Las lágrimas nunca apagan el dolor que quema y se
queda encendido en el alma, hay que sacarlo...
Caminamos muchas veces por calles muy largas donde transita
el olvido y sin embargo no olvidamos si a quien amamos no nos acompaña.
Ni frases de madrugada, ni lunas que duermen con
nosotros nos abrigan, si nos faltan los suspiros que nos dan vida
Esa mirada que te marca a lo lejos, hace el mismo daño
que las llamadas que esperas y no llegan
Un niño huérfano puede ser un gladiador en potencia o
una frágil hoja divagando entre el viento, como cuando penamos sin el amor de
nuestras vidas
Las calles polvorientas son sinónimo de una mujer
caminando con fatiga de él, buscando un refugio donde mitigar su silencio
Dios somos todos cuando actuamos bien y no nos pesa la
conciencia por nuestro cobarde pasado
El silencio son lágrimas preguntándonos qué nos pasó y
por qué callamos tanto y nos mordimos los labios...
Una silueta es ese nombre que taladra tanto y regresa
en las noches a agitar el corazón
No todos somos de todos, pero algunos de forma
misteriosa sin ser objetos, no dejamos de pertenecer a esa misma persona
Ese amor del que hablo, es el mismo que danzó en las
calles de mi juventud y tatuó en mis labios su fuego. Cubrió mis ojos con su
imagen y se clavó en mi vida para siempre.
No decidimos dejar ir, ni sentir los tambores dentro
de nuestro pecho, pero si podemos decidir no dejar al margen al amor de nuestras
vidas, ni aparcarlos en lejanía solos cuando son más frágiles, porque su
compañía también nos ha hecho fuertes cuando más los necesitamos.
Un amor así es inagotable, con pasos agigantados y
colinas en sus pechos, con besos suaves como el algodón, sutil como una tenue
fragancia y fogosos como el ardor de las praderas que queman las entrañas y
ponen a arder todo con solo un pensamiento...
Ese amor del que hablo, es ella...el único y gran amor de mi vida...
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