lunes, 16 de junio de 2008

La De Los Ojos Lindos

La de los ojos lindos tan radiantes de ayer
la busco en todas partes y no la puedo encontrar
tal vez ya no recuerde cuantas veces la vi
alegre como estrella con sus ganas de amar.


De pronto es que ha olvidado mis caricias de amor
tal vez ya no recuerde lo feliz que yo fui
o quizás ha encontrado una nueva ilusión
que arrancó los recuerdos que llevaba de mi.


La de los ojos lindos…
yo no la olvido y jamás la olvidaré
porque la quise y como a nadie en la vida yo la amé...
…que gran amor…

Tal vez una balanza nos recuerde a los dos
lo feliz que ya fuimos sin tener que soñar
tal vez aquel octubre le recuerde que yo
le di en aquellos años lo mejor de mi amor.
Quizás una mañana distinta a la de hoy
recuerde entre el silencio lo que sentía por mi
de pronto en una noche distinta a la de ayer
recuerde aquel momento cuando la conocí.

La de los ojos lindos que no he vuelto a mirar
esconde los secretos que se llevó de mi
y sabe que la amaba como a nadie amé yo
sabe que lo adoraba como no imaginé.


De pronto no me amaba como me decía ayer
o tal vez se ha aburrido de lo que fue mi amor
o quizás ha entendido que es mejor un adiós
y no estar anhelando algo que no puede ser.


La de los ojos lindos…
yo no la olvido y jamás la olvidaré
porque la quise y como a nadie en la vida yo la amé...
...que gran amor...
Tal vez en una isla se perdió nuestro amor
sabiendo que muy pronto tu me ibas a olvidar
dicen que está sufriendo y llorando en soledad
y sólo lo visitan unas olas del mar.
Tal vez nos encontremos cuando viejos los dos
y florezcan tus risas como en el tiempo aquel
y tus ojos me digan que aún me quieres querer
y mis labios te digan que aún me falta tu amor.



Poema publicado en Diciembre de 2005 en la Revista CATARSIS, difundida en España.

Otra Mentira

No te marches amor, no sé que voy a hacer sin ti. Sé que no volverás, algo me lo dice y me da mucho miedo que no regreses. Sé que si te marchas y no regresas, me voy a morir de dolor.
-Tienes que ser fuerte y saber esperar - fueron mis palabras-
-pero que quieres que haga - respondió ella - si te quiero y tu tienes allá a otra persona a quien amar. No debí seguir contigo, ahora me toca sufrir por eso, lo sé...
-el tiempo pasa rápido, no te aferres a cosas que no van a suceder, no entiendo por qué estás tan pesimista, no es bueno que estes tan negativa y...- le dije -
- me interrumpió diciendo - si no vuelves no sé que va a ser de mi, es más, estoy segura que no seré para nadie más y tu sabes que es así, pues no quiero estar en los brazos de otra persona mientras mi verdadero amor se diluye en los labios de otra - no digas eso, respondí - no vale la pena atormentarte en futuros inciertos, además, podría llegar a tu vida otro amor mejor que yo, la vida es así y no sabemos en que esquina nos esté esperando, dale tiempo al tiempo, ya que es quien decide en realidad el destino de las cosas y los seres -
Hace ya tanto de aquellas palabras y aún me pregunto como se pueden decir tantas cosas en las redes del amor, sin meditarlas por estar en esa burbuja que nos disfraza el alma. Razono incesantemente ante esos recuerdos y deduzco que el amor es un instante en un momento determinante en la vida de todos, que nos quema un día tan sórdidamente y al amanecer no es más que el frío de un témpano de hielo que queda diluyendo nuestros pasos.
Tal vez aquella fue otra mentira más, de esas que escuché entre las turbulentas alas de cupido en su vuelo al azar, o entre los regazos del amor de aquella mujer que un día me entregó sus sueños.

Hoy a ciencia cierta creo, que no fui sólo el que mintió...

Relato publicado en Mayo de 2004 en La Revista Entreletras, difundida en Barcelona.

El Tiempo Que Perdí

A aquellos años en la Concentración Educativa
Alberto Elías Fernández Baena


Mirando al infinito emulo a las estrellas

para ver si es que ellas me complacen a mi

y hacen que el cielo aquí sea como en Cartagena

como en la Ciudad aquella del tiempo que perdí.

Mi Escuela y su campana, con filas en el patio

repleta de muchachos de escasa condición

que siguieron sus vidas como aquellas raices

cual verso que un día hice a la concentración.

