lunes, 7 de junio de 2021

ALGUNAS COSAS QUE HABLAN DE TI...



De mi libro "En la estela de tus ojos". En etapa de publicación.
Hoy te recordé sirena de mis mares, en los inicios de nuestro amor, mientras nos balanceabamos al ritmo de la canción "la ventanita", ceñidos a nuestras cinturas como dos tizones. También te recordé vestida con tu falda de cuadritos y blusa blanca llegando todas las tardes a mi casa a las cinco, tan justa y precisa como un reloj.
Aquella tarde nadaste y nadaste y él nunca entendió como le sacaste más de cien metros de brazadas. Seguro muy tarde comprendió que competir con un pez es imposible. Desde ese día te convertiste en la sirena de mis mares.
Siempre te recuerdo por la simplicidad como llegaste a mi vida y como me amaste, como nos entregamos en aquellos genuinos años y tu gran sencillez, sin tratar de cambiar nada de mí, ni nada de ti para ser felices a nuestra manera, aun con la carencia de tantas cosas materiales.
Con la misma simplicidad que llegamos, con esa misma simplicidad nos fuimos...
Recuerdo que yo no sabía nadar, pero él me retó a competir y allí estabas tú para decirle, "tranquilo, si quieres competir, hazlo conmigo". Oriunda del chocó, con mil leguas nadadas desde niña, el mar era tu tierra y él no lo sabía. Nunca pensó que quedaría en ridículo. Su cara de globo se desinfló cuando llegó al final. Cuando quiso levantar los ojos en la meta, ya tu lo estabas esperando.
Con tu bikini azul y senos de lanzas te recuerdo. Tu cuerpo de estatua griega, macizo como el roble y besos de candela, fogozos y tenues a la vez fueron los eslabones que me amarraron a tu amor por tantos años, porque olvidar el amor que es amor se hace imposible cuando se ha convertido en parte de tu vida.
Blusa blanca y Jean azul, otra escena en esta reminiscencia de nostalgia. Así llegaste a mi aquel septiembre, con tus manos húmedas en mis manos y los latidos de tu corazón sintiéndolos sobre mi pecho. Tu rostro pegado a mi rostro y ambos allí impávidos sin saber que hacer, improvisando lo que no se puede improvisar. Cupido es así y nos estaba flechando. No ocurrió nada más aquella noche, pero fue suficiente para entender que ya nada sería igual entre los dos.
Contigo sentía algo distinto y aquel diecisiete de diciembre se estamparon mis besos en tus labios y el fuego nos quemó. El amor es así y tus cabellos de sortijas y tu fragancia propia de una diosa me envolvieron y empecé a vivir mis años dorados adorando tus ojos grandes.
Tus hombros eran anchos y tus caderas movedizas como una balsa en alta mar. Tus piernas largas se enrollaron a mis sentimientos de forma imborrable. Con el tiempo comprendí que nada emigra de la memoria sino queremos.
Por circunstancias de la vida nos alejamos y muchos años después volvimos a vernos. Me pediste de forma muy sugestiva que me alejara ahora para siempre, que no te negara la oportunidad de amar de nuevo, porque cada vez que yo volvía a aparecer en tu vida distorsionaba tus sentimientos, te confundía y te estancabas en ese pasado que se había convertido en un péndulo en tus días. Me alejé y jamás volvieron a juntarse nuestras vidas.
Ni volvimos a hablar, ni a vernos. En realidad no sabíamos que las rosas también venían con sus espinas y las espinas empezaron a aparecer. Es el dolor que nos queda por lo que se nos fue sin darnos cuenta.
Las hogueras dejan cenizas y entonces el frío de tu ausencia me empezó a quemar más fuerte. Me alejé con un gran nudo en la garganta dejando tus alas libres para volar en busca de esa felicidad que tanto merecías y que yo no podía darte.
Sólo sé que el amor nos llegó, lo saboreamos por un tiempo, pero fue efímero y sin darnos cuenta nos dio un portazo y cuando menos lo esperábamos, se nos fue volando como las mariposas amarillas de cien años de soledad y nuestro realismo mágico se acabó.
Así es la vida. Así me ha tocado vivirla siempre. Idas y vueltas, subidas y caídas. Yo le llamo las embestidas de la vida, Me tocó marchar de nuevo, te quedaste vestida no de rojo como la primera vez, pero nuevamente con dos lágrimas largas rodando por tus mejillas. Con tu mirada perdida y la incertidumbre marcando las dudas y con nuestro amor encerrado en un puño para asfixiarlo por siempre.
Nuestro amor se fue convirtiendo paso a paso en una silueta prolongada en el tiempo, una silueta larga y prendida a nuestras almas como un tatuaje que nos acompañará mientras vivamos.
