miércoles, 11 de agosto de 2021

LA VIDA SE OLVIDÓ DE NUESTRO AYER

No era fácil encontrarnos después de tantos años. La vi a lo lejos y si me hubieran dicho que era ella jamás lo hubiera imaginado. Más de veinte años separaban nuestro adiós y muchas lágrimas habían inundado sus ojos que habían quedado secos y no me lo contó nadie, lo supe cuando la vi de cerca, con su mirada árida en sus ojos de luna.

La conocí en Paris y nunca la olvidé, porque dicen que el amor jamás se olvida, y tal vez sea cierto, pero lo que no dicen es que deja una huella honda en el alma cuando se va, que no se borra jamás y sientes que te va cortando por dentro como el filo de una espada.

Ahora allí de frente los dos por casualidad o quizás no, estábamos impávidos casi tres décadas después. Me miré reflejado en sus ojos grandes y mi cabello como mi rostro tampoco eran los mismos, porque el tiempo no perdona y también se había llevado lo mejor de mis años tiernos. Me vi en una escalera de caracol con su cintura entre mis brazos y sus manos frías. El corazón le latía de prisa como cuando nos hicimos aquella promesa que se nos fue de las manos.

Allí de frente los dos no sabíamos que hacer, porque actuar de forma natural como lo hacíamos antes ya no era posible, porque ya no era antes y muchos veranos habían marcado nuestra piel. Nos vimos sin darnos cuenta en una cafetería tomándonos un café, sin gustarnos el café. Es algo así como tener que hacer algo para no dejar pasar el momento, ese momento que dejamos pasar durante tantos años y sabes que es la última vez que podrás tratar de explicar quizás cosas inexplicables. Cosas que no las entendería nadie y son verdad.

Me contó que se había casado sin amor, pero era feliz a su manera, porque un hombre bueno había llegado a su vida y luego vinieron los hijos y la vida después de mi había sido buena con ella. Que se acostumbró a vivir así y luego cada quien se acomoda a la vida que escoge. Me dijo que la vida se olvidó de nuestro ayer y con el transcurso del tiempo nosotros mismos nos fuimos dejando arrastrar como las olas de nosotros mismos, que dejamos escapar la oportunidad que tuvimos de amarnos tal como lo prometimos y se nos caducó el amor. Me perdí en sus miradas como lo hacía siempre y su aroma era el mismo que me arrancó la vida misma.

¿De pronto escuché una voz muy fuerte llamándome, - me escuchas, que te pasa?, no ves que debemos pagar, que se nos hace tarde -. ¿Era mi novia Sofía, quien estaba sentada a mi frente con mis manos entre sus manos, y me decía, - estás como ido, en qué piensas mi amor? Le respondí, en nada importante, me distraje, solo eso, pagamos y nos marchamos.

Mientras nos marchábamos eché la vista atrás, y en la otra mesa estaba ella, mirándome fijamente como siempre, y ya sin lágrimas en los ojos me hizo un gesto como como cuando estábamos juntos y se fue desvaneciendo poco a poco de mi vida.

No hay comentarios:

Que tal te ha parecido este escrito

Buscar este blog