miércoles, 24 de junio de 2015

NO ERA UNA ESQUINA CUALQUIERA...

"Una de esas historias que nos recuerda a nosotros"


No era una esquina cualquiera, era mi esquina, nuestra esquina, la esquina donde nos reuníamos con las chicas cada noche a pasar el tiempo. ¡Ahhhh, que tiempos aquellos!. Recuerdo que allí en esas calles nos dejó la inocencia arrebatada por los años.


Nos conocíamos desde muy niños.
Juan tenía un par de años más que yo, y a él le gustaba Arledys, pero ella era novia de un tal Ignacio al cual nunca conocimos. Los ojitos de Juan bailaban por ella, pero ella se besaba a escondidas con el cachaco de la tienda; creo que era para sacarle el desayuno y no seguir pasando hambre como antes. Sí, antes que el cachaco pusiera la tienda en el barrio.
Estudiar con hambre hace olvidar todo, eso decía ella y era verdad, porque cuando yo iba al colegio con hambre no me acordaba de nada, ni de que tenía un examen. 
Bueno, aunque yo con hambre o sin hambre fui peor que un mal estudiante, y cuando estaba con la barriga llena, y perdía un examen, entonces decía que era que toda la sangre la tenía en el estomago haciendo la digestión, y no podía concentrarme. - Todos se reían.


"Barrilito" era nuestro amigo desde niños, era el gordo, pero él si era gordo de verdad, yo siempre dije que ya debíamos cambiarle el apodo y ponerle Barrilote, porque cada vez estaba más gordo. Sin decirnos nada un día se mudó del barrio y no supimos más de él. Su partida nos dejó muy tristes y sin un gordo en el grupo, porque por lo general cada pandilla debe tener un gordo y un flaco, también un bobo, un bruto y un intelectual, que casi siempre no es el jefe, pues el jefe es el vivo. Pedro era el malo, porque también debe haber un malo, pero él era malo de verdad. Mataba a los gatos para probar que ellos no tenían siete vidas, los lanzaba desde la casa de Luchín, y también quemaba a los camaleones vivos, para ver si era verdad que podían cambiar de colores.
Todos decían que yo era el bruto, pero yo no lo creía así, sólo que no me gustaba estudiar. Yo quería ser zapatero como decía Diomedes, pero mis padres afirmaban que no era una buena idea, que no era una buena profesión. Sin embargo Matilde vendía velas y así se ganaba la vida en el mercado y nadie le decía nada...entonces por qué yo no podía ser zapatero - me preguntaba,
A Pedro un día cualquiera lo encontraron sin vida en la posa, lo encontraron ahogado, cuentan que se lanzó borracho. Lo encontraron después de tres días de estar buscándolo cuando su cuerpo salio boyando. Desde ese día empezamos a pensar en la muerte, en la tristeza y todas esas cosas que no son buenas. Pasamos buenos tiempos con él, pero allí sin vida en ese ataúd parecía otro y su piel como de cartón no decía nada. Sé que en realidad ese no era él, ya él se había ido y nos había engañado como siempre.
Clara se enamoró del flaco y se casaron. El flaco lo único que hacía bien era jugar fútbol, eso lo sé, pero ella estaba loca por él. Todos le decían que no lo hiciera pero se fue con él y le parió dos pelaos. A veces la he visto sola por el mercado y muy cambiada. Yo no la saludo porque a ella nunca le caí bien y una vez le dijo al flaco "y que yo la había enamorado". Eso no fue cierto, aunque a mí si me gustaba. Era bonita y todo, pero yo jamás enamoraría a una novia de un amigo.
En la Guajira la otra vez mientras firmaba un contrato, me encontré con Carboncillo; a él solo se le veían los ojos y los dientes, pero era muy buena persona. Ahora está envejecido por su trabajo bajo el sol, aparenta más de los años que tiene. Compra mercancía en Venezuela y la trae a Maicao para revenderla. Me contó que muchas veces los policías en aduanas le han arrebatado todo, que es un riesgo contrabandear y cada día las cosas están peor, pero aún así ha educado con ese trabajo a dos hijas que están en la universidad. Le ha tocado criarlas solo ya que a su mujer la atropelló un Torcoroma y la indemnización aún está por llegar.
Lenín termino la secundaria y estudio inglés. Luego de interprete conoció a una americana que se lo llevó a Washington, donde entró a la universidad y estudió lenguas. La última vez que lo vi me contó que ya era americano y trabaja en una universidad como docente. Habla francés, inglés y hasta alemán. Lo cierto es que yo sabía que el era una pepa, siempre fue el más inteligente y por eso tenía que irle bien. Lo malo como me contó es que no han podido tener hijos, pero bueno, que se va a hacer, él sabe que la vida no es perfecta.
A mí María Paz nunca me hizo caso, yo si la amaba, y la amaba de verdad, pero ella no lo entendió. Ella es médico y vive en México. Se casó con un anastesiologo que luego la dejó por una practicante. Tampoco tuvo hijos. Yo me hubiese casado con ella mil veces, pero sus padres me creían poca cosa y como tenían dinero hablaban de clases sociales distintas. Quise tantas veces gritarles a la cara que estaban equivocados, pero no lo hice. Sé que es infeliz porque me lo dijo la última vez que chateamos. Dice que cómo quisiera que el tiempo volviera atrás para poder fijarse en mí como nunca lo hizo.
Toñito sigue viviendo con su mamá en la misma casa, y se sigue meciendo en la misma mecedora de antes. Sigue siendo un niño grande. Sus padres nunca quisieron enviarlo a una escuela especial. Cuando me ve siempre se ríe y recuerda cuando tirabamos piedras a la luna para que dejara de alumbrar. Me dice que me esperará en la noche para volver a hacerlo y habla y habla de los recuerdos de aquel grupo que fue parte de nuestras vidas. A veces al recordar al gordo y a Pedro se le salen las lágrimas. A mí también. Dice que aún no los olvida y que a veces en las noches se encuentra con todos nosotros y volvemos a ser felices, que en sus sueños siempre estamos igualitos...
La otra vez supe de Hector, ahora es gerente en Medellín de una gran empresa textil, que hace camisetas deportivas y distribuye a toda Colombia. Él no sabe nada y sabe todo, es una chispa y como es bien vivo se sale siempre con la suya. Nunca estudió nada de administración, y siempre está de gerente en grandes empresas. Siempre supe que era un adelantado en manejo de grupos, en los negocios y todo lo que fuera dirigir. Cuando era nuestro cabecilla siempre conseguíamos todo porque jamás se rendía. Sé que falsificó los diplomas para trabajar, pero ha salido adelante con sus artimañas.
Yo al final decidí estudiar y después me dediqué a contar historias como esta, y decidí escribir la historia de mis amigos y de nuestras tantas cosas. Ya no estamos juntos, pero los recuerdo a cada uno, a los que están y a los que se fueron. Escribo en una columna de un periódico nacional, y en varias revistas internacionales. Vivo en el extranjero, pero para poder nutrirme de ideas nuevas siempre debo regresar a aquella esquina, donde trato de encontrarlos y no los veo. Por eso escribo tanto, para formar personajes de ellos y de tantas cosas que no hicimos, por eso siempre vuelvo a mi esquina.
Esa que no era una esquina cualquiera, era mi esquina, nuestra esquina, la esquina donde nos reuníamos cada noche a pasar el tiempo. ¡Ahhhh, que tiempos aquellos!. Recuerdo que allí en esas calles nos dejó la inocencia arrebatada por los años.

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