sábado, 31 de marzo de 2012

Las Estrellas Perdidas de Henry...

Era una mañana de esas en que la imagen de ella se clavó en mis ojos para siempre, yo trataba de disimular, reteniendo con mucho esfuerzo las lágrimas que querían salir corriendo por las praderas de mis mejillas.

Observaba las casas que estaban detrás de ella a lo lejos, y perdían sus colores poco a poco como sus ojos el brillo que antes le resaltaba. ¿No se pueden querer dos personas de la misma forma? me preguntaba. Y que era eso que yo estaba sintiendo en mi pecho que retumbaba como un tambor. ¿Lo sentiría ella de la misma forma?

Helen se levantó dejando su taza llena. Cogió su bolso con su mano izquierda y lanzando una sórdida mirada se marchó sin despedirse. No era la primera vez que perdía un amor sin saber por qué. La quise de tantas formas que ya había olvidado cuantas veces la amé. Sin embargo ella parecía ahora no haber sentido lo que siempre juró sentir.

El tiempo pasa, y los amores también, le decía su padre. Un padre lleno de amores como el colibrí del néctar de las flores. Un padre sin estudios, pero con la carrera de la vida bien aprendida en cosas de amores. – no importa, le repetía constantemente, ya vendrá otra mejor, y con más tetas, no vez que cada día las tienen más grandes, ¿que será lo que comen?- con su tono vulgar. Y continuaba diciendo con más de dos cervezas encima - eso seguro te pasa por no hacerle lo que ella quería-.

Un escondite oscuro no siempre es un refugio clandestino, donde olvidarse de las penas, si son más que las cosas buenas que has vivido. Yacía arrinconado en nuestro escondite, pero ella no llegaba, ni llegaría, ya era tarde para muchas cosas. Allí acurrucado como lagartija no dejé de pensar en la última vez que estuvimos juntos. Fue tan dura, que su semblante se mimetizó, y con pasos agigantados se perdió como una sombra larga en mi mar de dudas.

Treinta y seis meses antes la había visto por primera en otra ciudad y bajo circunstancias distintas. Su olor impregnado en mi olfato me acompañó desde aquella noche en que las estrellas parecían rociar con su brillo sus cabellos que parecían resortes. Precisamente Estrella era su nombre, y nos fundimos más de una vez en el fuego de mil pasiones.

Al tocar sus muslos cálidos, a ella se le encendieron los cachetes y aceleró el corazón. La empujé sobre una tabla tirada en el suelo mientras le bajaba las bragas como podía, y metía mis dedos entre su raja húmeda, separándole las piernas sin la menor resistencia. Aquél día saboree su amor más ardiente y apasionado. Nos entregamos como locos, como lo quisimos desde el primer día que nos vimos. Pero de eso ya hacía años.

Una lánguida silueta se veía a lo lejos, caminando descalza sobre el adoquín de aquellas calles angostas y frías. Quedé mudo con un nudo en la garganta, y no dije nada, mientras observé como se acercaba. Estrella me miró y siguió como si no me hubiera visto. Nos dijimos tantas cosas en segundos, fueron los instantes más largos de mi vida, pero no pronunciamos palabra alguna. Pasamos el uno cerca del otro sin inmutarnos, mientras sabíamos lo que perdíamos. Éramos como dos trenes que se alejaban en distintas direcciones.

Bailando como aquella noche, me hubiera pasado toda la vida a su lado. Pero no había tiempo para tanto, esto no era una historia de cuentos de hadas. Se iba y punto. El reloj iba corriendo hacía atrás, y mi corazón sentía esa cuenta regresiva. Bailó conmigo, no sé como hice para deshacerme de Sandra, y Yelena, pero lo hice, solo para estar con ella. Llevaba una minifalda morada y un escote en su blusa que hacía ver más de la cuenta sus pechos pronunciados. Aún llevó marcada la cicatriz de sus uñas clavadas en mi pecho una vez que me encontró hablando de forma indiscreta con Yelena, y que para contentarla quise robarle un beso. De un zarpaso me arrancó el primero botón de mi camisa y una línea broto de mi pecho herido de dos maneras. Me dolió más la cicatriz que jamás he podido curar con su adiós, que la que quedó en mi pecho.

Recuerdo a tres mujeres distintas, y con sabores distintos en la misma época. Estrella, Helen y Stephanía. Todas fueron incomparables para mí. Con sus sabores y olores distintos, cada una me dejó marcada una huella de sentimientos puros e imborrables. Y también se llevó una parte de mí.

