios y allí estaba, si, mi primer trabajo en España me esperaba con las manos abiertas. Era un local como de 3 metros de ancho por 4 de fondo, una cristalera de frente y una puerta corredera subida, en el interior había un escritorio de madera oscura y una silla cutre de metal. Al lado de la silla había varios carritos llenos de papel, mucho papel publicitario y varias cajas con más papel. La chica que me atendió no era nada agradable, su rostro parecía reflejaba una amargura eterna, su mirada inquisidora y la forma de hablar era muy despectiva, me dijo: Bueno, será que tienes papeles – le contesté que no – bueno yo te los haré, pero eso si, tienes que demostrarme que vales para el trabajo – yo estaba dispuesto a todo, había venido a triunfar y esa era la oportunidad que esperaba, que una persona de alma buena me ayudara y allí estaba ella, con cara de diablo y alma de ángel frente a mi. El trabajo consiste en repartir publicidad en el lugar que os envíe, pero tienes que ir muy rápido, mientras más rápido mejor, mañana empiezas a las 7 de la mañana aquí, te esperarán los demás chicos y saldrán hacía Blanes, cuando terminen, irán a Mataró, luego a Badalona y por último a San Adrían Del Besos y el Clot. Ellos tienen las direcciones de las calles en las que tienen que repartir la publicidad. Es algo muy sencillo – terminó diciendo – ah, y tráeme copia del pasaporte para enviarle los papeles a mi gestora, es para que pronto seas un trabajador legal. (Que buena es, dije en mi interior)
A las 7 menos cuarto estaba yo frente a la puerta de la empresa, sin saber cuantas horas trabajaría, ni cuanto era el tiempo para el almuerzo y para la comida y menos cuanto iba a cobrar cada mes. Encontré a tres chicos dentro de un coche de color negro que me llamaron y me preguntaron si era el nuevo trabajador, les respondí que si y nos presentamos informalmente. Quise saber sobre lo que íbamos a hacer en realidad y me contestaron que ya me enteraría. Salimos rumbo a Blanes, que ni me imaginaba por donde quedaba. Me enteré por el tiempo que tardamos en llegar que estaba más lejos de lo que me pensé. Llegamos y a cada uno nos tocó agarrar como 3.000 papeles publicitarios, cuya propaganda era de viajes para personas mayores y de regalo para quienes decidieran ir, tendrían patas de jamón y otras cosas. Me pareció interesante, pero eso sólo fue hasta que había repartido como mil papeles y mi lote de papel no se acababa. Yo tenía ya el estomago pegado al espinazo del hambre y no veía la hora en que mi compañero me dijera que era la hora de desayunar, almorzar o de lo que fuera. Estábamos en primavera (pero no las primaveras de estos años-en aquellos tiempos hacía más frío que en los inviernos de ahora), tenía los dedos congelados y los pies dormidos por el frío. Al fin mi compañero Xaby, se digno y me hizo seña, mis ojos notaron como por alucinación el mensaje y me aproximé al frente donde él se encontraba, pues él hacía la cera de al frente y yo la otra. Entramos a un bar donde compramos algo de comida, yo llevaba mil pesetas (6 euros, que alcanzaban para más cosas que 12 euros ahora) y sólo sentí al sentarme las nalgas, pues mis piernas y manos ya no existían, y el cuerpo menos, ya que mi estomago lo estaba destrozando desde hacía más o menos 3 horas. El llevaba menos papel que yo, y en esos tiempos no comprendí cómo lo hacía (con los meses lo descubrí) pero era muy rápido al deshacerse de la publicidad. Los otros dos compañeros estaban por otras calles y al terminar habíamos quedado con encontrarnos en el lugar donde habíamos dejado el coche, (si fuese por mi, jamás hubiésemos vuelto a Barcelona, porque todas las calles par mi eran iguales)
Comimos en el bar y seguimos, yo continuaba por inercia, pero seguí, no iba a dejar que la oportunidad de obtener mis papeles y ser legal en España se me esfumara de una forma cobarde.
Nos encontramos sobre las 2 de la tarde todos y partimos a los otros lugares, mis compañeros reían y gozaban contando cosas, yo no le veía la gracia a nada de lo que decían, me dolía hasta la sombra y mi pensamiento positivo fue fulminado por los dolores en los píes, manos, piernas y todo, pues no había parte del cuerpo que no me doliera.
Llegué a casa a las 11:45 de la noche, y tenía que estar nuevamente a las 7 de la mañana en el mismo lugar donde había empezado el día anterior. Cerré los ojos y sonó la alarma, no lo podía creer, juró que ese día no dormí, me levanté más cansado que antes de acostarme, fue una de mis peores noches.
Era mi segundo día de trabajo, que fue idéntico al tercero y cuarto y quinto y…así 6 meses, sólo que cambiaban los pueblos y barrios. Con el tiempo evolucionamos un poco y ya viajábamos hasta Francia, no sé como pasamos la frontera, pero lo hicimos varias veces. Recuerdo que fue cuando por primera vez los pirineos, las vacas con campanitas en el cuello y Pastores de ovejas, entonces recordé a Heidi y Pedro, cruzamos túneles larguísimos y conocimos lugares hermosos, pero ya para esos tiempos yo estaba muy decepcionado por ese trabajo, había perdido la ilusión de los primeros días, no había cobrado ningún mes, siempre había una excusa para no pagarme y al final ella me decía que la gestora le había comunicado que ya mis papeles estaban para salir, y eso era lo que me retenía, sólo la ilusión de poder andar libre por las calles, sin estar escondiéndome de las autoridades me hizo seguir en ese trabajo tan deplorable e inhumano. La vampira se burló de mi, de mi buena fe y de mis ganas de trabajar y superarme, quizás fui demasiado incauto y por eso se aprovechó. Un día cualquiera no soporté más su abuso y dejé el trabajo, mis amigos quedaron cobrando cada dos o tres meses lo de cuatro meses atrás y sin embargo no quisieron dejarlo por más que les dije que jamás les pagaría. Perdí en ese trabajo mucho tiempo, pero gané un amigo, Alex y yo seguimos siendo muy buenos amigos, luego él me daría la razón, dejó el dizque trabajo y ahora ambos hemos superado los malos ratos de aquellos tiempos, su coche realizó más de 500 mil kilómetros de recorrido, y el no cobró nada por eso. A veces me duelen los píes y sé que es de aquellos días de peregrino, pues recorrí más calles que loco nuevo y aún me quedan las secuelas. Nunca me pagó (soñé tantas veces con lo que compraría con mi primer sueldo), pero ya no me importa, si saco la cuenta, tampoco me falta. He pasado por su empresa por casualidad y está cerrada, alguien me dijo que la demandaron muchos trabajadores y no le alcanzó el dinero para pagarles, la seguridad social le impuso grandes sanciones, lo mismo que hacienda, tuvo que vender su casa y algo más, no me alegro, pero no me importan las personas a las que tampoco le importan las demás personas. Soy feliz y conozco hoy más lugares gracias a ese trabajo…y por muy malo que haya sido en su momento, reconozco que no deja de ser mi primer trabajo…aunque otros sostengan que en realidad fue mi gran explotación.

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