domingo, 1 de abril de 2012

Soy de una Época que Añoro...

Ya no sé ni cuantas monedas me gasté en aquel teléfono público para llamar a mi novia que se había ido a otra ciudad, recuerdo que para encontrar el indicativo entre la guía de teléfono me llevé casi una hora y en hablar con ella menos de lo esperado. Ese teléfono se tragaba las monedas por segundos, nunca vi nada más rápido, no había empezado a hablar cuado ya estaba sonando la alarma para introducir otra moneda.

Si te busco te alejas, si me alejo me buscas. Quien entiende tus reacciones, quisiera entrar en ti para saber que piensas, pero ni aún así arreglaría las cosas. Las excusas son fáciles, ya todas están inventadas, solo hay que repetirlas. Soy de una época en que amar era distinto, y los años marcaban diferencias, en que las palabras se cumplían muy a pesar de que las cosas fueran más complejas.

Soy de una época que añoro, no porque esta no sea buena o mejor, sino porque soy de aquellos tiempos y la nostalgia me embarga. Muchos no me entenderán, otros a lo mejor si, pero no me importa. Vivir todo a un ritmo más acelerado que nuestro corazón no es bueno, y así se vive ahora, se camina sin ver bien los lugares por donde transitamos, porque siempre hay cosas más importantes que nos roban los momentos significativos y aparentemente simples de la vida. Los años nos muestran que esos momentos no eran tan simples como muchos pueden pensar hoy.

A nadie le gustaba quedar mal ni incumplir su palabra. En mis tiempos no se olvidaba tan fácil un amor, ahora los amores son más cortos y efímeros. No era tan fácil sacar un “te quiero”, pues salían del alma, ahora los “te amo” sobran en el ambiente, quizás porque muchos ni saben su significado real. Hay quienes se entregan a otros sin saber decir jamás un no, son como un vaso de agua que va de boca en boca, y sus labios ya carecen de sabor.

Hoy te he vuelto a extrañar, no soy de piedra, pero soy de otros tiempos, de otros años con más años a mis espaldas, y diferentes formas de ver las cosas. De unos tiempos en que no te encuentro en mis recuerdos porque no estabas. Hoy estás, pero no eres de mi época, y eso pesa. Nos distancian los años que nos separan, edades dispares, y aunque digan que el amor no entienda de eso, la realidad es otra. Cuando se percibe la frialdad de los polos, no hay nada que hacer, y eso lo he sentido algunas veces por más cálidas que suelan ser las palabras.

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