Algo que está ahí, se sabe que está ahí, sin embargo, debemos continuar, sabiendo que cada vez que abramos la puerta sigue esperando sin moverse, impávido como una roca, porque su refugio es nuestro corazón y allí se acurruca esperando las horas inciertas, tal vez de ese día que nunca llegará, pero con la tenue esperanza de que si lo haga.
Nuestro amor está con los mismos años de entonces, con su misma apariencia, sentado en ese rincón de nuestra memoria y a veces paseando vestido con su mejor ropa y alegre por las calles de nuestra juventud.
Así eramos tú y yo, alegres como los rayos del sol, dos gotas de agua desprendiendo fulgor. Espontáneos y furtivos desplegando su amor. Un amor sin malicia, despojado de egoísmos y tantas cosas vanas. Me llevé tus besos más jóvenes y tú te llevaste mis ganas de volver a amar, sin embargo ambos perdimos cuando nos fuimos.
Nos fuimos, sí, lo sé, pero aun así, tú serás siempre la sirena de mis mares, por mucho que pase el tiempo y nuestras vidas se vayan desgastando con los años y las cicatrices indelebles del tiempo sigan marcando nuestra piel.
Sirena de mis mares, tú seguirás siendo la misma que me escribió un día "siempre te amaré a pesar del tiempo". La misma de los rizos de cascadas y miradas de águila.
Tú fuiste y serás siempre el amor más grande que he tenido en la vida, el amor que me amó sin esperar nada a cambio y cuando tenía todas las de perder a su favor se arriesgó a seguir amándome.
Sirena de mis mares, hoy te recordé con la misma alegría y entusiasmo de nuestros mejores tiempos y también con la misma nostalgia y dolor de nuestras tristes despedidas, comprendiendo que esa es la nostalgia que dejan los amores buenos.
Te recordé con la misma simplicidad de nuestros mejores años...
Imagen de Fisiomarket
EL SABOR DE TU ADIÓS...
(Poema ganador del Certamen Miscelanea Literaria (2002 - Vigo/España). Saulo Ospino.
Cuántas veces me perdí en tus miradas eternas
en dos ojos fascinantes de un secreto disperso
cuántas veces pude amarte sin restar belleza
cuántas veces quise odiarte pero claudiqué
Cuántas veces...
lloré tu desamor escondido en silencio
cuántas veces...
en verdad no lo sé...
Si fueron días o semanas o hasta un año...se fue
¿Qué voy a hacer sin tu querer?
Voy deshojando de mis libros poemas que te escribí
van pregonando estas distancias que podré hacer sin ti
un trago amargo me subsume y poco deja vivir...
se va alargando mi anochecer
Ya no me asustan los fantasmas que no dejan dormir
si hasta han llorado con mis penas sin aliviar dolor
me he acostumbrado a sus intentos que nada hacen en mí
y voy sufriendo con mi llorar...
Busca en mis labios aquel beso que escondimos los dos!!!
...guardan mis labios "El Sabor de tu Adiós"
vivo soñando aquellos ojos que jamás volví a ver...
lo más deseado que no pudo ser
Cuántas veces...
oculté el desamor en sonrisas de infancia
cúántas veces...
lo quisiera saber...
Si fue un instante, un segundo o un minuto...se fue
¿Qué voy a hacer sin tu querer?
Voy confundido y cuestionando mi confesión de amor
voy desafiando ese pasado en que me faltó valor...
a pecho abierto he descubierto lo que es vivir sin ti
es ir ahogándome en soledad...
RISAS ESQUINERAS EN UNA TIERRA QUE NO CAMBIA
El olor de las tardes me recuerda a ti, a las almendras, a días de lluvia, a partidos de fútbol, a un colegio donde a veces regreso en mis sueños para recoger las carcajadas que dejamos extraviadas en nuestros salones.
En esos lugares empezó todo, todo lo que aún no termina, porque todos alguna vez somos huérfanos de algo, de amistades, de amores imposibles o pérdidas irremediables. De sueños que nos dejaron sin concebirlos, sin parirlos. Se nos quedaron grandes muchas veces algunas de nuestras promesas y luego no nos cabían en nuestros bolsillos, por eso tuvimos que dejarlas colgadas en alguna lado.
Sentarme frente al mar y ver las olas ir y venir como nuestros pensamientos lo viví varias veces, pero no todos son de la costa ni tienen las posibilidades que algunos tuvimos; por eso allí sentado eché en mis ojos como al vacío muchos de tus recuerdos y preferí olvidar sonriendo, como quien bebe una copa para que crean que está celebrando. Así te fuiste diluyendo de la esfera de mis ojos aparentemente, pero no para siempre, porque me doy cuenta que ese siempre regresa a mí sin limites de tiempo ni caducidad en la aurora.