Estrella con su piel como el color de la canela, y unos jardines colgando de su cabellera. Era preciosa, de hombros y caderas anchas. Callada y sumisa, pero cuando reventaba era un volcán enardecido. No como Helen, a la cual jamás se le podía creer nada. Era creída y dueña de su entorno en todas partes se creía la reina de la fiesta. Algunos amigos aún me dicen que fue mi gran equivocación, que jamás me quiso, pero yo sé que si. En cambio Stephanía con su dulzura era el complemento que yo necesitaba, con sus piernas largas de atleta y madurez me enloquecía. Era inteligente y audaz, guiada por una iniciativa que le impedía rendirse ante cualquier obstáculo, y más si iba en contra de lo que ella estaba deseando. Fue una lástima que lo nuestro durara tan poco como los colores del arco iris. I

Todos sabemos que el pasado es inmutable, más no el amor. Dudamos muchas veces de tantas cosas, sin embargo allí seguimos sin hacer nada. “Vivir con la incertidumbre siempre es posible mientras no haya que tomar decisiones”, decía el profesor Esteve, y era así. En la encrucijada las cosas se ven más grises, y la respiración se acelera. La cuenta regresiva nos pone contra la pared. No hay vuelta de hoja.

Estrella era del lugar de donde quise ser yo. Del lugar de las estrellas, porque así brillaban sus ojos. “Permanecemos unidos a nuestra tierra hasta que morimos”, cosa que ley una vez, que es un sentimiento inagotable que nos llama constantemente y del cual jamás nos desprendemos. Yo quería permanecer pegado por siempre a ella, a sus labios carnosos de sabor a canela. Pero seguro no estábamos predestinados para amarnos.

Sus piernas se amarraban a las mías como enredaderas. Y al respirar su aliento nos convertíamos en uno solo. Su vientre fue el valle donde quise plantar mis ilusiones.

Los rayos de luz entraban por los calados de aquella pieza. Las sabanas sudadas de una noche de pasión, yacían mitad en el suelo y mitad en la cama. Estrella dejaba ver su figura esbelta medio cubierta por una almohada, mientras su trasero afrodisíaco se asomaba a los ojos de aquella noche. Yo la miraba en silencio mientras recordaba su cuerpo cargado de juventud. No olvidaba ninguno de sus gemidos que aún quemaban la alcoba. Sus cabellos de sortijas embellecían su espalda como racimos de uvas. Fue mía una sola vez, pero con esa bastó para no olvidarla.

Como todo el mundo que ama, yo sufría a solas mis penumbras. Nadie te puede consolar más que tu mismo me dijo Fran. Llegarás hasta donde quieras con este dolor. O te resignas o te marchitas, solo existen dos opciones. Tú decides cual camino seguir, el que aumente tus decepciones o el que te brinde la oportunidad de volver a ser feliz.

Estrella abría sus piernas dejando el camino libre mientras se retorcía por la calentura de mi lengua que se meneaba dentro de ella aumentando su excitación. Tenía los senos más perfectos que había visto, y la embestía salvajemente, mientras la tomaba por la cintura haciendo uso de mi pasión juvenil, y aquellas ganas acumuladas que me sobraban entonces.

El destino hizo que se cruzaran nuestras vidas en aquel tiempo, pero ella nunca volvió a mí.

Italia era distinta a muchas de las ciudades que había visitado en mi tiempo de mochilero, pero también cargaba su magia. Allá conocí a Soledad Salas, de tono cálido y sensual. Con un orgullo que pocos podrán saborear. No era mujer fácil. Me dolió mentirle, y jamás me lo perdonó aunque siguió conmigo no sé por qué. Algo por mi debía sentir más fuerte de lo que decía, que soportó tantas cosas, y hasta insinuó que nos casáramos a escondidas. Es más, que simuláramos nuestro matrimonio, cosa que jamás consentí.