Edades de otros tiempos y calles polvorientas

mentes menos despiertas con sol de porvenir

amigos inocentes que éramos como hermanos

nos dabamos la mano para evitar sufrir.

Como quisiera hoy ser la maquina del tiempo

para otra vez volver de nuevo a aquellos tiempos

...decirle a unos Abuelos que siempre los amé

pues nunca se los dije y en soledad lloré...

Vivamos plenamente estos días que ahora vemos

cuando menos esperas, se nos rompen los frenos

se van nuestros suspiros con toda su pureza

cual palabras viajeras que nunca las apresas.

Quiero vuelvan los sueños y ojazos penetrantes

de esas hermosas chicas que hasta me hacían volar

porque en sus brazos fuí libre como los vientos

y entre sus labios frescos forjaron mi vivir.

Deseo mirar las calles que aun me están esperando

para buscar en ellas a quien nunca olvidé

y si guarda tristeza, borraré sus recuerdos

y promesas inciertas que jamás cumpliré...

Siento estupor muy grande al esbozar mi verso

que más bien es un llanto que se ascapa de mi

y ese gran fugitivo de lo que voy penando

es el tiempo furtivo que sin querer perdí.


Publicado en Agosto de 2003 en Barcelona.

Breve comentario sobre el Autor


Desde lejanos horizontes llega como un velero en alta mar este escritor Colombiano, oriundo de Cartagena de Indias "el corralito de piedra". Hermosa Ciudad amurallada, rodeada y bañada por las cristalinas aguas del mar Caribe.
Llega a España en el año 1998, e instala su residencia en la mediterránea Ciudad de Barcelona, convirtiéndose ésta en sede tangible de sus bellos escritos.
Este autor de libros inéditos como "Rojo y Negro", "Siete Cuentos De Mi Vida", "Esas Prosas De Ayer" y de algunos escritos como "Aquel Pañuelo" y "Mis Versos De Papel", ha sido premiado en diversos Certámenes de amplio reconocimiento literario y su trayectoria a la vez como exprofesor de leyes y ciencias políticas, le hacen ver la vida desde distintas gamas y perspectivas. Con la profundidad que desprende en la mirada va adornando el papel con recuerdos de su vida, mostrando en cada gesto el candor de su tierra y al igual que cada uno de sus versos es sereno, nostálgico y reflexivo, mientras va escondiendo en las entrañas los misterios de su ser.
Nosotros...Los De Ahora
Nosotros...los de ahora ya no somos como antes...
¿cuantos años han pasado
y cuantas tardes apagado?
Ven tú y dímelo que ya no lo sé.
He perdido la cuenta de aquellos recuerdos
que creí inolvidables...
De olores a Abuelos y un fuerte aguacero
que marchó sin mi.
Dónde están esos besos de acero,
mis perros de antaño y la vecina mirando.
Dónde están los suspiros de niño...
mis amigos de siempre y lo que estoy recordando.
Donde está lo que tanto anhelamos
y tan fácil perdimos...
O es que tal vez
Nosotros...los de ahora ya no somos como antes.

Publicado en Febrero de 2002 en en Libro Semillas de Luz.

Como Quisiera Volver

Para Z.R.T.

Por muy lejos que vayan esos años,

siempre vivirán como tu en mi memoria.

Estuve joven y dejé escapar momentos

muy dichosos de mi vida

y hoy voy buscando

los amores más hermosos que ya no vendrán.

Con mi locura también se fue

tu juventud

y nuestros sueños

murieron ya.

Cómo quisiera ahora ver

algunos años atrás

aquel muchacho que miraba tenuamente

a una mujer.

Hoy busco ansioso, sigiloso y fugazmente

el amor que perdí

eternamente voy muriendo en cada paso

que me aleja de ti.

Cómo quisiera volver

y aquellos años vivir

cómo quisiera que tus ojos nuevamente

supieran de mi.

Tal vez recuerde cuando viejo con nostalgia

que tú me querías

tal vez me llore en mil pedazos el alma

por perderte a ti

tal vez nos encontremos ahora en otros brazos

pensando en los días

que fugazmente allá en nuestras vidas

bailaba el amor.

Cómo quisiera saber

si aún te acuerdas de mi

cómo quisiera que mis labios nuevamente

te hicieran feliz

cómo quisiera que tus labios nuevamente

me hicieran vivir.

Publicada en el año 2002 en la Revista Catarsis, editada en España.

