miércoles, 9 de junio de 2021

DESNUDANDO MI ALMA…

 Hoy me confesaré y desnudaré mi alma ante tu amor…contaré nuestra historia desde mis recuerdos

No necesito tus besos para que me quemen tus recuerdos y arda mi corazón. Tan solo tu nombre tiene el calor del fuego y su literalidad evita que la llama de lo nuestro fenezca y se desvanezca el brillo de mis ojos por ti.

Los años fueron insuficientes para apagar lo nuestro y otros amores por más que quisimos o quisieron, no llegaron siquiera a ser amores ante lo nuestro, quedaron siendo solo conatos de amores, intentos fallidos. Por más que quisimos engañarnos, todo claudicó…

            ¿cómo se engaña a un corazón enamorado?

                                              ¿Dímelo tú que también lo intentaste y no pudiste?

     ¿será que el corazón desaloja a los amores intrusos hasta hacerlos emigrar?

He soñado tantos sueños contigo y no concebí un solo día en que despertara y tú no estuvieras presente en mi memoria…

Te he amado de tantas formas distintas entre las soledades de mi vida, Sirena de mis mares, no sabes cuanta falta me has hecho…pero casi todas las veces te he amado en silencio, sin el eco de tu voz, sin tus risas de truenos...

Con los labios cosidos me quedé por años y años por temor a encontrarme con tu desidia frente a frente y entonces decidí en un puño, encoger mi corazón y traté de echar a un lado tus recuerdos, pero no pude y fue más crudo el dolor de tu ausencia que tratar que llegara tu imposible olvido.

Me descubrí tantas veces buscándote en medio de la multitud, buscaba tu silueta de estatua impávida callando como siempre tantas cosas, aumentando con tu silencio tu temor en mí.

Todo esto sucedió después de nuestra triste despedida aquel mes sin nombre ni año, que marcó mi alma para siempre.

 

TÚ...NIÑA DE MIS AMORES...

 

(confesiones) III

 

A donde vas sin mí...

sin aquellos sueños locos que eran de los dos

los mismos

que nos movieron por años.

Una fragancia no es solo eso

es más que un recuerdo

si se empapan tus pupilas de lágrimas

cuando no estoy

 

Las imágenes que no se desvanecen

solo son de amor o de dolor

quien diga lo contrario no ha sentido ni vivido...

¿cuestionas lo que digo?

...pruebalo entonces

¿y dime que se siente?

Todo eso me pregunto

cuando no estás...

 

Mañana es un día importante

- eso me dices -

yo respondo: - como todos los vividos -

No, me dices - más importante aún...

En un día como ese me enamoré más de ti

y tu silueta me persigue

como tus latidos

y soy feliz...y sin darme cuenta

aprendí a amarte

 

Ayer perdí tantas cosas irrecuperables

y sufrí...porque la ausencia duele

pienso

y es verdad

como duelen los recuerdos.

Los amigos también son muy pocos

en la vida

como los valores

y a los pocos que tengo

les perdono tantas cosas...

 

Tú, niña de mis amores

con tus cabellos ensortijados me amarraste a tu cintura

y tus caderas me ataron envolvieron tus tenazas.

De ojos grandes

como el sol son tus besos

y de carmín tus labios.

Mañana será otro día

aferrado a tu aliento

que fabrica pasiones.

 

Lánguida es la noche que cree separarnos

no sabe que muy dentro de ti y de mí

hay un pacto

de cómplices

que no prescribe con la aurora.

Dentro de mí estás tú

acumulando todo cuanto vivimos

para ser más fuerte cada día

como las miradas que se escapan entre nosotros...

 

 

CUANDO NOS SOBRABAN LOS SUEÑOS...

 (Confesiones II)

De mi libro "Caminando con mi sombra, entre sombras he vivido"

Un recuerdo, una esfinge, mil sonrisas, dos esferas grandes mirándome donde antes habitabas llena de ingenuidad y un brillo en los ojos distinto al de hoy. Imágenes que llegan de tan lejos a preguntar por un nombre igual al tuyo. Sí, porque es el tuyo...A ese que llevas igual al ayer...

Fue un tiempo distinto, porque los años no perdonan y esas huellas que tanto anhelo no habían desaparecido de mis ojos, ni las cascadas de tus cabellos que morían en tus hombros como racimos, se habían consumido aun de mis recuerdos.

Dónde está hoy esa hermosa mujer que me marcó la vida y sé que habita aun dormida en lo más profundo de tu ser. Por qué un sofisma se confabula contra nosotros y quiere ahora arrebatarnos lo que nos queda por vivir, la esencia de quienes fuimos y no sé si al final logren cortar nuestras raíces...

Reflexionar es bueno, para crecer, para no perder el norte de aquello que tanto anhelábamos en nuestro hermoso reencuentro y así cuando consigamos casi todo eso que se quedó rezagado en nuestras vidas, contemplemos con alegría el fruto de nuestro amor imperecedero en nuestros ojos.

No sé cómo hacer para no desviarnos de esto tan complejo que nos aleja de nuestros sueños y nuestro propio ser...aunque también sé que no se necesitan artilugios para impresionara esa persona que se enamoró de tu sencillez en un tiempo en el que lo único que tenías era eso para impresionar, porque nos sobraban los bolsillos vacíos de dinero y repletos de sueños.

