viernes, 1 de agosto de 2008

Aquella Niña


Como cada tarde de aquel mes, yo estaba allí sentado al lado del pasillo y de pronto paso aquella niña, con su blusa amarilla y gafas oscuras, me dejó perplejo, fue impresionante mirarla, no la había visto antes y era fabulosa y despampanante su silueta…no sé que más pensé allí sentado, pasó a mi lado y me miró de forma coqueta. Antes de subir las escaleras me lanzó otra mirada en la que me dijo muchas cosas que entonces no comprendí. Esperé que bajara, no tardó mucho y al pasar por mi lado movió su cabellera rubia de una forma sensual, como invitándome a acompañarla en su viaje. Subí y pregunté a las modistas por ella, me contaron que era hija de una cliente muy especial y que tenía quince años, también me dijeron que les preguntó sorprendida quien era yo y cual era mi nombre y lo que menos esperé, fue que me dejó dicho que la esperara al otro día, como si supiera que yo iba a preguntar por ella, y que estuviera atento a eso de las seis de la tarde.
Al otro día, allí estaba yo, esperándola como un reloj, ella también fue puntual y me sorprendió su presencia, pensé que no iría y cumplió. Cuando llegó, yo estaba arriba hablando con las modistas, ya no recuerdo que llevaba puesto, pero si sus ojos que me querían devorar, sus labios juveniles y su piel clara.
La invité a sentarse y así lo hizo, luego cambiamos de espació para hablar cosas entre los dos, era la primera vez que me pasaba algo así, era tan niña y con cara de inocencia, pero al hablar con ella noté la suspicacia que se guardaba, me gustaba lo que estaba sintiendo porque era algo nuevo y desconocido. Hablamos largo y tendido y nos fuimos conociendo poco a poco, lo normal para así buscar algo más, pero hubo algo que se salió de lo normal, me contó que el día que me conoció tuvo un sueño conmigo en una isla y el resto ya lo imaginarán…el viejo cuento de la isla, la vieja historia para picar en una aventura. Sin embargo auque no le creí, le insinué que si y esa vez, allí sentados, nos besamos como se besan dos adolescentes ardientes de pasión, como lo estábamos esperando desde el día anterior. Quedamos para encontrarnos al día siguiente. Yo llegué desde muy temprano y la sorprendí con una tarjeta que decía “espero que todos tus sueños se hagan realidad” le gustó mucho y a partir de aquel día de octubre, la vi todos los días antes que fuera a clases. Aparecía a eso de las doce y tocaba el portal, yo habría mientras ella se me acercaba con su uniforme de cuadros, blusa blanca y cabello siempre recogido. Luego entrábamos en una oficina y nos perdíamos en las caricias turbulentas que eran dignas de la lujuria de esos cuerpos que deseban amarse. Me sorprendió que un día cualquiera dejé de verla y perdimos el contacto, no volví a llamarla y cuando lo hice, me dijeron que vivía en otra ciudad, la busqué en las calles muchas veces, pero no la encontré, en ocasiones creí verla, pero al mirar bien no era ella, a veces me pregunté en silencio, que donde estaría aquella niña que una vez llegó a mi tiernamente como una mariposa en su vuelo y se marchó sin decirme nada…otras veces la imaginé venir hacía mi como en aquella tarde de ese Octubre ya lejano…a veces también pienso si ella recordará aún como yo aquellas travesuras de hace tiempo…

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