sábado, 14 de agosto de 2021

CUANDO MIS AÑOS SE HAGAN LARGOS


Cuando mis años de juventud se hagan viejos, no sé si podré recordarte como ahora, porque los días se nos van como las nubes y se nos eclipsan las miradas en la aurora.
Por eso trataré de enmarcar en mis miradas tu rostro y tu nombre estamparlo en mis pupilas, para cuando la vejez toque mi puerta, no dudar que en mi vida fuiste real.
Cuando todo este furor se haya marchado, desearé escuchar las líneas que hablan de ti, y tal vez en el ocaso de mis años, añoraré el tiempo que nos dijo adiós.
Con los años las miradas se hacen tenues y los ojos apaciguan su esplendor y solo quedarán conatos de recuerdos en la memoria de nuestros años tiernos, cuando el amor bailaba en nuestras vidas.
Cuando todo eso haya pasado, ojalá te encuentres a mi lado todavía, para que me cuentes como era nuestro ayer, y quizás vuelvan a sonar tus sonrisas como truenos con su eco en nuestra esquina, embriagadas del aroma de tu piel.
Tomarás mis manos entre tus manos y ya sin poder recordarte por el peso de mi edad senil, me volverás a contar una y otra vez aquella historia de nuestro amor, de cuando nos conocimos y entonces te volveré a sonreír como un niño.
Confirmarás al mirarme fijamente a los ojos, con las huellas del tiempo marcando con sus surcos mi piel, que siempre carecieron de maldad mis acciones, porque a nuestro amor le sobraba ingenuidad.
Cuando mis años se hagan largos, ya será muy corto nuestro tiempo; pero aún así, recordarás con el último suspiro de mi vida que jamás te mentí, y que tú si fuiste en realidad el único y gran amor de mi vida.

miércoles, 11 de agosto de 2021

LA VIDA SE OLVIDÓ DE NUESTRO AYER

No era fácil encontrarnos después de tantos años. La vi a lo lejos y si me hubieran dicho que era ella jamás lo hubiera imaginado. Más de veinte años separaban nuestro adiós y muchas lágrimas habían inundado sus ojos que habían quedado secos y no me lo contó nadie, lo supe cuando la vi de cerca, con su mirada árida en sus ojos de luna.

La conocí en Paris y nunca la olvidé, porque dicen que el amor jamás se olvida, y tal vez sea cierto, pero lo que no dicen es que deja una huella honda en el alma cuando se va, que no se borra jamás y sientes que te va cortando por dentro como el filo de una espada.

Ahora allí de frente los dos por casualidad o quizás no, estábamos impávidos casi tres décadas después. Me miré reflejado en sus ojos grandes y mi cabello como mi rostro tampoco eran los mismos, porque el tiempo no perdona y también se había llevado lo mejor de mis años tiernos. Me vi en una escalera de caracol con su cintura entre mis brazos y sus manos frías. El corazón le latía de prisa como cuando nos hicimos aquella promesa que se nos fue de las manos.

Allí de frente los dos no sabíamos que hacer, porque actuar de forma natural como lo hacíamos antes ya no era posible, porque ya no era antes y muchos veranos habían marcado nuestra piel. Nos vimos sin darnos cuenta en una cafetería tomándonos un café, sin gustarnos el café. Es algo así como tener que hacer algo para no dejar pasar el momento, ese momento que dejamos pasar durante tantos años y sabes que es la última vez que podrás tratar de explicar quizás cosas inexplicables. Cosas que no las entendería nadie y son verdad.

Me contó que se había casado sin amor, pero era feliz a su manera, porque un hombre bueno había llegado a su vida y luego vinieron los hijos y la vida después de mi había sido buena con ella. Que se acostumbró a vivir así y luego cada quien se acomoda a la vida que escoge. Me dijo que la vida se olvidó de nuestro ayer y con el transcurso del tiempo nosotros mismos nos fuimos dejando arrastrar como las olas de nosotros mismos, que dejamos escapar la oportunidad que tuvimos de amarnos tal como lo prometimos y se nos caducó el amor. Me perdí en sus miradas como lo hacía siempre y su aroma era el mismo que me arrancó la vida misma.

¿De pronto escuché una voz muy fuerte llamándome, - me escuchas, que te pasa?, no ves que debemos pagar, que se nos hace tarde -. ¿Era mi novia Sofía, quien estaba sentada a mi frente con mis manos entre sus manos, y me decía, - estás como ido, en qué piensas mi amor? Le respondí, en nada importante, me distraje, solo eso, pagamos y nos marchamos.

Mientras nos marchábamos eché la vista atrás, y en la otra mesa estaba ella, mirándome fijamente como siempre, y ya sin lágrimas en los ojos me hizo un gesto como como cuando estábamos juntos y se fue desvaneciendo poco a poco de mi vida.

EL ÚLTIMO Y GRAN CAPITULO DE NUESTRAS VIDAS...

 

"El futuro es impredecible", es una frase hecha del derecho y una gran verdad. De piernas largas y sonrisa frágil fue tu amor en nuestro tiempo corto e impredecible como lo que tanto anhelamos y jamás pasó.

Encontrarnos de frente, nuevamente en la vida con nuestro pasado no es fácil, es como encontrarte en mis noches despierto y soñándote. Un espejo nos llama y nos seduce. Una vela se funde entre tus dedos. Nos pesan los recuerdos mientras nos quema el pasado.
Después de la ausencia de tu voz y tantas lunas llenas sin nosotros, la costumbre se hace amiga y nos arropa. Después nos dejamos arrastrar como un péndulo. En la caída todo es más rápido y se apaga el alma.
No es fácil comprender las realidades o los espejismos cuando la soledad nos invade y entran las dudas. No es fácil tener sin tener, besar sin besar y amar sin amar...esperar cansa, agota. Tus ojos mojados los soñé muchas veces.
Anclado a tu amor quedé en un vaivén hace tantos años, que sin darme cuenta y por tanta lejanía fui olvidando poco a poco el sabor de tus besos. Tus pechos de diosa silvestre fueron mis regazos, pero un frío más intenso que los polos nos congeló. El tiempo no hace amigos, solo la lealtad.
A lo mejor mañana, cuando surquen las aves distancias más largas que las nuestras y tus suspiros se hagan más míos, tal vez tus ojos de ónix me acerquen de nuevo el néctar de tus labios y me hagan degustar la humedad de tu amor, sin volver a llorar.
Cuerpo de roca, hombros y caderas anchas, encumbradas en praderas. Vientre de grandes cabalgatas insaciables con su valle de fuego. Mujer de oro y marfil. De jazmín y almendras. La vida es un segundo y en ese segundo aprendimos a amarnos y ya jamás volvimos a ser los mismos.
El lienzo de tus cabellos embellece tu cuerpo sediento de pasiones antiguas. Tan nuestras como las que nos arrebató el tiempo . El tiempo que corre y se burla de todos, porque todos estamos en sus manos. Tentaciones profanas de ese ayer mezquino vuelven a renacer. Tú y yo somos otros y somos los mismos...
El Olimpo eres tú, afrodita de mi vida y tantas cosas ya idas. Tal vez aquel tiempo se pasó y este es otro muy distinto al que era nuestro y tanto añoramos, y ahora esto se convierte en una nueva y efímera oportunidad de escribir el último y gran capítulo de nuestras vidas...

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