jueves, 24 de julio de 2008

A Veces...


Sé que algunos piensan que no la busqué y están más que equivocados…
Aquella tarde no me vio, pero hasta conté sus pasos. Su cabello húmedo y rizado caía sobre sus hombros como cascadas y aquel andar de sirena hacía que todos los transeúntes la admiraran, pues no podían hacer menos.
Llevaba una minifalda roja muy corta y sus piernas no dejaban de ser perfectas, fascinantes y fuertes, tiernas y ágiles, eran también largas como las de una modelo…y quien sabe si algún día sabrá lo que tanto me gustaban. Tenía un trasero inmejorable y no desproporcionado…sobre su cuerpo llevaba una blusa negra con pequeños encajes y sus senos se apreciaban bien definidos, pequeños que cabían cada uno precisamente en cada una de mis manos, su cintura era también pequeña y torneada como sus pechos, era de vientre plano y de sonrisa inmejorable…
Muchas veces he buscado su rostro, su cuerpo, sus manos, sus ojos y su altivez en otras mujeres. Su aroma si creí hallarlo, pero al compararlo no era igual, algo faltaba, faltaba ella…su suavidad y su ternura ya se habían quedado lejos…
La recuerdo como si aún tuviera veinte años y en algún momento he querido encontrar ese algo que me lleve de nuevo a sus brazos y a ese pasado que nos robó los sueños…
Hoy sé que los recuerdos no viven, somos nosotros los que vivimos toda una vida recordando. Ellos están allá, lejos, fríos y tensos, pero no quieren volver, están seguros que ya no podrían vivir con nosotros, somos ya otros y ellos no han cambiado, están intactos como antes, como entonces, nosotros no somos los mismos, otras arrugas cargan nuestros rostros…otras experiencias nuestros labios y eso les duele, les lastima. Ellos saben que nosotros sólo queremos volver por egoísmo, ya que no aceptamos vivir sin ese pasado que algunos pensamos haber dejado a medias. Los recuerdos no cambian, pero en cambio nosotros sufrimos metamorfosis y ya no nos reconocen, y es entonces cuando volvemos a la realidad y nos damos cuenta que lo único que nos queda de ellos son las mismas sensaciones que tuvimos cuando los vivimos, los dolores y alegrías, las tristezas y emociones, por eso llegan a nosotros nuevamente, y vuelven intactos como antes, es cuando a veces los sentimos tan dentro y más daño nos causan, nos lastiman y nos llevan a aquellos lugares misteriosos del alma, de donde una vez sin sus brazos logramos salir…

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