Ella trabajaba en un restaurante por las mañanas y en las tardes daba clases de ingles a domicilio, a niños de familias ricas. Una noche cualquiera se volvió como loca, me reprochó todo lo que le vino en gana, al parecer se le subieron unas cuantas copas a la cabeza y jamás volví a saber de ella. Casi se tira por la ventanilla del taxi donde la llevaba a su casa. Esa noche al bajar del hotel en que nos encontrábamos, dentro del ascensor se subió la blusa y me dijo que le besara los senos, se desabrochó el sujetador y mientras íbamos parando el ascensor entre planta y planta, nos sorprendió el vigilante de seguridad casi cuando nos disponíamos a hacer otra de nuestras locuras. Nos echó como perros y ella salió enfurecida conmigo, como si yo fuera el culpable de todo. Juro que ese día ella fue irreconocible, era otra, y desde ese día comenzó lo nuestro a ir en declive.

Aquí estamos, en Francia, donde prometí que te regalaría nuestro anillo de compromiso, ¿a que es precioso ver todos esos puentes desde esta altura? Le pregunté a María del Mar. Aquí lo tienes. Me puse de rodillas y quedó perpleja, le puse el anillo que le había prometido un 28 de noviembre. Ella no lo podía creer. En ese momento me desperté, era otro sueño recurrente con ella. Una y otra vez me ocurría. Quizás me había obsesionado con María del Mar. Ella tan joven, yo la doblaba en edad, pero me decía que no le importaba. Era hija de un profesor que tuve en la universidad. Con sus hoyuelos en las mejillas me hipnotizó. Su cuerpo de princesa se retorcía en mis brazos una y otra vez diciéndome que me amaba y que yo nunca la amaría como ella a mí. Creo que se equivocó. El sudor de sus senos de almendra, recorría mi pecho mientras hacíamos el amor, me gustaba esa sensación, ver las góticas cálidas de sudor de nuestras tardes a escondidas era lo que me gustaba más de nuestra relación antagónica. Creo que me hubiera quedado sembrado a su cintura para siempre si no fuera porque tantas cosas nos lo prohibían.

A veces me preguntó donde andará con sus frases de oradora, y sus historias de películas. No puedo negar que me enamoré de ella locamente en los primeros días, aún sabiendo que lo nuestro era una locura y que así como había empezado terminaría. No dijo más mentiras porque no la dejé, me alejé, o mejor, nos alejamos entre la espesura de lo que se nos estaba viniendo encima. Andábamos sin horarios y descontrolados. La buscaba a todas horas y me cansé de seguir su juego, aunque hubo un tiempo en que seguí su juego, quizás porque también me gustaba jugar.

Desaparecimos el uno del otro, no sé si por orgullo, por desidia o por no dar el brazo a torcer primero en busca del otro. A lo mejor los dos salimos ganando, o perdiendo, hoy no lo sé, sólo el tiempo lo dirá.

Yo no había visto los castillos, dijo ella. Pues ya los viste, y hasta los has tocado le respondí. Has entrado en algunos y respirado su historia. Yo cuando era pequeño creía que no existían le dije, pero ahora sé que existen. No son como las pirámides, y no sé si tienen más historias, pero me gusta tocarlos y saber quienes vivieron en ellos. No esperé más de ella aquella noche entre esos muros gigantescos, y esas camas que aún olían a madera, que lo que ella misma quiso darme. No fue sumisa, ni concebí que lo fuera. A veces pienso que todos llegamos hasta donde queremos llegar, no hay líneas que impidan que volemos tan alto. Lo duro es cuando nos sorprende la caída.

Al día siguiente nos volvimos a ver. Estaba fresca, con sus ojos grandes alumbrándome la vida como farolas. No es fácil olvidar a una mujer así. Yo le arrebaté parte de su inocencia con mi fuego y mi sudor. Ella me entregó algunos de sus mejores días. Después de aquella tarde nos perdimos para siempre.

Al cabo de cuatro meses recibí una carta de Maryam, diciéndome que Helen había fallecido. El corazón se para con noticias así, y viví en segundos miles de instantes ya idos, pero no respiré, ni me moví, quedé como una estatua. Después de aquel día contaron mis amigos que mi rostro se tornó con un blanco espeso y se me opacó la mirada. Esos ojos brillantes y alegres que siempre tuve, dejaron de vivir se decían todos, y una inmensa soledad me invadió por más de dos años. A ella le había negado el beso que me pidió de despedida por andar empecinado con mi nuevo amor de fin de año. Con el tiempo las cosas se ven mejor, y quisiera que no se hubiera llevado aquel mal recuerdo que nos alejó. En el parque recuerdo que después de sus partidos de voleibol me acostaba sobre sus piernas en una banca, mientras acariciaba mi cabello con sus dedos de forma sutil. No se ama en un día ni se deja de amar en otro. Aquellas noches fueron especiales, aún me pregunto que nos pasó. Fuimos felices a nuestra manera en aquellos días, donde nos faltaban temas para seguir hablando sin parar, a la luz de la luna y las estrellas. A veces me la imagino en el cielo explicándome ¿Qué nos pasó? La vida muchas veces no nos da segundas oportunidades, y a ella se la llevaron los ángeles cuando a penas florecía su juventud.

