miércoles, 30 de enero de 2013

Te Volvería a Amar si Pudiera...

Te volvería a amar si pudiera
no para degustar de nuevo tus labios de caramelo
ni para perderme en tus ojos café
como la última noche en que todas las estrellas
alumbraron tu rostro y mi alma...

Tampoco para respirar el aroma de tu aliento febril...

Te volvería a amar si pudiera
no para sentir los latidos de tu corazón agitado
sobre el mío
ni para explorar tu cuerpo de atlas en nuestra alcoba

Te volvería a amar si pudiera
para hablar de lo que nunca hablamos
y sentir lo que no sentimos en aquellos días
para verte como jamás te vi
y acariciar tu cabello con mis dedos entre la aurora...

Te volvería a amar si pudiera
no para juzgar tus comportamientos nuevamente
ni para quererte sin errores
sino para aceptarte con las imperfecciones de nuestra vida
y ser verdaderamente feliz entre tus brazos...

Para reencontrar tus labios sedientos y el néctar de tus besos...

Te volvería a amar si pudiera
para que hoy todo fuera diferente entre los dos
y aún existieras en todos los recodos de mi vida

Te volvería a amar si pudiera
para ser el hombre que siempre deseaste y jamás fui...
para decirte que jamás amé a nadie como ayer te amé
y que la vida no es perfecta ni justa muchas veces
pero aún así nos entrega instantes inolvidables...

Te volvería a amar si pudiera
pero bien sabes que para mi no es fácil amarte así...

miércoles, 23 de enero de 2013

Una Mañana de Esas...


Era una mañana de esas en que la imagen de ella se clavó en mis ojos para siempre, yo trataba de disimular, reteniendo con mucho esfuerzo las lágrimas que querían salir corriendo por las praderas de mis mejillas.

Observaba las casas que estaban detrás de ella a lo lejos, y perdían sus colores poco a poco como sus ojos el brillo que antes le resaltaba. ¿No se puede querer a dos personas de la misma forma? me preguntaba. Y que era eso que yo estaba sintiendo en mi pecho que retumbaba como un tambor. ¿Lo sentiría ella de la misma forma?

Helen se levantó dejando su taza llena. Cogió su bolso con su mano izquierda y lanzando una sórdida mirada se marchó sin despedirse. No era la primera vez que perdía un amor sin saber por qué. La quise de tantas formas que ya había olvidado cuantas veces la amé. Sin embargo ella parecía ahora no haber sentido lo que siempre juró sentir. Sobre la mesa dejó su servilleta marcada con sus besos y sus frases escritas diciendo "Te Amo"...

El tiempo pasa, y los amores también, le decía su padre. Un padre lleno de amores como el colibrí del néctar de las flores. Un padre sin estudios, pero con la carrera de la vida bien aprendida en cosas de amores. – no importa, le repetía constantemente, ya vendrá otra mejor, y con más tetas, no vez que cada día las tienen más grandes, ¿que será lo que comen?- con su tono vulgar. Y continuaba diciendo con más de dos cervezas encima - eso seguro te pasa por no hacerle lo que ella quería-.

Un escondite oscuro no siempre es un refugio clandestino, donde olvidarse de las penas, si son más que las cosas buenas que has vivido. Yacía arrinconado en nuestro escondite, pero ella no llegaba, ni llegaría, ya era tarde para muchas cosas. Allí acurrucado como lagartija no dejé de pensar en la última vez que estuvimos juntos. Fue tan dura, que su semblante se mimetizó, y con pasos agigantados se perdió como una sombra larga en mi mar de dudas.

Treinta y seis meses antes la había visto por primera en otra ciudad y bajo circunstancias distintas. Su olor impregnado en mi olfato me acompañó desde aquella noche en que las estrellas parecían rociar con su brillo sus cabellos que parecían resortes. Precisamente Estrella era su nombre, y nos fundimos más de una vez en el fuego de mil pasiones.

Al tocar sus muslos cálidos, a ella se le encendieron los cachetes y aceleró el corazón. La empujé sobre una tabla tirada en el suelo mientras le bajaba las bragas como podía, y metía mis dedos entre su raja húmeda, separándole las piernas sin la menor resistencia. Aquél día saboree su amor más ardiente y apasionado. Nos entregamos como locos, como lo quisimos desde el primer día que nos vimos. Pero de eso ya hacía años.

