viernes, 29 de julio de 2016

HAY PADRES Y PADRES...MARES Y MARES Y RISAS Y RISAS...

Para Eduardo de Oro Villalba, (Q. P. D.), el padre que Dios me dio"Hermano de mi Abuelita María de oro.


Mis ojos se cargan de lágrimas al recordar al padre que Dios nos dio (A mis hermanos y a mí), nos crió y nos formó llenos de estos valores que aun conservamos de forma sagrada en el cofre de nuestro corazón. Aún recuerdo cada día sus ojitos mirándome con fervor y amor inagotable. Un hombre de carácter fuerte como el acero pero lleno de un amor inimaginable tan amplio como los cielos y tan profundo como los mares, para darnos todo sin mezquindad, sin saber lo que eran los límites porque aunque los conocía, para los verdaderos padres los límites son inexistentes ante el amor que sienten por sus hijos, y lo digo con certeza porque ahora que soy padre lo logro comprender...


Eduardo no fue nuestro padre biológico, fue más que eso, porque nos hizo no sentir esa ausencia de quien si lo fue. Fue nuestro viejito querido, hermano de mi abuelita María, tío de mi mamá, y nos acompañó hasta que a los 84 años su vida nos dijo adiós entre los brazos de mi hermano Marlon y mios...fue un padre que no conoció la debilidad jamás para criarnos ante todas las adversidades que la misma vida le imponía. Ante las situaciones duras él era más duro. No se rendía nunca, ni conocía el miedo, eso decía siempre. Luchaba alegremente ante esas calles donde salía a buscarse la vida cada día cuando salía a vender, y mientras su rostro se iba llenando de más arrugas surcadas de sufrimiento, su amor se multiplicaba hacía nosotros (Mis hermanos Daisy Ospino PereiraMaospe Ospe y Damarys Ospino Pereira), de forma inconmensurable. Lo amamos como pudimos, pero llenos de inocencia, con la efervescencia que dan los años y la inexperiencia de nuestros días sin saber que poco a poco su vida se iba difuminando. Que gran dolor nos dejó su partida…la soledad por su adiós aun la siento en mi alma y mis ojos lloran por él, porque al llegar sus recuerdos a mi vida cada día constato más que fue un “padre bueno”…


Tantos atardeceres me traen su rostro cargado de arrugas ya indelebles marchitas por el sol. Sus cuentos aun los recuerdo con la misma nostalgia como se recuerda aquello que no quisimos perder jamás. No hay quien lo haya conocido y no recuerde esa figura indómita fiel reflejo de un carácter de los que ya no nacen y tantas historias retratan su vida. Sus miradas como punta de lanza desafiantes a quien osaba hacernos daño. Eduardo…dónde te encuentres ten siempre presente que sin ti no sé qué hubiese sido de nosotros, porque aun no entiendo cómo pudiste renunciar a tu vida para dedicarte a la nuestra…pocos seres tan altruistas existen. Desde que nací te vi junto a nosotros, sobre todo a Marlon a quien amabas de forma especial y él a ti. “El Chiquito”, así le decías por ser el más pequeño de los hermanitos en aquellos tiempos y ¡AY¡ de quien se metiera con él…


En las noches nos recontabas tus anécdotas muerto de risa con esas carcajadas que solo tú soltabas como palomas a los aires. Así es la vida, nos quedan tus recuerdos y más que eso, lo que forjaste en nosotros. Fui una vez al pueblo donde naciste, y aún te recuerdan llenos de alegría por tantas travesuras que hacías y yo creí eran mentiras cuando las contabas, y que fueron confirmadas por muchos como ciertas. Eres recordado allá por tu valentía, tenacidad, así como por tu lealtad a mi abuelita María. Pocos hombres como tú quedan hoy Eduardo. Fuiste un buen hombre. Padre no es solo serlo biológicamente, es algo más que eso, algo que muy pocos lograrán a comprender jamás. A lo mejor no todos nacieron con la tenacidad y el amor suficiente para serlo, y el mundo les quedó muy grande para cumplir con sus obligaciones sin sentirlas como obligaciones, sino como una gran oportunidad para vivir la vida de forma más hermosa y ver crecer a esos seres diminutos que poco a poco se van convirtiendo en personitas, siendo fiel reflejo de nosotros aunque no se parezcan, pero que llevan nuestra esencia.


Amo a mis hijos de una forma simple, sin ostentosidades, y de manera prudente para no contaminarlos con las cosas que no quiero que aprendan de mí, ni de cosas vanas ni superfluas, ya que la vida es algo más. Les enseño que las cosas materiales no serán jamás comparables al amor que les doy, por eso ellos crecerán y recordarán a su padre como aquel que he sido en realidad, no como quien no he sido, porque a ese no lo han conocido, ni lo conocerán jamás, porque la transparencia de mis actos no deja duda de quien soy, mis hijos siempre podrán hablar de su padre con orgullo, ese que da el derecho de ser “buen padre”, porque saben a ciencia cierta que aún algunas veces yo teniendo nada les he salido a conseguir todo para satisfacer sus necesidades, y no siempre caprichos, y cuando no lo he podido hacer ellos me han esperado con sus ojitos brillando y diciéndome que soy el mejor padre del mundo. Ellos han conocido a este padre que Dios les dio, el que tienen derecho de conocer todos los hijos porque para eso los trajeron al mundo. Enseñaré a mis hijos a ser buenos padres, aunque no venimos con libros de instrucciones, pero también es cierto que nadie da lo que no tiene en su corazón, y en su corazón solo hay amor, el amor que su padre les da cada día…ese amor les bastará para tratar de seguir el camino correcto si Dios les da la oportunidad de ser padres.


Soy un hijo bendecido, porque jamás me faltó ese amor…gracias Eduardo por ser quien fuiste y cumplir esa misión para la que te envió Dios. La cumpliste con honor, a cabalidad, como los grandes seres, por eso y mil cosas más que quisiera decir y no me alcanzarían para acabar este escrito, te agradezco entonces por ser “EL MEJOR PAPÁ DEL MUNDO”, porque aun sin ser en realidad nuestro padre biológico, si cumpliste con creces esa tarea que voluntariamente asumiste.


Por eso aunque muchas veces parezca, no todos los mares son iguales ni las risas suenan lo mismo...

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