Aquella tarde me quedé esperando su llamada, nada desespera más que la espera, y el saber que no te llamarán. Siempre supe que la perdería así. No tengo la culpa de amar de esta forma como lo hago, y menos como lo hice con ella. América es parte del mundo, y Europa es otra parte del mismo mundo, pero no son iguales, así como nosotros, agua y aceite. Teníamos formas muy distintas de ver las cosas, y aunque ella decía que yo era su vida, algo me decía que no era así. A veces creemos lo que queremos creer a medias, y la otra mitad de la mentira la escondemos, o desvirtuamos la realidad para seguir soñando. Hay quienes prefieren vivir soñando, así es mejor para alejarse de la realidad, esa realidad que muchas veces me amargó la vida.

Había ocurrido, y yo estaba allí para presenciar lo que no quería. Para que nadie me lo contara. Es mejor así, que duela de una vez todo lo que tiene que doler, para qué querer cambiar las cosas, que no van a cambiar. Es mejor dejarse llevar que luchar contra lo que no puede ser. La verdad suele doler solo una vez, la mentira duele siempre, y no se escapa de los recuerdos, retorna como el sol en las mañanas.

Me quedó mirando a mí alrededor, y todo giraba en torno a ella. Aún así decidí continuar.

No era bonita Helen, pero si guardaba en su mirada ese algo extraño que hipnotiza a cualquiera que la ve de la forma como yo la contemplé, y su bien definido trasero era la locura de quien osaba mirarla. Helen fue infiel como no lo ha sido ninguna de las chicas que tuve. Rompió el corazón a más de uno con sus ojos rasgados, y sus besos de acero taladraban corazones a doquier, pero nadie la vio llorar por amor. Dicen que alguna vez se enamoró, pero su corazón se estancó en ese tiempo sin regreso, y juró jamás volver a hacerlo. Sus besos de hielo no fueron de hielo para mi, y su fuego me quemó por dentro en las entrañas. Se instaló dentro de mí, pero al marcharse se llevó mis más profundas ganas de amar.

Mi lengua en su cuello era como un collar ardiendo, y la hacía sentir corrientes en otras partes me decía, a la vez que aquella fuerte presión en el pecho que la hacía de nuevo sentirse viva, como cuando fue joven en mis brazos y se me entregó por primera vez. Ya no somos los de antes, ambos lo sabemos, ni podemos cambiar la historia de nuestras vidas, la tierra no gira al revés y el reloj marca ya muchas horas.

No te das cuenta del silencio hasta que lo sufres en carne propia. Eran las palabras que yo había escuchado en innumerables ocasiones de mi padre, y ahora entendía lo que antes de alguna forma me resultaba incomprensible en ese tiempo.

Este lugar no me gusta hoy, pero es el lugar donde la conocí, y departí con ella momentos increíbles. Aún siento su olor en cada rincón. Le dejé una rosa roja en su casa, como la que le di el día que la conquisté. Y vi volar una mariposa a mi alrededor que me dejó su aroma. Prometió tantas cosas que no cumplió, por eso no me gustan las promesas. Quien mucho promete, poco cumple, me lo dicen los años vividos, aún así sé que no todos somos iguales y a lo mejor alguna vez quiera cumplir sus promesas.

Hoy sé que es más dura la sensación de estar a la deriva, que estar solo, porque además de estar solo, estás deambulando entre la nada y no te encuentras. Hoy me encontré todos estos bellos recuerdos en mi memoria y decidí escribirlos, por si con los años la memoria me falla, al leerlos sepa que fue lo que en realidad sucedió.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Las Etapas de la Amistad...

Me veo sentado mirando uno a uno a cada uno de ellos, si, a mis amigos de la infancia, mis cómplices de travesuras y aventuras de entonces. Con la magia de esos años inolvidables en que la inocencia reinaba en nosotros y creíamos que lo podríamos lograr todo porque nada era inalcanzable, ya que nada estaba escrito, sino para escribirlo nosotros.