Tal vez al reencontrarnos con esa persona distinta a la que dejamos en nuestro camino, no sea tan distinta y los que hayamos cambiado seamos nosotros y ella se encuentre entonces con alguien muy distinto al que quiere ver...

Cuando la ingenuidad y la inocencia no se había consumido en nuestros cuerpos, volaban las pasiones de nuestros corazones y mis ansias hacia tus pechos me elevaban a otros horizontes donde no he vuelto a volar, entonces recuerdo como eran mis días dorados contigo, sí, mis hermosos y días ya idos.

Pero otro día es hoy y fue ayer un día distinto a ese pasado que aun me quema aunque no parezca, porque me negó lo mejor de tus sonrisas y de tus besos...

Es bueno recordar lo queríamos recordar y ser cuando nos sobraban los sueños y carecíamos de tantas cosas que creíamos que eran importantes, pero en realidad no lo eran...

Hoy sé que en algún lugar del mundo siempre habrá alguien que nos espera con la  ilusión de un niño, como cuando espera a esa persona que le hace brillar los ojos y arranca sus mejores sonrisas, pero también sé que no es fácil vivir de sueños y que algunos sueños por más que tratemos y luchemos por conseguirlos, aún así no logran cumplirse...

 

 

ESE AMOR DEL QUE HABLO ES ELLA, EL ÚNICO Y GRAN AMOR DE MI VIDA...


 

Las lágrimas nunca apagan el dolor que quema y se queda encendido en el alma, hay que sacarlo...

 

Caminamos muchas veces por calles muy largas donde transita el olvido y sin embargo no olvidamos si a quien amamos no nos acompaña.

 

Ni frases de madrugada, ni lunas que duermen con nosotros nos abrigan, si nos faltan los suspiros que nos dan vida

 

Esa mirada que te marca a lo lejos, hace el mismo daño que las llamadas que esperas y no llegan

 

Un niño huérfano puede ser un gladiador en potencia o una frágil hoja divagando entre el viento, como cuando penamos sin el amor de nuestras vidas

 

Las calles polvorientas son sinónimo de una mujer caminando con fatiga de él, buscando un refugio donde mitigar su silencio

 

Dios somos todos cuando actuamos bien y no nos pesa la conciencia por nuestro cobarde pasado

 

El silencio son lágrimas preguntándonos qué nos pasó y por qué callamos tanto y nos mordimos los labios...

 

Una silueta es ese nombre que taladra tanto y regresa en las noches a agitar el corazón

No todos somos de todos, pero algunos de forma misteriosa sin ser objetos, no dejamos de pertenecer a esa misma persona

 

Ese amor del que hablo, es el mismo que danzó en las calles de mi juventud y tatuó en mis labios su fuego. Cubrió mis ojos con su imagen y se clavó en mi vida para siempre.

 

No decidimos dejar ir, ni sentir los tambores dentro de nuestro pecho, pero si podemos decidir no dejar al margen al amor de nuestras vidas, ni aparcarlos en lejanía solos cuando son más frágiles, porque su compañía también nos ha hecho fuertes cuando más los necesitamos.

 

Un amor así es inagotable, con pasos agigantados y colinas en sus pechos, con besos suaves como el algodón, sutil como una tenue fragancia y fogosos como el ardor de las praderas que queman las entrañas y ponen a arder todo con solo un pensamiento...

 

Ese amor del que hablo, es ella...el único y gran amor de mi vida...

TODAS ELLAS TENÍAN UNA PARTE DE TI...

(Confesiones I)



De mi libro "Caminando con mi sombra, entre sombras he vivido"

Era una mañana de esas en que la imagen de ella se clavó en mis ojos para siempre, yo trataba de disimular, reteniendo con mucho esfuerzo las lágrimas que querían salir corriendo por os bordes de mis mejillas.

Observaba las casas que estaban detrás de ella a lo lejos, y perdían sus colores poco a poco como sus ojos el brillo que antes le resaltaba. ¿No se pueden querer dos personas de la misma forma? me preguntaba. Y que era eso que yo estaba sintiendo en mi pecho que retumbaba como un tambor. ¿Lo sentiría ella de la misma forma?

Helen se levantó dejando su taza casi llena. Cogió su bolso con su mano izquierda y lanzando una sórdida mirada se marchó sin despedirse. No era la primera vez que perdía un amor sin saber por qué. La quise de tantas formas que ya había olvidado cuantas veces la amé. Sin embargo ella parecía ahora no haber sentido lo que siempre juró sentir.

El tiempo pasa, y los amores también, me decía mi padre. Un padre lleno de amores como el colibrí del néctar de las flores. Un padre sin estudios, pero con la carrera de la vida bien aprendida en cosas de amores. – no importa, me repetía constantemente, ya vendrá otra mejor, y con más tetas, no vez que cada día las tienen más grandes, ¿qué será lo que comen?- con su tono vulgar. Y continuaba diciendo con más de dos cervezas encima - eso seguro te pasa por no hacerle ni tocado lo que ella quería-. Cosas que yo odiaba cuando hablaba así.

Un escondite oscuro no siempre es un refugio clandestino, donde olvidarse de las penas, si son más que las cosas buenas que has vivido. Yacía arrinconado en nuestro escondite, pero ella no llegaba, ni llegaría, ya era tarde para muchas cosas. Allí acurrucado como lagartija no dejé de pensar en la última vez que estuvimos juntos. Fue tan dura, que su semblante se mimetizó, y con pasos agigantados se perdió como una sombra larga en mi mar de dudas.