Brisas tenues, calurosas de una tierra castigada más que por piratas y corsarios, por un sol enfurecido que no mitiga sus ascuas. Cartagena, tierra legendaria marcada por limites sociales inexplicables, de ese lugar donde nacimos.
En mi tierra, nada pasa, nada ocurre ajeno ni distinto a como ocurrían las cosas hace más de cientos de años y los corsarios ahora son una ola de gobiernos corruptos en su totalidad, seres inclementes que corroen hasta la sepultura el lugar que más quiero. Por eso para olvidar todo eso, te vuelvo a recordar, porque sólo tú me sacias con tus risas y tus ojos grandes, radiantes de vida, y tantas cosas que de ti sobreviven, pero también confieso con gran nostalgia que después de tu ausencia larga e inexorable nada me castiga más.
Deambulan mis sentidos en órbitas distintas a donde te encuentras. Fuimos ajenos a tantas realidades cuando jóvenes y nos sorprendió el futuro. Nos adueñamos de los sueños y creímos ser dueños de todo sin límites en aquellos tiempos, pero sucumbimos a los años ancestrales que no perecen aun pereciendo y castigan nuestra piel con líneas clavadas en nuestros rostros y desgastando nuestros ojos.
Amarrilla y muy tenue es ahora la luz de la farola frente a tu esquina, donde nos besamos tantas veces, parece intacta pero no lo es, y siento frío, porque con las noches llegan a mi lecho poco a poco tus recuerdos embravecidos, que me cuestionan y me hablan de unas calles que no pisé, por promesas inconclusas y poco a poco me voy sumergiendo en ellos para rastrear en la memoria aquellas risas esquineras con tu fragancia que aún deambulan en mis sentidos...
RECORDÁNDOTE SE ME HAN SUMADO Y PASADO LOS AÑOS
Ayer volví a sentir alegría en mi vida, y tu silueta la vislumbré en el tiempo y en la distancia ya sin años, ni temores, ni prejuicios que me impidieran imaginarte como eras entonces, como antes, si, como antes de ser los dos tan fríos como ahora somos, tal vez me he contagiado de tu silencio indómito sin darme cuenta, quizás has cambiado también sin percibirlo, es triste reencontrarte en todas mis mañanas y noches, sin poder explicarme que nos pasó, sin entender siquiera donde están hoy los sueños que pensé realizar contigo y mis antiguas promesas que quedaron inconclusas con el tiempo, porque hubo algo más fuerte que yo que me desvió de todo cuanto quise y una tarde sin fronteras, descubrí entre las sombras de tu ausencia y mis miedos, que tus ojos ya sin lagrimas, ni llanto, ni odio, se cansaron de esperarme y tu mente dócilmente me fue apartando tristemente de tus pensamientos.
En vano ahora trato de decirte cosas que suenan a nada, sin que me lo digas lo sé, lo presiento, pero no podrías entenderme aunque lo quisieras, y comprendo que es más fácil pensarte y extrañarte con nostalgia, que esperar tus palabras calidas, que se hacen ya lejanas e inexistentes con los días.
Recuerdo esa cabellera fresca acariciándote la espalda y tus pasos largos y agitados cruzando nuestra esquina, te imagino siempre aunque no quiera, porque tú estás y estarás presente en cada paso de mi vida. Veo una noche ya distante que apareces frente a mi y tu minifalda roja me seduce como otras tantas veces ya pasadas y con aquella blusa blanca de flores adornando tu silueta. Te miro fijamente y me adentro en tus ojos grandes como estrellas de otros tiempos, me entrego a ellos como quien le entrega la vida al ser que ama y penetra en sus entrañas sin darse cuenta. De pronto siento el leve aroma de un aliento que no es el mío y me agrada, unos suaves labios que me seducen y arrancan la vida misma, unas tiernas manos que acarician mi rostro juvenil ya ido, una canción de ayer y las mismas ganas de volver a sentir, “nuestro primer beso de amor.
Con nostalgia hoy siento, que recordando se me han sumado y pasado los años sin ti, sin la alegría de aquellos días entre tus brazos, así se escapa paso a paso lo que siento sin tus besos…sin las palabras que me enseñaron a amar sin condiciones…no sé hasta cuando iré envolviendo y escondiendo las imágenes que no sobran de nosotros, ni de nuestras noches de jóvenes enamorados, para sacarlas de nuevo a pasear un día con la ilusión al hombro y la inocencia de nuestros días dorados, y ser de nuevo por un instante el cazador incauto de tus amores…el mismo que una noche ya sin nombre conquistó tu corazón…

No hay comentarios:

Que tal te ha parecido este escrito

Buscar este blog