Una lánguida silueta se veía a lo lejos, caminando descalza sobre el adoquín de aquellas calles angostas y frías. Quedé mudo con un nudo en la garganta, y no dije nada, mientras observé como se acercaba. Estrella me miró y siguió como si no me hubiera visto. Nos dijimos tantas cosas en segundos, fueron los instantes más largos de mi vida, pero no pronunciamos palabra alguna. Pasamos el uno cerca del otro sin inmutarnos, mientras sabíamos lo que perdíamos. Éramos como dos trenes que se alejaban en distintas direcciones.

Bailando como aquella noche, me hubiera pasado toda la vida a su lado. Pero no había tiempo para tanto, esto no era una historia de cuentos de hadas. Se iba y punto. El reloj iba corriendo hacía atrás, y mi corazón sentía esa cuenta regresiva. Bailó conmigo, no sé como hice para deshacerme de Sandra, y Yelena, pero lo hice, solo para estar con ella. Llevaba una minifalda morada y un escote en su blusa que hacía ver más de la cuenta sus pechos pronunciados. Aún llevó marcada la cicatriz de sus uñas clavadas en mi pecho una vez que me encontró hablando de forma indiscreta con Yelena, y que para contentarla quise robarle un beso. De un zarpazo me arrancó el primero botón de mi camisa y una línea broto de mi pecho herido de dos maneras. Me dolió más la cicatriz que jamás he podido curar con su adiós, que la que quedó en mi pecho.

Recuerdo a tres mujeres distintas, y con sabores distintos en la misma época. Estrella, Helen y Stephanía. Todas fueron incomparables para mí. Con sus sabores y olores distintos, cada una me dejó marcada una huella de sentimientos puros e imborrables. Y también se llevó una parte de mí.

Estrella con su piel como el color de la canela, y unos jardines colgando de su cabellera. Era preciosa, de hombros y caderas anchas. Callada y sumisa, pero cuando reventaba era un volcán enardecido. No como Helen, a la cual jamás se le podía creer nada. Era creída y dueña de su entorno en todas partes se creía la reina de la fiesta. Algunos amigos aún me dicen que fue mi gran equivocación, que jamás me quiso, pero yo sé que si. En cambio Stephanía con su dulzura era el complemento que yo necesitaba, con sus piernas largas de atleta y madurez me enloquecía. Era inteligente y audaz, guiada por una iniciativa que le impedía rendirse ante cualquier obstáculo, y más si iba en contra de lo que ella estaba deseando. Fue una lástima que lo nuestro durara tan poco como los colores del arco iris.

Todos sabemos que el pasado es inmutable, más no el amor. Dudamos muchas veces de tantas cosas, sin embargo allí seguimos sin hacer nada. “Vivir con la incertidumbre siempre es posible mientras no haya que tomar decisiones”, decía el profesor Esteve, y era así. En la encrucijada las cosas se ven más grises, y la respiración se acelera. La cuenta regresiva nos pone contra la pared. No hay vuelta de hoja.

Estrella era del lugar de donde quise ser yo. Del lugar de las estrellas, porque así brillaban sus ojos. “Permanecemos unidos a nuestra tierra hasta que morimos”, cosa que ley una vez, que es un sentimiento inagotable que nos llama constantemente y del cual jamás nos desprendemos. Yo quería permanecer pegado por siempre a ella, a sus labios carnosos de sabor a canela. Pero seguro no estábamos predestinados para amarnos.

Sus piernas se amarraban a las mías como enredaderas. Y al respirar su aliento nos convertíamos en uno solo. Su vientre fue el valle donde quise plantar mis ilusiones.

Los rayos de luz entraban por los calados de aquella pieza. Las sabanas sudadas de una noche de pasión, yacían mitad en el suelo y mitad en la cama. Estrella dejaba ver su figura esbelta medio cubierta por una almohada, mientras su trasero afrodisíaco se asomaba a los ojos de aquella noche. Yo la miraba en silencio mientras recordaba su cuerpo cargado de juventud. No olvidaba ninguno de sus gemidos que aún quemaban la alcoba. Sus cabellos de sortijas embellecían su espalda como racimos de uvas. Fue mía una sola vez, pero con esa bastó para no olvidarla.