Treinta y seis meses antes la había visto por primera vez en otra ciudad y bajo circunstancias distintas. Su olor impregnado en mi olfato me acompañó desde aquella noche en que las estrellas parecían rociar con su brillo sus cabellos que parecían resortes. Precisamente Estrella era su nombre, y nos fundimos más de una vez en el fuego de mil pasiones.

Al tocar sus muslos cálidos, a ella se le encendieron los cachetes y aceleró el corazón. La empujé sobre una tabla tirada en el suelo mientras le bajaba todo como podía, y metía mis dedos entre sus humedades, mientras separaba sus piernas sin la menor resistencia. Aquél día saboree su amor más ardiente y apasionado. Nos entregamos como locos, como lo quisimos desde el primer día que nos vimos. Pero de eso ya hacía años.

Una lánguida silueta se veía a lo lejos, caminando descalza sobre el adoquín de aquellas calles angostas y frías. Quedé mudo con un nudo en la garganta, y no dije nada, mientras observé como se acercaba. Estrella me miró y siguió como si no me hubiera visto. Nos dijimos tantas cosas en segundos, fueron los instantes más largos de mi vida, pero no pronunciamos palabra alguna. Pasamos el uno cerca del otro sin inmutarnos, mientras sabíamos lo que perdíamos. Éramos como dos trenes que se alejaban en distintas direcciones.

Bailando como aquella noche, me hubiera pasado toda la vida a su lado. Pero no había tiempo para tanto, esto no era una historia de cuentos de hadas. Se iba y punto. El reloj iba corriendo hacía atrás, y mi corazón sentía esa cuenta regresiva. Bailó conmigo, no sé como hice para deshacerme de Sandra, y Yelena, pero lo hice, solo para estar con ella. Llevaba una minifalda morada y un escote en su blusa que hacía ver más de la cuenta sus pechos pronunciados. Aún llevó marcada la cicatriz de sus uñas clavadas en mi pecho una vez que me encontró hablando de forma indiscreta con Yelena, y que para contentarla quise robarle un beso. De un zarpaso me arrancó el primero botón de mi camisa y una línea broto de mi pecho herido de dos maneras. Me dolió más la cicatriz que jamás he podido curar con su adiós, que la que quedó en mi pecho.

Recuerdo a tres mujeres distintas, y con sabores distintos en la misma época. Estrella, Helen y Stephanía.

Todas fueron incomparables para mí. Con sus sabores y olores distintos, cada una me dejó marcada una huella de sentimientos puros e imborrables. Y también se llevó una parte de mí.

Estrella con su piel como el color de la canela, y unos jardines colgando de su cabellera. Era preciosa, de hombros y caderas anchas. Callada y sumisa, pero cuando reventaba era un volcán enardecido. No como Helen, a la cual jamás se le podía creer nada. Era creída y dueña de su entorno en todas partes se creía la reina de la fiesta. Algunos amigos aún me dicen que fue mi gran equivocación, que jamás me quiso, pero yo sé que si. En cambio Stephanía con su dulzura era el complemento que yo necesitaba, con sus piernas largas de atleta y madurez me enloquecía. Era inteligente y audaz, guiada por una iniciativa que le impedía rendirse ante cualquier obstáculo, y más si iba en contra de lo que ella estaba deseando. Fue una lástima que lo nuestro durara tan poco como los colores del arco iris.

Todos sabemos que el pasado es inmutable, más no el amor. Dudamos muchas veces de tantas cosas, sin embargo allí seguimos sin hacer nada. “Vivir con la incertidumbre siempre es posible mientras no haya que tomar decisiones”, decía el profesor Esteve, y era así. En la encrucijada las cosas se ven más grises, y la respiración se acelera. La cuenta regresiva nos pone contra la pared. No hay vuelta de hoja.

Estrella era del lugar de donde quise ser yo. Del lugar de las estrellas, porque así brillaban sus ojos. “Permanecemos unidos a nuestra tierra hasta que morimos”, cosa que ley una vez, que es un sentimiento inagotable que nos llama constantemente y del cual jamás nos desprendemos. Yo quería permanecer pegado por siempre a ella, a sus labios carnosos de sabor a canela. Pero seguro no estábamos predestinados para amarnos.

Sus piernas se amarraban a las mías como enredaderas. Y al respirar su aliento nos convertíamos en uno solo. Su vientre fue el valle donde quise plantar mis ilusiones.

Los rayos de luz entraban por los calados de aquella pieza. Las sabanas sudadas de una noche de pasión, yacían mitad en el suelo y mitad en la cama. Estrella dejaba ver su figura esbelta medio cubierta por una almohada, mientras su trasero afrodisíaco se asomaba a los ojos de aquella noche. Yo la miraba en silencio mientras recordaba su cuerpo cargado de juventud. No olvidaba ninguno de sus gemidos que aún quemaban la alcoba. Sus cabellos de sortijas embellecían su espalda como racimos de uvas. Fue mía una sola vez, pero con esa bastó para no olvidarla.

Como todo el mundo que ama, yo sufría a solas mis penumbras. Nadie te puede consolar más que tu mismo me dijo Fran. Llegarás hasta donde quieras con este dolor. O te resignas o te marchitas, solo existen dos opciones. Tú decides cual camino seguir, el que aumente tus decepciones o el que te brinde la oportunidad de volver a ser feliz.

