domingo, 31 de marzo de 2013

Como Cada Miércoles

"Como cada miércoles hablaré de nosotros y de lo que se nos va entre los sueños…..."

Te contaré lo que soñé contigo. Era una tarde tan bella como tú y en que yo era más joven que ahora. Una tarde en que el tiempo había detenido sus horas en mis diecisiete años. Yo iba a jugar como cada sábado y por no sé qué cosas de los sueños tú también tenías más o menos esa misma edad de cuando te conocí.

Coincidir en edades me gustó, cosa que en la realidad es impensable. Por eso hay una parte de los sueños que siempre me ha gustado. Esa en que pueden suceder cosas que en la vida real no podrían ocurrir jamás.

Visualicé a todos mis amigos de entonces, de esa época tan maravillosa de mi vida, los veía alegres, inclusive, vi a algunos que ya no están con nosotros. Subimos a un colectivo que nos llevó a una casa donde estabas tú. Vestida de blanco te acercaste a mí, con una trenza dorada y tus ojitos de esmeralda arrancándome la vida. Me abrazaste apenas me viste y me robaste un beso que se llevaba mi alma.
Subimos al colectivo y de pronto el sueño se fue disipando como se disipan todos los sueños…

Antes de aquella noche tuve otro sueño contigo, del cual no recuerdo nada en absoluto, sólo que aparecías en el, pero es de esos sueños en que sabes con quien sueñas pero del qué todo se ha desvanecido al despertar.

Hace más o menos una semana volví a soñar con quien se adueña de mis noches, con quien me roba los sueños…esos que no recuerdo y que seguro tú sabes dónde están y que sucede en ellos…este último fue muy bonito. En el caminábamos agarrados de las manos en la playa. Íbamos muy felices con plena libertad, sin temores y riendo como truenos, pero felices en todo caso. Yo vestía un pantalón y camisa blanca semi-abierta hasta el pecho y el pantalón remangado debajo de las rodillas. Nos acompañaba una tarde con suaves brisas y a lo lejos se divisaba el firmamento que nos daba la tranquilidad que necesitan los enamorados para seguir viviendo de forma idílica de sus ilusiones. 

Veíamos las olas que iban y venían como esas brisas que nos acariciaban el rostro suavemente. Me mirabas y me mirabas, y me decías que no me alejara jamás de ti, que ya no me querías volver a tener lejos de tu vida. Y aquella tarde mientras nos mirábamos en silencio el sueño nuevamente me dijo adiós.

No me gustaría soñar alguna vez ese sueño en que se pierde a quien se ama, ya sé lo que se siente en carne propia, y no fue un sueño…por eso me gusta perderme en mis sueños contigo, porque en ellos te encuentro aunque no estés y te abrazo y te beso, y sin tenerte te tengo y somos felices como nunca lo fuimos…

No sé si al final podré tenerte conmigo en la realidad de mi vida, no sé nada del destino ni esas cosas que pasarán, a lo que se le llama futuro, solo sé que lo que hoy tenemos es otra oportunidad de amarnos como no lo hicimos aquella tarde. Otra oportunidad de hacer las cosas a nuestra manera desde otra etapa de nuestras vidas, más complicadas que antes y corriendo los riesgos que antes no corrimos por tantas cosas, para amarnos con todas nuestras fuerzas y de todas las maneras posibles…

No hay comentarios:

Que tal te ha parecido este escrito

Buscar este blog