Como todo el mundo que ama, yo sufría a solas mis penumbras. Nadie te puede consolar más que tu mismo me dijo Fran. Llegarás hasta donde quieras con este dolor. O te resignas o te marchitas, solo existen dos opciones. Tú decides cual camino seguir, el que aumente tus decepciones o el que te brinde la oportunidad de volver a ser feliz.

Estrella abría sus piernas dejando el camino libre mientras se retorcía por la calentura de mi lengua que se meneaba dentro de ella aumentando su excitación. Tenía los senos más perfectos que había visto, y la embestía salvajemente, mientras la tomaba por la cintura haciendo uso de mi pasión juvenil, y aquellas ganas acumuladas que me sobraban entonces.

El destino hizo que se cruzaran nuestras vidas en aquel tiempo, pero ella nunca volvió a mí.

Italia era distinta a muchas de las ciudades que había visitado en mi tiempo de mochilero, pero también cargaba su magia. Allá conocí a Soledad Salas, de tono cálido y sensual. Con un orgullo que pocos podrán saborear. No era mujer fácil. Me dolió mentirle, y jamás me lo perdonó aunque siguió conmigo no sé por qué. Algo por mi debía sentir más fuerte de lo que decía, que soportó tantas cosas, y hasta insinuó que nos casáramos a escondidas. Es más, que simuláramos nuestro matrimonio, cosa que jamás consentí.

Ella trabajaba en un restaurante por las mañanas y en las tardes daba clases de ingles a domicilio, a niños de familias ricas. Una noche cualquiera se volvió como loca, me reprochó todo lo que le vino en gana, al parecer se le subieron unas cuantas copas a la cabeza y jamás volví a saber de ella. Casi se tira por la ventanilla del taxi donde la llevaba a su casa. Esa noche al bajar del hotel en que nos encontrábamos, dentro del ascensor se subió la blusa y me dijo que le besara los senos, se desabrochó el sujetador y mientras íbamos parando el ascensor entre planta y planta, nos sorprendió el vigilante de seguridad casi cuando nos disponíamos a hacer otra de nuestras locuras. Nos echó como perros y ella salió enfurecida conmigo, como si yo fuera el culpable de todo. Juro que ese día ella fue irreconocible, era otra, y desde ese día comenzó lo nuestro a ir en declive.

Aquí estamos, en Francia, donde prometí que te regalaría nuestro anillo de compromiso, ¿a que es precioso ver todos esos puentes desde esta altura? Le pregunté a María del Mar. Aquí lo tienes. Me puse de rodillas y quedó perpleja, le puse el anillo que le había prometido un 28 de noviembre. Ella no lo podía creer. En ese momento me desperté, era otro sueño recurrente con ella. Una y otra vez me ocurría. Quizás me había obsesionado con María del Mar. Ella tan joven, yo la doblaba en edad, pero me decía que no le importaba. Era hija de un profesor que tuve en la universidad. Con sus hoyuelos en las mejillas me hipnotizó. Su cuerpo de princesa se retorcía en mis brazos una y otra vez diciéndome que me amaba y que yo nunca la amaría como ella a mí. Creo que se equivocó. El sudor de sus senos de almendra, recorría mi pecho mientras hacíamos el amor, me gustaba esa sensación, ver las góticas cálidas de sudor de nuestras tardes a escondidas era lo que me gustaba más de nuestra relación antagónica. Creo que me hubiera quedado sembrado a su cintura para siempre si no fuera porque tantas cosas nos lo prohibían.

A veces me preguntó donde andará con sus frases de oradora, y sus historias de películas. No puedo negar que me enamoré de ella locamente en los primeros días, aún sabiendo que lo nuestro era una locura y que así como había empezado terminaría. No dijo más mentiras porque no la dejé, me alejé, o mejor, nos alejamos entre la espesura de lo que se nos estaba viniendo encima. Andábamos sin horarios y descontrolados. La buscaba a todas horas y me cansé de seguir su juego, aunque hubo un tiempo en que seguí su juego, quizás porque también me gustaba jugar.