Estrella abría sus piernas dejando el camino libre mientras se retorcía por el movimiento de mi lengua que se meneaba dentro de ella aumentando su excitación. Tenía los senos más perfectos que había visto, y la embestía salvajemente, mientras la tomaba por la cintura haciendo uso de mi pasión juvenil, y aquellas ganas acumuladas que me sobraban entonces.

El destino hizo que se cruzaran nuestras vidas en aquel tiempo, pero ella nunca volvió a mí.

Italia era distinta a muchas de las ciudades que había visitado en mi tiempo de mochilero, pero también cargaba su magia. Allá conocí a Soledad Salas, de tono cálido y sensual. Con un orgullo que pocos podrán saborear. No era mujer fácil. Me dolió mentirle, y jamás me lo perdonó aunque siguió conmigo no sé por qué. Algo por mi debía sentir más fuerte de lo que decía, que soportó tantas cosas, y hasta insinuó que nos casáramos a escondidas. Es más, que simuláramos nuestro matrimonio, cosa que jamás consentí.

Ella trabajaba en un restaurante por las mañanas y en las tardes daba clases de ingles a domicilio, a niños de familias ricas. Una noche cualquiera se volvió como loca, me reprochó todo lo que le vino en gana, al parecer se le subieron unas cuantas copas a la cabeza y jamás volví a saber de ella. Casi se tira por la ventanilla del taxi donde la llevaba a su casa. Esa noche al bajar del hotel en que nos encontrábamos, dentro del ascensor se subió la blusa y me dijo que le besara los senos, se desabrochó el sujetador y mientras íbamos parando el ascensor entre planta y planta, nos sorprendió el vigilante de seguridad casi cuando nos disponíamos a hacer otra de nuestras locuras. Nos echó como perros y ella salió enfurecida conmigo, como si yo fuera el culpable de todo. Juro que ese día ella fue irreconocible, era otra, y desde ese día comenzó lo nuestro a ir en declive.

Aquí estamos, en Francia, donde prometí que te regalaría nuestro anillo de compromiso, ¿a que es precioso ver todos esos puentes desde esta altura? Le pregunté a María del Mar. Aquí lo tienes. Me puse de rodillas y quedó perpleja, le puse el anillo que le había prometido un 28 de noviembre. Ella no lo podía creer. En ese momento me desperté, era otro sueño recurrente con ella. Una y otra vez me ocurría. Quizás me había obsesionado con María del Mar. Ella tan joven, yo la doblaba en edad, pero me decía que no le importaba. Era hija de un profesor que tuve en la universidad. Con sus hoyuelos en las mejillas me hipnotizó. Su cuerpo de princesa se retorcía en mis brazos una y otra vez diciéndome que me amaba y que yo nunca la amaría como ella a mí. Creo que se equivocó. El sudor de sus senos de almendra, recorría mi pecho mientras

hacíamos el amor, me gustaba esa sensación, ver las góticas cálidas de sudor de nuestras tardes a escondidas era lo que me gustaba más de nuestra relación antagónica. Creo que me hubiera quedado sembrado a su cintura para siempre si no fuera porque tantas cosas nos lo prohibían.

A veces me preguntó donde andará con sus frases de oradora, y sus historias de películas. No puedo negar que me enamoré de ella locamente en los primeros días, aún sabiendo que lo nuestro era una locura y que así como había empezado terminaría. No dijo más mentiras porque no la dejé, me alejé, o mejor, nos alejamos entre la espesura de lo que se nos estaba viniendo encima. Andábamos sin horarios y descontrolados. La buscaba a todas horas y me cansé de seguir su juego, aunque hubo un tiempo en que seguí su juego, quizás porque también me gustaba jugar.

Desaparecimos el uno del otro, no sé si por orgullo, por desidia o por no dar el brazo a torcer primero en busca del otro. A lo mejor los dos salimos ganando, o perdiendo, hoy no lo sé, sólo el tiempo lo dirá.

Yo no había visto los castillos, dijo ella. Pues ya los viste, y hasta los has tocado le respondí. Has entrado en algunos y respirado su historia. Yo cuando era pequeño creía que no existían le dije, pero ahora sé que existen. No son como las pirámides, y no sé si tienen más historias, pero me gusta tocarlos y saber quienes vivieron en ellos. No esperé más de ella aquella noche entre esos muros gigantescos, y esas camas que aún olían a madera, que lo que ella misma quiso darme. No fue sumisa, ni concebí que lo fuera. A veces pienso que todos llegamos hasta donde queremos llegar, no hay líneas que impidan que volemos tan alto. Lo duro es cuando nos sorprende la caída.

Al día siguiente nos volvimos a ver. Estaba fresca, con sus ojos grandes alumbrándome la vida como farolas. No es fácil olvidar a una mujer así. Yo le arrebaté parte de su inocencia con mi fuego y mi sudor. Ella me entregó algunos de sus mejores días. Después de aquella tarde nos perdimos para siempre.