Veo sus ojos llenos de dudas como los míos, y de ilusiones infinitas. Donde pensábamos que seguiríamos por siempre juntos, donde creímos que nada nos separaría.

Es inexplicable, la sencillez e inocencia de aquellos días en que juntos contábamos las estrellas, y reíamos a plenitud.

Al final crecemos, y así como se nos van los años, también se van desapareciendo algunos amigos en la vida, unos se alejan cuando menos lo piensas, otros se marchan como raíces que buscan otras rutas por donde seguir. Es inevitable que la vida siga su curso. Hoy cargo la nostalgia de sus risas y gestos que me acompañarán siempre aunque ellos se hayan ido.

Fue una amistad turbulenta, que creció como crecen los arboles, pero poco a poco cada uno tomo su camino e independencia. Gratos recuerdos me embargan de aquellos días.

Los mejores amigos, que se alejan pero no demasiado: siempre están conmigo, por mucho que nos alejemos, siempre reaparecen como las estrellas en las noches, como las miradas que alumbran los caminos cuando nos encontramos perdidos. Esos amigos por mucho que se alejen, siempre están allí, como si jamás se hubiesen marchado de nosotros. Sin reclamarnos por la ausencia, sin reprocharnos nuestro silencio.

Siguen vivos en mí cada día, son una parte de mi historia, de mi vida, de mi respirar. Los amigos son la esencia de la propia vida, imposible vivir sin ellos.

lunes, 19 de marzo de 2012

Castillos de Arena...

Ayer me encontré con su hermosa pero triste mirada. Me pregunté si podía hacer algo para hacerla feliz. Y bueno, me lancé sin paracaídas y luchando contra todo por llegar a ella. Logré vencer el miedo y los miles obstáculos que surgieron de imprevisto. Desde aquel día no dejé de pensar en ella. Pasaron así las mañanas y tardes, y un día le dije todo lo que llevaba dentro, y lo que me profesaban sus ojos tristes. Me dijo que ella pertenecía a otro, pero no su corazón, que desde el primer día que hablamos sintió como le había robado todos sus sueños e ilusiones.

Me pidió tiempo. Su aroma me quedó impregnado y la magia de sus palabras aún me envuelve en las mañanas. Muchas veces la imagino a mi lado, con su rostro sobre mi pecho, tan cerca con su olor a almendras. Y tan lejana como la tristeza que llevan sus ojos.

Cuando recuerdo su mirada y sus frases llenas de la simplicidad con la que ha sido tratada, yo entiendo que llora porque es prisionera en un mundo de incomprensiones, donde aparentemente tiene todo, pero donde ella solo existe sin existir, es oída sin ser escuchada y ese mundo es el reflejo de algo que no quiere y de lo que no es fácil desprenderse, porque es su mundo y no hay nada ni nadie más donde sostenerse. Amar no es fácil me dijo, que él la amó, pero fue cambiando poco a poco, y ella no dio se cuenta. Se pregunta ¿cómo él puede ser la misma persona a quien ella entregó sus besos más puros?

Me sostiene hoy en pie la esperanza de sentir su cuerpo junto al mío, sin caricias, ni promesas inciertas. No hacen falta cuando se ama con libertad, sin restricciones, sin esperar nada a cambio, sólo tener tiempo para amar y ser amado. Su sola voz me alegra el alma.

Tal vez en una noche de euforia un día en que brillen las estrellas más que hoy, se prenda a mi piel y empiece de nuevo a confiar en un amor que no revele sus secretos más íntimos. Que no cuestione su corazón creyendo ser juez, ni se aproveche de sus sentimientos. Manipular no es bueno, lo sabemos todos, pero quien lo vive es quien lo sufre. Hay Princesas en Castillos de Arena, que se desploman de un momento a otro siendo su mundo un corazón deshecho.

No todos saben amar, amar se aprende amando sin egoísmos, ni condiciones, teniendo nuestro espacio para dejar de hacerlo sin temor a reproches cuando así lo queramos. El amor llega solo, y solo se va, sin pensamientos preconcebidos.

Me enamoré de ella desde el primer día que escuché su voz de niña triste y confundida, desde aquella primera vez, pero también sé que quizás jamás pueda sentir sus labios rozando los míos, ni el fuego de sus pechos entre mis labios. Aún recuerdo sus suaves palabras diciendo: "sólo seré para ti" con un eco que se pierde entre la soledad de esta distancia que nos abruma.