Desaparecimos el uno del otro, no sé si por orgullo, por desidia o por no dar el brazo a torcer primero en  busca del otro. A lo mejor los dos salimos ganando, o perdiendo, hoy no lo sé, sólo el tiempo lo dirá.

Yo no había visto los castillos, dijo ella. Pues ya los viste, y hasta los has tocado le respondí. Has entrado en algunos y respirado su historia. Yo cuando era pequeño creía que no existían le dije, pero ahora sé que existen. No son como las pirámides, y no sé si tienen más historias, pero me gusta tocarlos y saber quienes vivieron en ellos. No esperé más de ella aquella noche entre esos muros gigantescos, y esas camas que aún olían a madera, que lo que ella misma quiso darme. No fue sumisa, ni concebí que lo fuera. A veces pienso que todos llegamos hasta donde queremos llegar, no hay líneas que impidan que volemos tan alto. Lo duro es cuando nos sorprende la caída.

Al día siguiente nos volvimos a ver. Estaba fresca, con sus ojos grandes alumbrándome la vida como farolas. No es fácil olvidar a una mujer así. Yo le arrebaté parte de su inocencia con mi fuego y mi sudor. Ella me entregó algunos de sus mejores días. Después de aquella tarde nos perdimos para siempre.

Al cabo de cuatro meses recibí una carta de Maryam, diciéndome que  Helen había fallecido. El corazón se para con noticias así, y viví en segundos miles de instantes ya idos, pero no respiré, ni me moví, quedé como una estatua. Después de aquel día contaron mis amigos que mi rostro se tornó con un blanco espeso y se me opacó la mirada. Esos ojos brillantes y alegres que siempre tuve, dejaron de vivir se decían todos, y una inmensa soledad me invadió por más de dos años. A ella le había negado el beso que me pidió de despedida por andar empecinado con mi nuevo amor de fin de año. Con el tiempo las cosas se ven mejor, y quisiera que no se hubiera llevado aquel mal recuerdo que nos alejó. En el parque recuerdo que después de sus partidos de voleibol me acostaba sobre sus piernas en una banca, mientras acariciaba mi cabello con sus dedos de forma sutil. No se ama en un día ni se deja de amar en otro. Aquellas noches fueron especiales, aún me pregunto que nos pasó. Fuimos felices a nuestra manera en aquellos días, donde nos faltaban temas para seguir hablando sin parar, a la luz de la luna y las estrellas. A veces me la imagino en el cielo explicándome ¿Qué nos pasó? La vida muchas veces no nos da segundas oportunidades, y a ella se la llevaron los ángeles cuando a penas florecía su juventud.

Aquella tarde me quedé esperando su llamada, nada desespera más que la espera, y el saber que no te llamarán. Siempre supe que la perdería así. No tengo la culpa de amar de esta forma como lo hago, y menos como lo hice con ella. América es parte del mundo, y Europa es otra parte del mismo mundo, pero no son iguales, así como nosotros, agua y aceite. Teníamos formas muy distintas de ver las cosas, y aunque ella decía que yo era su vida, algo me decía que no era así. A veces creemos lo que queremos creer a medias, y la otra mitad de la mentira la escondemos, o desvirtuamos la realidad para seguir soñando. Hay quienes prefieren vivir soñando, así es mejor para alejarse de la realidad, esa realidad que muchas veces me amargó la vida.

Había ocurrido, y yo estaba allí para presenciar lo que no quería. Para que nadie me lo contara. Es mejor así, que duela de una vez todo lo que tiene que doler, para qué querer cambiar las cosas, que no van  a cambiar. Es mejor dejarse llevar que luchar contra lo que no puede ser. La verdad suele doler solo una vez, la mentira duele siempre, y no se escapa de los recuerdos, retorna como el sol en las mañanas.

Me quedó mirando a mí alrededor, y todo giraba en torno a ella. Aún así decidí continuar.