Al cabo de cuatro meses recibí una carta de Maryam, diciéndome que Helen había fallecido. El corazón se para con noticias así, y viví en segundos miles de instantes ya idos, pero no respiré, ni me moví, quedé como una estatua. Después de aquel día contaron mis amigos que mi rostro se tornó con un blanco espeso y se me opacó la mirada. Esos ojos brillantes y alegres que siempre tuve, dejaron de vivir se decían todos, y una inmensa soledad me invadió por más de dos años. A ella le había negado el beso que me pidió de despedida por andar empecinado con mi nuevo amor de fin de año. Con el tiempo las cosas se ven mejor, y quisiera que no se hubiera llevado aquel mal recuerdo que nos alejó. En el parque recuerdo que después de sus partidos de voleibol me acostaba sobre sus piernas en una banca, mientras acariciaba mi cabello con sus dedos de forma sutil. No se ama en un día ni se deja de amar en otro. Aquellas noches fueron especiales, aún me pregunto que nos pasó. Fuimos felices a nuestra manera en aquellos días, donde nos faltaban temas para seguir hablando sin parar, a la luz de la luna y las estrellas. A veces me la imagino en el cielo explicándome ¿Qué nos pasó? La vida muchas veces no nos da segundas oportunidades, y a ella se la llevaron los ángeles cuando a penas florecía su juventud.

Aquella tarde me quedé esperando su llamada, nada desespera más que la espera, y el saber que no te llamarán. Siempre supe que la perdería así. No tengo la culpa de amar de esta forma como lo hago, y menos como lo hice con ella. América es parte del mundo, y Europa es otra parte del mismo mundo, pero no son iguales, así como nosotros, agua y aceite. Teníamos formas muy distintas de ver las cosas, y aunque ella decía que yo era su vida, algo me decía que no era así. A veces creemos lo que queremos creer a medias, y la otra mitad de la mentira la escondemos, o desvirtuamos la realidad para seguir soñando. Hay quienes prefieren vivir soñando, así es mejor para alejarse de la realidad, esa realidad que muchas veces me amargó la vida.

Había ocurrido, y yo estaba allí para presenciar lo que no quería. Para que nadie me lo contara. Es mejor así, que duela de una vez todo lo que tiene que doler, para qué querer cambiar las cosas, que no van a cambiar. Es mejor dejarse llevar que luchar contra lo que no puede ser. La verdad suele doler solo una vez, la mentira duele siempre, y no se escapa de los recuerdos, retorna como el sol en las mañanas.

Me quedó mirando a mí alrededor, y todo giraba en torno a ella. Aún así decidí continuar.

No era hermosa Helen, pero si guardaba en su mirada ese algo extraño que hipnotiza a cualquiera que la ve de la forma como yo la contemplé, y su bien definido trasero era la locura de quien osaba mirarla. Helen fue infiel como no lo ha sido ninguna de las chicas que tuve. Rompió el corazón a más de uno con sus ojos rasgados, y sus besos de acero taladraban corazones a doquier, pero nadie la vio llorar por amor. Dicen que alguna vez se enamoró, pero su corazón se estancó en ese tiempo sin regreso, y juró jamás volver a hacerlo. Sus besos de hielo no fueron de hielo para mi, y su fuego me quemó por dentro en las entrañas. Se instaló dentro de mí, pero al marcharse se llevó mis más profundas ganas de amar.

Mi besos en su cuello era como un collar ardiendo, y la hacía sentir corrientes en otras partes me decía, a la vez que aquella fuerte presión en el pecho que la hacía de nuevo sentirse viva, como cuando fue joven en mis brazos y se me entregó por primera vez. Ya no somos los de antes, ambos lo sabemos, ni podemos cambiar la historia de nuestras vidas, la tierra no gira al revés y el reloj marca ya muchas horas.

No te das cuenta del silencio hasta que lo sufres en carne propia. Eran las palabras que yo había escuchado en innumerables ocasiones de mi padre, y ahora entendía lo que antes de alguna forma me resultaba incomprensible en ese tiempo.

Este lugar no me gusta hoy, pero es el lugar donde la conocí, y departí con ella momentos increíbles. Aún siento su olor en cada rincón. Le dejé una rosa roja en su casa, como la que le di el día que la conquisté. Y vi volar una mariposa a mi alrededor que me dejó su aroma. Prometió tantas cosas que no cumplió, por eso no me gustan las promesas. Quien mucho promete, poco cumple, me lo dicen los años vividos, aún así sé que no todos somos iguales y a lo mejor alguna vez quiera cumplir sus promesas.

Hoy sé que es más dura la sensación de estar a la deriva, que estar solo, porque además de estar solo, estás deambulando entre la nada y no te encuentras. Hoy me encontré todos estos bellos recuerdos en mi memoria y decidí escribirlos, por si con los años la memoria me falla, al leerlos sepa que fue lo que en realidad sucedió.

Todas ellas tenían una parte de ti y lo sabes, pero sólo una parte, ya que ninguna de ellas eras tú...

lunes, 7 de junio de 2021

ALGUNAS COSAS QUE HABLAN DE TI...



