jueves, 16 de agosto de 2012

Semáforo en Rojo...

Nuevamente otro semáforo en rojo que me recuerda los peligros de sus ojos negros...

Todo empezó así: creo que nos conocimos como se conocen las personas que están predestinadas a no amarse de verdad, sino desde la distancia solamente.

Una tarde cualquiera salto su imagen en mi chat de una forma espontánea. Así apareció ella, y me contagió con su alegría de brisa veraniega y su chispa rebosante de juventud. 

Un amor no llega de la noche a la mañana como llegó ella a mi vida. La experiencia me dice que sus palabras fueron muy rápidas y de esa misma forma ella se iría. Siempre supe que no podía detener a quien nunca fue mía. Todos los días escuchaba su voz a lo lejos... y una rosa roja en mis recuerdos aún me habla de esos tiempos.

Llegó en esa época en que sucedieron muchas cosas raras en mi vida. Una fue ella. Y la otra mi otro yo. Los amores vienen y van como las risas y el llanto, como el divagar de un colibrí. Pero en realidad es algo libre, como un pájaro con alas grandes que turba el espacio y se hace pequeño a la distancia. Y se aleja cuando quiere sin restricciones, porque nada se lo impide. No vale la pena querer tenerla entre mis brazos hoy si aun así no llega ni con la aurora.

Me cuidé de decirle cosas que no sentía para no herirla, era mejor así, con la verdad era mejor. Y aunque casi siempre creí en ella, sé que en la mayoría de ocasiones me mintió. Hay quienes se acostumbran a hacerlo, porque creen que no tienen otra alternativa para que los demás los amen de verdad.

La mentira es como una montaña de naipes y al final de todo se derrumba cuando menos lo esperamos. Y sus cartas caen sobre nosotros mismos. El filo de la mentira es cortante, pero el de la verdad aún más. No podría negar que también mentí por ella, y por eso hoy sangran mis heridas.

Era un amor singular, como su forma de ser y decir las cosas. Algunas veces apasionada y loca, otras hermética y simple, mostrándose más fría que un iceberg, pero viéndolo bien así son los polos que tienden a derretirse. Quise comprenderla y de veras lo intenté, pero no pude. Tampoco vino con un manual de instrucciones para amarla. "No se pierde lo que no es nuestro...nadie da lo que no tiene..."

Mañana a lo mejor la vea, y tal vez así resurjan nuevos sueños entre nosotros, pero no hoy, estoy cansado de seguir una ruta que por más que parezca no me lleva a ninguna parte. Se mimetiza al querer tocarla y todo se vuelve oscuro. No la veo, ni aparece entonces. Es porque nuevamente está perdida en su mundo...y su mundo hoy no soy yo.

Otro semáforo en rojo como cuando vi sus ojos negros por primera vez. Como el que cruzamos para tratar de estar juntos. No hay compás de espera entre ella y yo, hay que frenar y eso trato. Veo luces a lo lejos que se me vienen encima de forma inesperada...no debo seguir, y aunque quiera debo parar. No hay que amar a quien no nos ama, es así de simple. Una vez me lo dijeron y no hice caso. Hoy las huellas de su sombra y el sabor de su ausencia pesan tanto.

Ha pasado ahora de largo por mi vida, la veo desde la ventana, y se va quedando lejos, muy atrás en la carretera. Todo pasa muy de prisa entre nosotros, y ya no puedo detenerme. No quiso subir en su momento, y éste momento ya no es de ella. Vuelve a ser mio, como fui yo de sus sueños tantas noches.

El rojo del semáforo desaparece, y me encandila un color verde con nuevos rayos de esperanzas. Esto me indica que es la hora de continuar mi trayecto. Todo vuelve a la normalidad. No volveré a escuchar su voz por estos tiempos, ni sus ojos me mirarán en sus mañanas. El tiempo pasa muy de prisa, y estos recuerdos serán añejos.

Poco a poco iremos perdiendo aquellas ganas de amar que nos quemaban por dentro...

No hay comentarios:

Que tal te ha parecido este escrito

Buscar este blog