Ella sigue tan altiva como cuando él la conoció...pero con un poco más de experiencia en su Castillo de Arena que se desploma poco a poco...

Hay, murallas más grandes que las de la heroica que se interponen a su romance. Inevitables vientos la alejan del ser que ama. Ella dice: "Que lo esperará siempre", y él aún duerme soñando "Que la tiene entre sus brazos".

jueves, 15 de marzo de 2012

La Historia de tu Vida y de la Mía...

He decidido componer esta canción, con todito el corazón
por los tiempos que me diste...
por los sueños, ilusiones y pasiones, y todos esos momentos
en que tan feliz me hiciste...

Por hacerme tan feliz en ese tiempo...mujer...
y por ser las alegrías de mis días...también...
como cuando...enamorado se camina, agarrado de la mano
con quien se quiere querer...

He observado el firmamento y tu presencia...hoy la veo tan lejos...
ya no importa si nos faltan esos besos...que no nos dimos...
porque un día fuimos un gran amor...

Es la historia de tu vida y de la mía sin tanta filosofía...
espero que seas feliz...
también quiero decirte con estos versos que te quise como a nadie
pero no eras para mi...

Solo quise complacer aquellos sueños...que me pediste...
y escuchar la sinfonía de tus palabras...entre mis besos...
y ser la esencia de tu pasión...

Es la historia de tu vida y de la mía sin tanta filosofía...
de las cosas que viví...
también quiero decirte con mis canciones que te quise como a nadie
y como a nadie te perdí...

He decidido componer esta canción, sin hablar con la razón
si es que loco me volviste...
con tus miradas, fantasías, y tus abrazos, y toditos los besazos
esos que me prometiste...

Por decirme que yo era toda tu vida...mujer...
y jurarme que nunca me borrarías...de tu ser...
porque de todas...eras la más bonita, la que alegraba mi vista
la dueña de mi querer...

He pedido al de los cielos que por siempre...guarde tus pasos...
que te brille la esperanza eternamente...en el corazón...
como en los tiempos entre tú y yo...

Es la historia de tu vida y de la mía sin tanta filosofía...
espero que seas feliz...
también quiero decirte con estos versos que te quise como a nadie
pero no eras para mi...

Solo quise complacer tus ilusiones...y tus anhelos...
convertir en realidad aquellas palabras...que eran tus sueños...
y ser la hoguera de tu pasión...

Es la historia de tu vida y de la mía sin tanta filosofía...
de las cosas que viví...
también quiero decirte con mis canciones que te quise como a nadie
y como a nadie te perdí...

martes, 13 de marzo de 2012

Fuimos Parte de lo Absurdo...

Fuimos parte de lo absurdo...
ella pensó que yo era un beso incierto
yo pensé que ella era un regalo de Dios...

Nos equivocamos los dos
yo al pensar que ella me quería
y ella al creer que yo no podría olvidarla...

Cruzamos el puente
sin darnos cuenta que se quemó a nuestro paso
ella me recordará a lo lejos
yo olvidaré el olor de sus pechos...

Ella se mirará en el espejo
y me imaginará sonriendo a su lado
mirándola y diciéndole frases de amor...

Yo dejaré de pronunciar
las letras de su nombre y a pensarla en voz alta
ya el tren se nos pasó
ella no quiso subir y yo no quise bajar...

Se nos agotó el reloj de arena
la diplomacia esquiva hoy nuestras frases
juró en vano esperarme por siempre
mientras hoy rompí sus cartas y las eché al olvido...

Atrás se nos quedaron sueños vacíos
nuestras ilusiones ya no brillan en sus ojos
mientras nacen otras
hay sentimientos distintos en su alma
y en la mía resuenan sus palabras imborrables...

Estuvimos vagando perdidos en el tiempo
hoy solo somos lo que la vida quiso
ella con sus omisiones tomó un camino
distinto al que sus palabras me habían mostrado...

Fuimos parte de lo absurdo
ella pensó que yo era un beso incierto
yo pensé que ella era un regalo de Dios...

lunes, 12 de marzo de 2012

Ella No Era Un Amor Cualquiera...