De mi libro "En la estela de tus ojos". En etapa de publicación.
Hoy te recordé sirena de mis mares, en los inicios de nuestro amor, mientras nos balanceabamos al ritmo de la canción "la ventanita", ceñidos a nuestras cinturas como dos tizones. También te recordé vestida con tu falda de cuadritos y blusa blanca llegando todas las tardes a mi casa a las cinco, tan justa y precisa como un reloj.
Aquella tarde nadaste y nadaste y él nunca entendió como le sacaste más de cien metros de brazadas. Seguro muy tarde comprendió que competir con un pez es imposible. Desde ese día te convertiste en la sirena de mis mares.
Siempre te recuerdo por la simplicidad como llegaste a mi vida y como me amaste, como nos entregamos en aquellos genuinos años y tu gran sencillez, sin tratar de cambiar nada de mí, ni nada de ti para ser felices a nuestra manera, aun con la carencia de tantas cosas materiales.
Con la misma simplicidad que llegamos, con esa misma simplicidad nos fuimos...
Recuerdo que yo no sabía nadar, pero él me retó a competir y allí estabas tú para decirle, "tranquilo, si quieres competir, hazlo conmigo". Oriunda del chocó, con mil leguas nadadas desde niña, el mar era tu tierra y él no lo sabía. Nunca pensó que quedaría en ridículo. Su cara de globo se desinfló cuando llegó al final. Cuando quiso levantar los ojos en la meta, ya tu lo estabas esperando.
Con tu bikini azul y senos de lanzas te recuerdo. Tu cuerpo de estatua griega, macizo como el roble y besos de candela, fogozos y tenues a la vez fueron los eslabones que me amarraron a tu amor por tantos años, porque olvidar el amor que es amor se hace imposible cuando se ha convertido en parte de tu vida.
Blusa blanca y Jean azul, otra escena en esta reminiscencia de nostalgia. Así llegaste a mi aquel septiembre, con tus manos húmedas en mis manos y los latidos de tu corazón sintiéndolos sobre mi pecho. Tu rostro pegado a mi rostro y ambos allí impávidos sin saber que hacer, improvisando lo que no se puede improvisar. Cupido es así y nos estaba flechando. No ocurrió nada más aquella noche, pero fue suficiente para entender que ya nada sería igual entre los dos.
Contigo sentía algo distinto y aquel diecisiete de diciembre se estamparon mis besos en tus labios y el fuego nos quemó. El amor es así y tus cabellos de sortijas y tu fragancia propia de una diosa me envolvieron y empecé a vivir mis años dorados adorando tus ojos grandes.
Tus hombros eran anchos y tus caderas movedizas como una balsa en alta mar. Tus piernas largas se enrollaron a mis sentimientos de forma imborrable. Con el tiempo comprendí que nada emigra de la memoria sino queremos.
Por circunstancias de la vida nos alejamos y muchos años después volvimos a vernos. Me pediste de forma muy sugestiva que me alejara ahora para siempre, que no te negara la oportunidad de amar de nuevo, porque cada vez que yo volvía a aparecer en tu vida distorsionaba tus sentimientos, te confundía y te estancabas en ese pasado que se había convertido en un péndulo en tus días. Me alejé y jamás volvieron a juntarse nuestras vidas.
Ni volvimos a hablar, ni a vernos. En realidad no sabíamos que las rosas también venían con sus espinas y las espinas empezaron a aparecer. Es el dolor que nos queda por lo que se nos fue sin darnos cuenta.
Las hogueras dejan cenizas y entonces el frío de tu ausencia me empezó a quemar más fuerte. Me alejé con un gran nudo en la garganta dejando tus alas libres para volar en busca de esa felicidad que tanto merecías y que yo no podía darte.
Sólo sé que el amor nos llegó, lo saboreamos por un tiempo, pero fue efímero y sin darnos cuenta nos dio un portazo y cuando menos lo esperábamos, se nos fue volando como las mariposas amarillas de cien años de soledad y nuestro realismo mágico se acabó.
Así es la vida. Así me ha tocado vivirla siempre. Idas y vueltas, subidas y caídas. Yo le llamo las embestidas de la vida, Me tocó marchar de nuevo, te quedaste vestida no de rojo como la primera vez, pero nuevamente con dos lágrimas largas rodando por tus mejillas. Con tu mirada perdida y la incertidumbre marcando las dudas y con nuestro amor encerrado en un puño para asfixiarlo por siempre.
Nuestro amor se fue convirtiendo paso a paso en una silueta prolongada en el tiempo, una silueta larga y prendida a nuestras almas como un tatuaje que nos acompañará mientras vivamos.
Algo que está ahí, se sabe que está ahí, sin embargo, debemos continuar, sabiendo que cada vez que abramos la puerta sigue esperando sin moverse, impávido como una roca, porque su refugio es nuestro corazón y allí se acurruca esperando las horas inciertas, tal vez de ese día que nunca llegará, pero con la tenue esperanza de que si lo haga.
Nuestro amor está con los mismos años de entonces, con su misma apariencia, sentado en ese rincón de nuestra memoria y a veces paseando vestido con su mejor ropa y alegre por las calles de nuestra juventud.
Así eramos tú y yo, alegres como los rayos del sol, dos gotas de agua desprendiendo fulgor. Espontáneos y furtivos desplegando su amor. Un amor sin malicia, despojado de egoísmos y tantas cosas vanas. Me llevé tus besos más jóvenes y tú te llevaste mis ganas de volver a amar, sin embargo ambos perdimos cuando nos fuimos.
Nos fuimos, sí, lo sé, pero aun así, tú serás siempre la sirena de mis mares, por mucho que pase el tiempo y nuestras vidas se vayan desgastando con los años y las cicatrices indelebles del tiempo sigan marcando nuestra piel.
Sirena de mis mares, tú seguirás siendo la misma que me escribió un día "siempre te amaré a pesar del tiempo". La misma de los rizos de cascadas y miradas de águila.
Tú fuiste y serás siempre el amor más grande que he tenido en la vida, el amor que me amó sin esperar nada a cambio y cuando tenía todas las de perder a su favor se arriesgó a seguir amándome.
Sirena de mis mares, hoy te recordé con la misma alegría y entusiasmo de nuestros mejores tiempos y también con la misma nostalgia y dolor de nuestras tristes despedidas, comprendiendo que esa es la nostalgia que dejan los amores buenos.
Te recordé con la misma simplicidad de nuestros mejores años...
Imagen de Fisiomarket
EL SABOR DE TU ADIÓS...
(Poema ganador del Certamen Miscelanea Literaria (2002 - Vigo/España). Saulo Ospino.
Cuántas veces me perdí en tus miradas eternas
en dos ojos fascinantes de un secreto disperso
cuántas veces pude amarte sin restar belleza
cuántas veces quise odiarte pero claudiqué
Cuántas veces...
lloré tu desamor escondido en silencio
cuántas veces...
en verdad no lo sé...