No era bonita Helen, pero si guardaba en su mirada ese algo extraño que hipnotiza a cualquiera que la ve de la forma como yo la contemplé, y su bien definido trasero era la locura de quien osaba mirarla. Helen fue infiel como no lo ha sido ninguna de las chicas que tuve. Rompió el corazón a más de uno con sus ojos rasgados, y sus besos de acero taladraban corazones a doquier, pero nadie la vio llorar por amor. Dicen que alguna vez se enamoró, pero su corazón se estancó en ese tiempo sin regreso, y juró jamás volver a hacerlo. Sus besos de hielo no fueron de hielo para mi, y su fuego me quemó por dentro en las entrañas. Se instaló dentro de mí, pero al marcharse se llevó mis más profundas ganas de amar.

Mi lengua en su cuello era como un collar ardiendo, y la hacía sentir corrientes en otras partes me decía, a la vez que aquella fuerte presión en el pecho que la hacía de nuevo sentirse viva, como cuando fue joven en mis brazos y se me entregó por primera vez. Ya no somos los de antes, ambos lo sabemos, ni podemos cambiar la historia de nuestras vidas, la tierra no gira al revés y el reloj marca ya muchas horas.

No te das cuenta del silencio hasta que lo sufres en carne propia. Eran las palabras que yo había escuchado en innumerables ocasiones de mi padre, y ahora entendía lo que antes de alguna forma me resultaba incomprensible en ese tiempo.

Este lugar no me gusta hoy, pero es el lugar donde la conocí, y departí con ella momentos increíbles. Aún siento su olor en cada rincón. Le dejé una rosa roja en su casa, como la que le di el día que la conquisté. Y vi volar una mariposa a mi alrededor que me dejó su aroma. Prometió tantas cosas que no cumplió, por eso no me gustan las promesas. Quien mucho promete, poco cumple, me lo dicen los años vividos, aún así sé que no todos somos iguales y a lo mejor alguna vez quiera cumplir sus promesas.

Hoy sé que es más dura la sensación de estar a la deriva, que estar solo, porque además de estar solo, estás deambulando entre la nada y no te encuentras. Hoy me encontré todos estos bellos recuerdos en mi memoria y decidí escribirlos, por si con los años la memoria me falla, al leerlos sepa qué fue lo que en realidad sucedió.

Único Ramo...

No es tan fácil perder el amor...
perder el amor...de esta manera...
Te fuiste de mi...de mi corazón...

Y la vida continua siendo algo
de una fácil y sencilla explicación...
Un sendero que parece cuesta abajo
has caído y has perdido ahora mi amor...

No me busques tanto...no te quiero ver...
porque despreciaste todito mi ser...

Y ahora...que no estoy...tú me buscas
y no me hallarás...

No me busques tanto...no te quiero ver...
porque despreciaste todito mi ser...


Sólo por querer ser "único ramo"
perdiste el placer...perdiste mi mano...
y al saber que ya todo sería en vano
perdiste el amor de tu corazón...


Y ahora...que no estoy...tú me buscas
y no me hallarás...

No me busques tanto...no te quiero ver...
porque despreciaste todito mi ser...

Unos que se van...otros van llegando
es cuestión de ser "si pides...vas dando".

No me busques tanto...no te quiero ver...
porque despreciaste todito mi ser...

Y ahora...que no estoy...tú me buscas
y no me hallarás...
No me busques tanto...no te quiero ver...
porque despreciaste todito mi ser...


Compositores: Cristian de Sorroche / Saulo Ospino Pereira (Enero 12 de 2013)

lunes, 21 de enero de 2013

Aprendí a Quererte y a Olvidarte...

Aprendí a quererte y olvidarte…
A entender que eras buena y mala también
Y entendí que no dabas valor a tu ser
Ni a tus risas, tu tiempo ni tu juventud
Que tus besos a veces me quemaban la piel
Y otras veces a tu cuerpo le faltaba calor…

Y déjame contarte y déjame decirte
Sobre las cosas buenas que perdiste
Sobre los besos que nunca sentiste
…jugabas…siempre al amor…

Comprendí al conocerte que no bastan palabras
Si hay un vacío en el alma que jamás llenarás
Te sobran las falacias…vas llena de mentiras
De tanto repetirlas tú misma las creerás…

Es más fácil mi vida sin ti…
Sin tus mentiras de amor…sin tus cariacias de invierno
Es más fácil marchar que seguir...cuando ya no hay donde ir
porque tu amor no era eterno...

