jueves, 6 de diciembre de 2012

Entre sabanas blancas...

Allí entre sus brazos y sabanas blancas supe que no sería un juego. Que el sabor de su piel me había embriagado más que las caderas de Zelenia. No recuerdo cuanto tiempo la miré durmiendo. Su silueta reflejaba ternura, pero no una ternura cualquiera, sino aquella que te roba el aliento y las ganas de seguir besando otros labios, y saboreando otros cuerpos.

La vi por primera vez un miércoles, y también un miércoles la dejé de ver. No es difícil olvidar eso, cuando cada día que pasamos juntos fue como una ola turbulenta que nos arrancaba las entrañas en sus subidas y nos las devolvía en sus bajadas. 

Apareció sigilosa aquella tarde de noviembre, con su cabello azotado por las corrientes de aire que visitan en esa época nuestra tierra calurosa. Fresca como sus labios la vi, mientras sus ojos me observaron sutilmente. Vestía de blanco, y un azul suave en el borde de su vestido dejaba ver la tonalidad de su piel trigueña. No la sentí al llegar porque apareció por mi espalda como una sombra, ya llevaba varios minutos esperándola, y no sabía si en realidad llegaría...pero lo hizo.

La noche se contagió con su presencia, exactamente diez años después en que Zelenia había llegado a mi vida. Quizás la vida me daba otra oportunidad de amar de una forma similar, pero yo no lo sabía. Nos miramos como si ya lo hubiésemos hecho antes, frente a frente, pero no fue así, era la primera vez que estábamos juntos, y nos entregamos en ese beso interminable que tanto soñamos.

Hoy sé que ella no fue una casualidad, porque las casualidades no te queman el pecho ni hacen sentir esas ansias insaciables que ella dejó en mi.

Mirando el espejo la veía sobre mi cuerpo. Sus caderas en mis manos, y mis labios en sus labios nos hacían soñar despiertos. Una sabana blanca la cubría de la cintura hasta los píes, mientras se movía al ritmo de un péndulo. Las gotas del sudor de su espalda denotaban aquella pasión que a lo mejor quedaría en nuestras recuerdos para siempre. Con ella sentí cosas imposibles de explicar con palabras. Sensaciones que me marcaron por dentro.

Ese fue un tiempo en que recuerdo su rostro húmedo por las olas, y sus ojos entre el agua mirándome. Sus labios buscaron los míos sobre corales y fuimos felices. Su cuerpo de sirena lo tuve entre mis brazos, mientras sus ojos de caramelo rompieron todos mis esquemas.

Continuará...


No hay comentarios:

Que tal te ha parecido este escrito

Buscar este blog