Si fueron días o semanas o hasta un año...se fue
¿Qué voy a hacer sin tu querer?
Voy deshojando de mis libros poemas que te escribí
van pregonando estas distancias que podré hacer sin ti
un trago amargo me subsume y poco deja vivir...
se va alargando mi anochecer
Ya no me asustan los fantasmas que no dejan dormir
si hasta han llorado con mis penas sin aliviar dolor
me he acostumbrado a sus intentos que nada hacen en mí
y voy sufriendo con mi llorar...
Busca en mis labios aquel beso que escondimos los dos!!!
...guardan mis labios "El Sabor de tu Adiós"
vivo soñando aquellos ojos que jamás volví a ver...
lo más deseado que no pudo ser
Cuántas veces...
oculté el desamor en sonrisas de infancia
cúántas veces...
lo quisiera saber...
Si fue un instante, un segundo o un minuto...se fue
¿Qué voy a hacer sin tu querer?
Voy confundido y cuestionando mi confesión de amor
voy desafiando ese pasado en que me faltó valor...
a pecho abierto he descubierto lo que es vivir sin ti
es ir ahogándome en soledad...
RISAS ESQUINERAS EN UNA TIERRA QUE NO CAMBIA
El olor de las tardes me recuerda a ti, a las almendras, a días de lluvia, a partidos de fútbol, a un colegio donde a veces regreso en mis sueños para recoger las carcajadas que dejamos extraviadas en nuestros salones.
En esos lugares empezó todo, todo lo que aún no termina, porque todos alguna vez somos huérfanos de algo, de amistades, de amores imposibles o pérdidas irremediables. De sueños que nos dejaron sin concebirlos, sin parirlos. Se nos quedaron grandes muchas veces algunas de nuestras promesas y luego no nos cabían en nuestros bolsillos, por eso tuvimos que dejarlas colgadas en alguna lado.
Sentarme frente al mar y ver las olas ir y venir como nuestros pensamientos lo viví varias veces, pero no todos son de la costa ni tienen las posibilidades que algunos tuvimos; por eso allí sentado eché en mis ojos como al vacío muchos de tus recuerdos y preferí olvidar sonriendo, como quien bebe una copa para que crean que está celebrando. Así te fuiste diluyendo de la esfera de mis ojos aparentemente, pero no para siempre, porque me doy cuenta que ese siempre regresa a mí sin limites de tiempo ni caducidad en la aurora.
Brisas tenues, calurosas de una tierra castigada más que por piratas y corsarios, por un sol enfurecido que no mitiga sus ascuas. Cartagena, tierra legendaria marcada por limites sociales inexplicables, de ese lugar donde nacimos.
En mi tierra, nada pasa, nada ocurre ajeno ni distinto a como ocurrían las cosas hace más de cientos de años y los corsarios ahora son una ola de gobiernos corruptos en su totalidad, seres inclementes que corroen hasta la sepultura el lugar que más quiero. Por eso para olvidar todo eso, te vuelvo a recordar, porque sólo tú me sacias con tus risas y tus ojos grandes, radiantes de vida, y tantas cosas que de ti sobreviven, pero también confieso con gran nostalgia que después de tu ausencia larga e inexorable nada me castiga más.
Deambulan mis sentidos en órbitas distintas a donde te encuentras. Fuimos ajenos a tantas realidades cuando jóvenes y nos sorprendió el futuro. Nos adueñamos de los sueños y creímos ser dueños de todo sin límites en aquellos tiempos, pero sucumbimos a los años ancestrales que no perecen aun pereciendo y castigan nuestra piel con líneas clavadas en nuestros rostros y desgastando nuestros ojos.
Amarrilla y muy tenue es ahora la luz de la farola frente a tu esquina, donde nos besamos tantas veces, parece intacta pero no lo es, y siento frío, porque con las noches llegan a mi lecho poco a poco tus recuerdos embravecidos, que me cuestionan y me hablan de unas calles que no pisé, por promesas inconclusas y poco a poco me voy sumergiendo en ellos para rastrear en la memoria aquellas risas esquineras con tu fragancia que aún deambulan en mis sentidos...
RECORDÁNDOTE SE ME HAN SUMADO Y PASADO LOS AÑOS
Ayer volví a sentir alegría en mi vida, y tu silueta la vislumbré en el tiempo y en la distancia ya sin años, ni temores, ni prejuicios que me impidieran imaginarte como eras entonces, como antes, si, como antes de ser los dos tan fríos como ahora somos, tal vez me he contagiado de tu silencio indómito sin darme cuenta, quizás has cambiado también sin percibirlo, es triste reencontrarte en todas mis mañanas y noches, sin poder explicarme que nos pasó, sin entender siquiera donde están hoy los sueños que pensé realizar contigo y mis antiguas promesas que quedaron inconclusas con el tiempo, porque hubo algo más fuerte que yo que me desvió de todo cuanto quise y una tarde sin fronteras, descubrí entre las sombras de tu ausencia y mis miedos, que tus ojos ya sin lagrimas, ni llanto, ni odio, se cansaron de esperarme y tu mente dócilmente me fue apartando tristemente de tus pensamientos.
En vano ahora trato de decirte cosas que suenan a nada, sin que me lo digas lo sé, lo presiento, pero no podrías entenderme aunque lo quisieras, y comprendo que es más fácil pensarte y extrañarte con nostalgia, que esperar tus palabras calidas, que se hacen ya lejanas e inexistentes con los días.
Recuerdo esa cabellera fresca acariciándote la espalda y tus pasos largos y agitados cruzando nuestra esquina, te imagino siempre aunque no quiera, porque tú estás y estarás presente en cada paso de mi vida. Veo una noche ya distante que apareces frente a mi y tu minifalda roja me seduce como otras tantas veces ya pasadas y con aquella blusa blanca de flores adornando tu silueta. Te miro fijamente y me adentro en tus ojos grandes como estrellas de otros tiempos, me entrego a ellos como quien le entrega la vida al ser que ama y penetra en sus entrañas sin darse cuenta. De pronto siento el leve aroma de un aliento que no es el mío y me agrada, unos suaves labios que me seducen y arrancan la vida misma, unas tiernas manos que acarician mi rostro juvenil ya ido, una canción de ayer y las mismas ganas de volver a sentir, “nuestro primer beso de amor.
Con nostalgia hoy siento, que recordando se me han sumado y pasado los años sin ti, sin la alegría de aquellos días entre tus brazos, así se escapa paso a paso lo que siento sin tus besos…sin las palabras que me enseñaron a amar sin condiciones…no sé hasta cuando iré envolviendo y escondiendo las imágenes que no sobran de nosotros, ni de nuestras noches de jóvenes enamorados, para sacarlas de nuevo a pasear un día con la ilusión al hombro y la inocencia de nuestros días dorados, y ser de nuevo por un instante el cazador incauto de tus amores…el mismo que una noche ya sin nombre conquistó tu corazón…