El Sabor De Tu Adiós



Muchas veces lo que parece ser un fracaso,
suele ser una gran oportunidad.

Cuántas veces me perdí en tus miradas de oliva

en dos ojos fascinantes de un secreto disperso

cuántas veces pude amarte sin restar belleza

cuántas veces quise odiarte pero claudiqué.


Cuántas veces...

lloré tu desamor escondido en silencio...

¿Cuántas veces?

en verdad no lo sé...


Si fueron días, o semanas o hasta un año se fue

¿Que voy a hacer sin tu querer?


Voy deshojando de mis libros poemas que te escribí...

van pregonando estas distancias que podré hacer sin ti

un trago amargo me subsume y poco deja vivir...

se va alargando mi anochecer.


Ya no me asustan los fantasmas que no dejan dormir

si hasta han llorado con mis penas sin aliviar dolor

me he acostumbrado a esos intentos que nada hacen en mi

y van sufriendo con mi llorar...


Busca en tus labios aquel beso que escondimos los dos

guardan mis ojos el dolor de tu adiós

voy mitigando lo deseado que jamás volví a ver...

algo sagrado que no pudo ser.


Cuántas veces...

oculté el desamor en sonrisas de infancia...

¿Cuántas veces?

lo quisiera saber...


Si fue un instante, un segundo o un minuto se fue

¿Que voy a hacer sin tu querer?


Voy consumido...cuestionando mi confesión de amor...

voy desafiando ese pasado y un escaso valor

a pecho abierto he descubierto lo que es vivir sin ti...

es ir ahogándome en soledad.


Poesía publicada en Marzo de 2002 en la Revista Miscelánea Literaria.

Cascadas Rizadas


A (E.C. R.)
y aquellas mañanas inolvidables.




Llegó el verano
y me trajo vientos frescos de allá
de aquella tierra de mis amores...
y también trajo
recuerdos que no logro olvidar...
mi triste noche de desamores.
Cabellos frescos como cascadas
que en la alborada no fueron para mi
figura esbelta...más bien tallada
la más deseada en mi tiempo juvenil...
En las mañanas pasabas para verme
yo te esperaba para verte pasar...
mientras andabas tú no me decías nada
mientras callabas deseabas mi mirar
mientras andabas yo no te decía nada
mientras callabas deseaba tu mirar...
Sólo pude una vez rodear tu cuerpo
tocar tus manos, bailaste junto a mi
sólo pude esa vez
hablar con tu alma
y en un instante pude ser feliz...
Pero se acabó todo y pasado estaba el tiempo
tú tenías que marchar...
te ibas para otras tierras y por eso lo nuestro
nunca pudo empezar...
Quedamos con las ganas...
moríamos de amor
y aún me quema el fogaje que desprendías tú
sin recuperarme hoy te hago esta canción
Cabellos rizados...miradas de sol
cascadas rizadas con fuego de amor...

Publicado en Julio de 2002, en la Revista Catarsis. Editada en España.

Pasado...Presente...y Tu Olvido Soy Yo...


Año 2001

Hoy que empiezan a pesarme los besos de amor
que he guardado de tus labios tan tiernos ¿por qué?
te confieso y de veras profeso a la vez
que en tu ausencia el verano es invierno sin ser

Hoy que busco en los cálidos días del ayer
la razón que haga hablar tu silencio esta vez
me diluyo en los híbridos tiempos también
del pasado...presente...y tu olvido soy yo...

Hoy que has vuelto cual sombra al ocaso la hiel,
manantial que ha quedado en sequía si sol,
melodrama sin la sinfonía que fui
que a la trama adiciona secreto y dolor

Hoy que escribo y rehúso al motivo ¿cual fue?
el que puso otro rumbo a mis pasos ¿por qué?
si tus besos, miradas y abrazos lloré
ya que han sido los que más he querido yo

Hoy que busco y no veo tu silueta en la faz
destellando en aquel firmamento por mi,
el recuerdo me lleva hasta el tiempo tan cruel
del pasado...presente...y tu olvido volvió...

Hoy que empiezan a faltarme los besos que di
y aquel mar de promesas inciertas perdí,
reconozco en premisas que también te amé
y he querido aceptar que aún te quiero mujer...