Y al despedirme tengo que decirte...también...
Que no hay rencor en mi alma para ti
Te seguirás ahogando en tus mentiras de hiel
…mientras…yo seguiré feliz…

miércoles, 16 de enero de 2013

Yo No Compro Amores...


Volaste tan alto…volaste…
volaste tan alto y sin rumbo
que te imaginaste que el cielo
para ti no tenía medidas…

Y ahora…
que en tu corazón hay dolor
has quedado sola y perdida
y a quien le fingiste tu amor
te dice “hasta nunca querida”.

Yo no compro amores
porque...ellos no se venden…
el amor es libre
como...los rayos del sol…
yo no ruego besos
porque...ellos son tan libres                             
como las miradas
que...yo te daba ayer…

Yo no vuelvo a quererte mujer
ya tuviste mis mejores besos
quédate solita con tu herida
Que…no te vuelvo a ver…

Jugaste a quererme…jugaste…
Jugaste radiante en tu mundo
que tal vez juraste y pensaste
que siempre llevaría tu herida…

Y ahora…
que en mi corazón no estás tú
has quedado sola y perdida
el tiempo roba la juventud
se convierte en el juez de la vida.

Yo no compro amores
porque...ellos no se venden…
el amor es libre
como...los rayos del sol…
yo no ruego besos
porque...ellos son tan libres                             
como las miradas
que...yo te daba ayer…

Yo no vuelvo a quererte mujer
ya tuviste mis mejores besos
como tú no sabes lo que es eso
Yo…no te vuelvo a ver…

El Camino Para Transmitir Un Sentimiento...


El camino para transmitir un sentimiento bien pleno está en la sinceridad. La sinceridad solo es reciproca si la entregas, no esperes más porque nada es gratis, y todo se paga de alguna manera aunque parezca mentira, La mentira juega en nuestra contra y se multiplica con el paso de los días, va creciendo como un castillo de naipes hasta caer sobre nosotros mismos.

Nosotros mismos nos cerramos los caminos que se nos abren en busca de la felicidad. La felicidad no es eterna, es la suma de esos fragmentos que nos van generando poco a poco satisfacción en la vida. La vida es esa oportunidad que nos da Dios para dejar huellas de nuestro paso por el mundo.

El mundo es lo que nosotros vamos construyendo  o destruyendo a nuestro alrededor con esas acciones u omisiones que generan nuestra imagen. Nuestra imagen debe ser intachable ante la sociedad, y aun sabiendo que la perfección es inhumana, debemos buscar esa excelencia que nos haga mirar de frente a las personas. Las personas merecen respeto ante todo, el mismo que queremos nosotros, ese respeto nos lo ganamos con nuestro proceder.

Nuestro proceder va marcando nuestro sendero y nuestro futuro, del cual vendrán los frutos que nos llenarán de tristezas o alegrías. Alegrías son las que he vivido de mil maneras distintas en la vida sin deberle una sonrisa a nadie, porque trato de ser transparente en cada instante y dar lo mejor de mí con mis acciones, dejando en ellos los mejores recuerdos.

Recuerdos son los que llevo en mi memoria de los gestos, sonrisas, o miradas de quienes siempre irán en mí porque marcaron mi historia de emotivos o bellos momentos. Momentos son los que hacen de cada tiempo algo especial, de cada canción un recuerdo, de cada aroma una nostalgia.

Nostalgia es la que hace que nos olvidemos que la vida es bella y que hay más cosas buenas que malas, y de nada vale recordar lo que nos hace daño y no podemos cambiar, que quienes nos traicionan se pierden la oportunidad de encontrar el verdadero sentido de la vida en los brazos un amor. Un amor es lo que nos hace renacer cuando creemos que todo está acabado, y nos llena la vida de colores distintos, y en cada amanecer nos cambia el mundo transformando nuestra realidad.

