lunes, 6 de diciembre de 2010

La Niña Triste...



Le dicen que no es bueno buscar la verdad cuando se ha ido para siempre. Ella aún está bajo un sol implacable buscando las raíces de su error.

Escucha un niño correr sobre hojas secas, pero no es el que ella espera, ni sus ojos los que queman su alma herida. Ella sigue sumergida en el amor que robó sus sueños, ese amor que yace en un lugar llamado olvido. Él viajó para siempre sin sus besos, lejos de su vida, y suspira en el desierto de las almas prohibidas.

Él, es sólo un recuerdo, una silueta que jamás volverá. Un amor de la niñez, de un pasado. Él es una risa quebrada en el tiempo de unos años jóvenes. De momentos remotos.

Ella es un mar de dudas, de ilusiones perdidas, de sinsabores. Promesas rotas.

Ella lee esa poesía escrita en una servilleta, frases sueltas. Un nombre. Una esperanza. Un día ya ido. Huele su perfume. Busca en la distancia en qué falló.

Mañana volverá a amanecer le dicen. Ella no escucha. Una lágrima resbala por su mejilla. La brisa juega con su pelo. Una canción le trae recuerdos. Ella dice que ya es tarde para otro amor. No entiende que el amor es así, ni que el sol le volverá a brillar.

Mañana volverá a oscurecer en su alma. La noche llega. Las horas son más largas que sus miradas. Mira un cuadro mientras se sumerge en posibilidades complejas. Absurdos argumentos la enloquecen.

Ya oscurece, es muy tarde para seguir esperando. Quizás mañana vuelva a sonreír la niña triste.

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