Década De Los Noventa


A Eduardo y María De Oro,
mis viejos del alma.
Te fuiste década de los noventa
cargada de olores a humedad
de aquellos días sin ir a clases
y de unos labios que esperarán.
Te fuiste con este siglo
y algunos te echaban a golpes
y yo en la nostalgia
sufrí impotente tu último andar.
Te fuiste con mis seres queridos
te fuiste con mis viejos del alma
con ganas de haber vivido
esos tiempos con más calma.
Te fuiste con sabor agridulce
bañada con un olor a caña
llevando tu vejez escondida
bien oculta en las entrañas.
Te fuiste década inigualable
dejándo al amor de mi vida
en trayectos de abogado
futbolista en algún lado
y en el alma un profesor.
Te fusite y tal vez
esperaste más de mi
te fuiste
y compraste pasaje sin regreso
sabiendo bien
que no podrías volver
entonces...
te tendré que extrañar.
Adiós queridos años
ya jamás volveremos a vernos
adiós historias y cuentos
adiós amores y olvido.
adiós decada de los noventa
ya jamás volveremos a hablar
pero me dejas tus sabores...
esos que no pasarán
Poema publicado en Junio de 2000, en el libro Inquietudes Del Alma. Editado en España.

sábado, 14 de junio de 2008

Catarsis


Revista Catarsis (año 1999)

Antes De La Incesante y Fría Lluvia De Tus Amores

Salen hoy de mis manos algunas cosas ya vueltas frases y recuerdo que una vez tuve sueños y fui feliz por corto tiempo…pero un día regresaron recuerdos de otros años y pude percibir que algunos quedaron cubiertos tristemente por el olvido…sin embargo también he comprendido después de todo, que a veces necesito estar triste para sentirme solo con mi conciencia, mientras restauro imágenes perdidas de aquellos años que no quise perder y descubro que alguna vez, ella fue feliz a mi lado, como también lo fui yo…
A veces logro divisar algunos rasgos de su amor y me la imagino en aquellos ya lejanos recuerdos, y sé que su cuerpo le agradece por haberle dedicado esos instantes que hoy prolongan su belleza y alargan aún más su juventud…entonces la veo en esos antiguos momentos disfrutando de su buen gusto por vivir…
No sé bien, si es ése recuerdo o la nostalgia lo que persiste en mi memoria…pero veo bellas imágenes de entonces y creo que adapté días a sus exigencias y en cada instante reinvente mi corta historia…cada día fue un nuevo sueño con ella en mis brazos…pero eso fue antes de la incesante y fría lluvia de sus amores…

Amiga...dicen que...


Es mejor no preocuparnos por ese mañana que quizás jamás llegue.