viernes, 4 de junio de 2021

HAY MANERAS TAMBIÉN DE ESCONDER UN AMOR


Hay maneras también de esconder un amor
fuera del corazón
para que no lo encuentren.
Esconderlo tal vez
en las playas del tiempo que perdimos de niños
cuando galopaban las brisas por nuestras mejillas.
Esconderlo entre las risas sueltas y ya idas
de viejos amigos y primos queridos
o quizás en la memoria
de nuestros intrépidos amores de inocencia
cuando creíamos que el mundo era nuestro.
Hay maneras también de esconder un amor
para que no se muera.
Para que no lo encuentren
y volver a él cuando las golondrinas
vuelen más cerca
y nos traigan sus bellos y hermosos recuerdos.
Hay maneras también de esconder un amor
inclusive
aquel que a veces pensamos haber olvidado
y un día cualquiera
sin fecha ni horario
reaparece sin esperarlo como si nada
y se queda colgando en nuestras miradas
con la misma alegría y el intenso dolor
de aquellos inolvidables años...

NOSOTROS...

 

La mañana se vistió tarde esperándonos
y así se fueron volando las estaciones
sin nosotros
sin los dos, que antes fuimos uno solo
Sí, dos locos sueltos
y aventureros sin norte.
Hoy somos dos almas de miradas tristes
sin poder degustar el olor de las almendras
que perdieron su sabor
esperándonos
entre ráfagas de viento y aire fresco
Mi soledad eres tú
quien se habrá llevado lo mejor de ti
y de quienes fuimos...
Hoy busco esos trocitos sueltos de nosotros
entre migajas
y no encuentro
lo que tanto nos falta.
Y parecemos tan distintos
y no es así
porque seguimos apresados en nuestro tiempo
tan intactos como ayer...
El dolor se lleva dentro como los recuerdos
escondidos para que no los oigan
y así parezca que todos olvidamos
lo que no olvidamos
y sigamos una vez más añorando en secreto
todas nuestras historias sin tiempo...
Somos los dueños de nada
de algo que nos quemó más que el sol
en nuestra tierra de corsarios y piratas.
De ese algo que no se puede ver ni agarrar
pero hace daño
hace daño para siempre.
La mañana se vistió tarde esperándonos
y le avisó a la noche
que no nos esperara una vez más
porque ya no volveríamos
a aquéllas callejuelas con farolas
donde quedamos atrapados
sin darnos cuenta en un mundo sin regreso.
Hoy con miradas desgastadas
y gotas colgando en nuestros ojos
no nos podemos divisar en el horizonte
y empezamos de nuevo a actuar
y a fingir
con otras personas lo que es el amor...
A quién le pediremos
ahora que nos devuelva lo que vivimos?
a quién le pediremos
que nos devuelva aquellos latidos?
Con quién bailaremos
como lo hicimos ayer?
a quién le robarás los besos mordidos
que me robabas?
y quién te compondrá una nueva canción?
Ambos perdimos
Nos perdimos a nosotros mismos
por eso hoy la soledad se sienta conmigo
y me pregunta por qué faltas tú?
y me vuelvo a dar cuenta
que me falta mi otra parte.

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