Hoy he perdido un gran amor, pero ella no era un amor cualquiera, era un amor distinto, de los de antes. Me volví a tropezar con la misma piedra, pero no importa, y aunque no vea más sus ojos, los imaginaré como estrellas gigantescas alumbrando la luna. La luna era ella, y yo era su sol, bueno eso decía. Ahora veo que no todo lo que a uno le dicen suele ser verdad, ni toda verdad puede ser para siempre. Las cosas suelen cambiar cuando menos lo esperas.

Eras más que lo que tu misma pensaste, pero no puedo cambiar tus sentimientos. Quien decide volar vuela, no se pueden detener sus alas si quiere hacerlo. Hay caminos más fáciles y otros más duros, solo espero que le depare uno donde pueda realizar sus sueños.

Hoy el camino es áspero y duro, largo y esquivo, pero aún así seguiré como si nada, al final todos subimos la cuesta si nos esforzamos. Al final todos somos iguales, de una u otra forma no somos infalibles, y fallamos a veces con quien menos queremos, o debemos.

La vida nos brinda sorpresas, y al final solo hay una misma línea que veamosla por donde la veamos, nos lleva al mismo lugar, al de los cuestionamientos inevitables, al de los errores incuestionables, al de las perdidas irremediables.

Mi corazón no es de piedra, sus palabras son de hielo. Ya lo sabía, por eso no me gusta que me prometan nada, al final de todo casi nunca cumplen en cosas de amores, pocas personas tienen palabras certeras, y no cumplen sus promesas. Algunos seguimos siento tan inocentes como cuando nacimos. Crecemos por fuera, más no por dentro. La inocencia es linda en los niños, pero cuando con falacias te mienten, te planteas muchas cosas.

Es fácil hacer daño y hacerse la victima. Pero dicen que no hay culpables ni victimas en cuestiones de amor, solo partes que les toca vivir un papel en una historia, pero a veces esa historia se repite, y es cuando hay que replantearse en donde hemos fallado. En quien hemos creído, en alguien que nos engañó o que idealizamos en nuestro mundo para sentirnos más felices a su lado.

No se deja de amar en un instante, imposible olvidar en un segundo aunque el rencor te queme por dentro. Buscar en la aurora hoy sus labios y sentir el murmullo de la soledad que siempre fue de ella hoy es sinónimo de ella nuevamente.

Te veo a lo lejos nadar, y alejarte de mi una vez más, ya no diviso tu rostro, eres otra, tus brazos se alargan como tus sentimientos hacía otros labios más cercanos. No siento nada, es mejor así. Evitar sufrir es mejor, y solo se hace aceptando la realidad. Hoy he entendido que no eras para mi, por más que luché por volver a tus brazos el destino nos volvió a despedir.

Adios Sirenita de mis mares, adiós luna de mis sueños, tal vez en otra vida nos volvamos a encontrar...porque en esta vida no nos pudimos amar...

miércoles, 7 de marzo de 2012

Nos Confundió el Amor...




















Así nos confundió el amor…así nos engaño el amor…
Apareciste como los luceros y después marchaste entre mil estrellas
Un cielo ahora es mi pecho abierto que busca en desiertos hoy tu voz tan bella
Te convertiste en todos mis sueños, en mis madrugadas, mi noche y mis días…
Te adueñaste de mis suspiros y de mis latidos, yo que más quería…
Fuiste más que mis ilusiones…la dueña de mi corazón…

Así nos confundió el amor…así nos engañó el amor…
Tal vez no escuché tus palabras, nos faltaron besos, no bastaron rosas
O te quise fue a mi manera, por eso es que hoy sufro por tantas cosas
Nunca pensé quererte tanto, ni perder tú encanto, eras todo en mi vida…
Jamás quise dejar en tu alma estas desilusiones, ni una gran herida…
Fuiste más que mis realidades…la dueña de esta gran pasión…

Qué lindo fue cuando empezamos en aquellos días cuando la alegría
era el firmamento de tantos momentos, de mil sueños nuevos de amor y calor…
Pero nos alcanzó el orgullo y confundió en instantes, y destruyó lo nuestro,
se instaló por dentro, se marchó Cupido, y ahora al darnos cuenta nos dejó un dolor…

Así nos confundió el amor ya ves…
Así nos engañó el amor también…
Yo no sé cómo voy a hacer para sacarte ahora de mi corazón...

Perderte a ti se ha vuelto mi tormento, es buscar tus besos en la eternidad,
es mirar tus ojos, tu silueta y encontrar tu sombra en esta soledad…

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