Nuestra realidad depende de lo que queramos con todas nuestras fuerzas, sin divagar en sueños ni en esas cosas imposibles de mantener en el tiempo. El tiempo es el que nos hace sabios o incautos con los años, el que nos transforma el carácter por las experiencias vividas, el que nos hace ver las cosas distintas y nos baja de las nubes muchas veces, el que nos muestra que la prudencia y la soberbia van por caminos distintos.

Caminos distintos son los que nos alejan de quienes no nos merecen, y nos dan la oportunidad de ver que hay seres especiales que nos esperan con sus labios dispuestos a hablarnos sin mentiras, porque entienden que el camino para transmitir un sentimiento bien pleno está en la sinceridad.

domingo, 13 de enero de 2013

Tu Figura de Guitarra..



Cuando siento que mi vida en el camino se va desafinando lentamente, recuerdo tu esfinge, “tu figura de guitarra” entre mis manos, y poco a poco mi vida va retomando sentido.

Tu silueta me empuja a seguir sin miedo tus pasos y multiplica la ganas de seguir el sendero por donde ahora no estás, pero es solo el deseo de concebirte aquí en mi pecho una vez más, y entre mis suspiros comprendas la fuerza de mi amor.

Sé que un día no muy lejano volveremos a ser dos niños nuevamente, a sentir el néctar del amor entre los labios, y a degustar de nuestros cuerpos en la noche.

Aquella tarde contigo llego el amor que yo esperaba. Con tus besos me arrancaste la vida misma, me amarraste a tu cintura, me trajiste la alegría, y allí en tu cuerpo de sirena se quedaron mis más profundas ganas de seguir amando.

Cuando siento que mi vida en el camino se va desafinando lentamente, recuerdo tu esfinge, “tu figura de guitarra” entre mis manos, y poco a poco mi vida va retomando sentido.



Como si Nada en el Camino...


Nuevamente te desapareces como si nada en el camino. ¿Qué quieres que haga, qué quieres que diga, qué quieres que piense?

Me limito a creer que por alguna razón lógica te marchas de mi lado.

Es contagioso eso de ir y venir, de estar y no estar como si nada…quizás mañana me acostumbre también a hacerlo, para saber que se siente al jugar en un mundo que crees tuyo, pero no lo es.

El sabor de la nostalgia lo siento con tu ausencia. El sabor de tu ausencia se transforma en mi nostalgia.

En vano quiero amarrarte a mis sueños, traerte a mi vida, a mi realidad, pero no entiendes nada, para cuando lo hagas será tarde para muchas cosas. Y estaré más lejos de lo que nunca he estado.

Vivir es la ocasión que tenemos para sacarle provecho a esta oportunidad que Dios nos da y  a otros no. Para alcanzar cosas que algunos no pueden y nosotros sí, para tratar de ser felices sin truncarnos los caminos nosotros mismos.

Para ver lo que otros no ven, y gozar de esos ojos y labios que nos esperan radiantes como el sol de tardes veraniegas.

Anoche pensé nuevamente en ti más de la cuenta. Te busqué en los rincones de mi alma, pero no te vi. Te escondes de esa forma tan absurda en que lo hacen quienes no tienen la más mínima idea de amar.

Amar se aprende amando, no viendo, ni creyendo saber hacerlo sin hacerlo. Sólo se entrega lo que es de uno, nadie da lo que no tiene, a lo mejor no tienes ese amor que tanto me profesas y por eso hoy no te encuentro ahora en mi mundo.

Vislumbrar caminos donde estabas tú era mi vida. Hoy me tropiezo en noches sin luz, y sé que poco a poco te voy perdiendo como me vas perdiendo en tu destino.

Amar no es fácil. ¿Quién lo dijo? No hay manuales de instrucción que nos lo expliquen, se aprende en el camino y nada más. Yo tampoco lo sé, pero lo intento.

Regresaré mañana al lugar donde te vi por primera vez y trataré  de recordar tus besos, lanzaré una sonrisa al aire, y con nostalgia fingiré que te escribo una canción de despedida.

Hoy al acostarme pediré a los cielos para que esto mañana no sea cierto.

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