martes, 21 de febrero de 2012

No Era Real...

Bueno, al final supongo que ella era artificial, sí, como muchas de las de ahora, pero no de las que yo conocía, sino de las que me contaron algunos amigos, o vi en recientes películas. De las que confunden las cosas fácilmente, o creen que el amor es un juego y a amar se aprende jugando. De las de rostros superfluos que no creen indelebles las huellas del tiempo.

Su rostro de marfil me ilusionó, no lo puedo negar. Ahora al pensarlo bien, me pareció verla en varios maniquís de las vitrinas por donde me pasee varias veces en las tiendas de la Diagonal. Pero ella no me miró...porque no era real...

Nos conocimos por casualidad y aunque dicen que no existen, sé que fue una casualidad. Ella estaba aburrida de su rutina según decía, y yo tan solo me acostumbré a escucharla, y a escucharla, pero creo que jamás me escuchó ella a mí. Hoy no me importa, a lo mejor ella se lo perdió. Me fui no sé si enamorando de su voz, o de las cosas que me iba contando cada día. Era encantadora y me ponía a vagar en otras latitudes. Pero nada perdura solo por eso, las relaciones son algo más, algo donde no te sientas esa vía de escape de sus tantos caprichos, un somnífero cuando sienta sueño.

He amado de distintas formas, menos de las que hubiese querido, pero no se decide cuándo hacerlo, el amor llega solo. Si se busca rara vez sale bien, a lo mejor eso nos pasó. Buscamos algo forzado y al final lo forzado termina rompiéndose, ¿o a alguien le quedan dudas? No me arrepiento de haberla conocido, como de nada de lo que he hecho en mi vida, si de algunas cosas que no debieron pasar, pero pasaron.

Me gustaría haberla abrazado como se lo prometí, besarla a fuego lento, de esa forma ardiente en sus pechos de colinas, y robarle los sueños que nunca le robé. No la volví a buscar, tal vez era mejor que todo quedara así, a lo mejor ella lo prefería. Así como apareció en mi vida, desapareció, como una ilusión, un espejismo. Quizás fue algo antagónico a lo que pensé. No me gustan los amores de ficción, soy más realista aún con mi romanticismo implícito.

Dice una historia que ley una vez, que cada quien da lo que tiene, y cada quien ofreció aquí lo que tenía. No sé si fue mucho o poco lo que ofrecí, pero fui sincero y me entregué totalmente a sus sueños de cristal. A veces me pregunto ¿cómo amar a quien no se deja amar? fue como un crucigrama que no pude descifrar.

No sé si algún día muy lejano o cercano nos reencontremos, si su voz tenue me vuelva a envolver, o ya la encuentre lejana y distante como ella a mí, y no nos reconozcamos entre tanta gente.

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