Amiga, dicen que las cosas cuando pasan, pasan por algo…dicen que es mejor amar aunque después perdamos, que no haber amado jamás…dicen que después de una fuerte tormenta viene la calma…también dicen que el tiempo es el mejor remedio para el desamor…y yo te digo…tranquila, que aquellos que no valoran nuestros sentimientos y dan un revés a nuestro corazón, son quienes se pierden la dicha de ser amados y de ser queridos como una vez pudimos haberlos querido nosotros, pero tampoco podemos obligar a esas personas a hacer algo que no sienten, ni que piensen como creemos debieran pensar…
Las cosas casi nunca son como queremos, imagínate si a cada uno de nosotros se nos cumplieran las cosas o los deseos de nuestra vida, seguro que este mundo fuera un caos…ya que hay millones de personas que quieren las mismas cosas a la vez, y también hay quienes no deben tenerlas…dime, ¿Que crees que pasaría entonces si a todos se nos cumplieran los deseos?
He notado que eres una persona inteligente, sabrás reflexionar sobre lo que aquí te digo, todo esto lo sabes, pero no sabemos darnos consejos nosotros mismos…
Sé que es en estos momentos cuando ves que a veces no cuentas con nadie a tu lado, todo se torna oscuro, sin sentido ves tu vida…ten calma que todo pasa, cuando estuve en una situación semejante, un amigo me dijo: Tranquilo, todo pasa con el tiempo, todo lo que sube baja y todo lo que empieza acaba, eso es como la ley de la gravedad o la de de Acción o reacción “toda acción genera una reacción de sentido contrario, pero con la misma intensidad” o sea, que las cosas que estás viviendo en aspecto negativo pasarán y así como lo estás pasando muy mal, también vendrán momentos muy gratificantes en tu vida…a mi me pasó igual y aquí estoy, tu no me viste, ni te imaginas lo que viví…fue un mismo infierno…ahora lo más negro y duro que me pasa, que me pase…así como digo…que me pase…porque sé que pasará…Es ley de vida. Todo lo que es materia vive un proceso de constante cambio. Las deudas no nos matarán, están allí y seguirán, no las vamos a pagar pensando toda la noche en ellas, nosotros somos parte de la solución, no el problema en si, si nos enfrascamos en pensamientos negativos lo que buscaremos es enfermarnos, dormir mal. Los problemas en la vida son más mentales que reales, no quiero decir que los tuyos no son reales, quiero decir que los hacemos más grandes mientras más pensamos en ellos, es un monstruo que se alimenta de nosotros y los vamos haciendo grandes, son enanos que alimentamos con nuestros pensamientos. Hay que ser claros y contundentes al tomar las decisiones significativas de nuestra vida, es así y nada más…
¿Que quieres hacer?, pues trata de hacerlo lo mejor posible. El problema cualquiera que sea ya está, ¿como se puede solucionar? Y si se tienen que tomar medidas aunque sean duras y lo tienes claro, pues se tomarán. No hay vuelta de hoja. Lo importante es que lo que hagas, lo hagas segura de ti misma y no porque alguien te induzca a ello.
Todo en la vida cambia, se transforma, no pretendamos que las personas que amamos o que nos rodean no lo hagan. Ya sé que duele, pero es así.
Tu me enseñaste y lo recuerdo muy bien, que la vida es cíclica, todo vuelve alguna vez al mismo punto de origen…un día estamos lo más de bien en la vida, en el amor, en la amistad, etc. Y de pronto las cosas empiezan a cambiar, se va tornando todo de otros colores y nuestra vida entonces no es tan feliz, ni fácil como antes. De pronto empiezan problemas mayores, esos que parece que no podremos arreglar jamás, nos sentimos hundidos y sin nadie al lado…el túnel largo y oscuro nos aparece y nos llama, es el momento peor…y hay que tener calma…(todo pasa)…sin darnos cuenta, al cabo del tiempo empiezan a salir las cosas bien y otras nuevas oportunidades se nos presentan, nacen esperanzas e ilusiones en nuestra vida y un día cualquiera nos olvidamos del Apocalipsis ya vivido…la vida es así…así es la vida…
Ten fe en que las cosas volverán a cambiar para bien, siempre habrá un día mejor, inclusive, en que podamos soñar con los ojos abiertos, en que podamos volver a mirar el brillo de nuestros ojos reflejarse en el espejo y en que unos bellos recuerdos nos hagan reír y llorar a la vez, pero no sentiremos tristeza sino alegría por haber tenido la oportunidad de haber amado, querido o tenido algo o a alguien en algún momento ya pasado.
Tú eres una persona con ganas de vivir, te lo digo como amigo que en poco tiempo te he entendido y comprendido muchas veces, y sabes que me siento muy identificado contigo en muchas cosas y miro las cosas de esa forma alegre como también lo haces tú. Te he mirado a los ojos y he visto en tu mirada últimamente mucho sentimientos reprimidos, sé que salen tus lágrimas muy fácilmente, eso es debido a la tristeza que guardas por dentro, estás muy susceptible y no quiero que te deprimas tanto, aunque se te hayan juntado muchas cosas al mismo tiempo, tienes una vida que debes continuar, está es una experiencia que debes vivir y también saldrás de ella. Debido a la agudeza de tus sentidos, sé que también eres muy fuerte, no te dejes vencer por las adversidades que se te presentan. Tus ojos no quiero verlos con falta de alegría, sé que dentro de ti en algún lugar está guardada esa felicidad y esa mujer que en estos momentos quieren borrar los problemas, no lo lograrán, gana la partida, sé que tu sabes donde está el dilema, afróntalo, si le huyes acabará contigo.
Eres joven aún, por mucho que te empeñes en decir que no lo eres y a la vez muy segura y posees gran altivez, ya quisieran muchas tener siquiera algo de ti, pero sobre todo lo más importante que tienes es tu forma de ser, eso te hace grande y carismática, sácale provecho a tus cualidades y ya me contarás…
Quiero que sepas que a pesar de todos tus problemas y decisiones, yo soy tu amigo y es necesario que superes esta etapa para seguir riéndonos de las cosas lindas que nos ofrece la vida.
Más adelante cuando te acuerdes de todo esto, te reirás y dirás…que tonta he sido, pero eso también hará parte de tu historia…debes vivirla para formarla y contarla…como dice García Márquez, la vida es un cúmulo de situaciones que se deben vivir para poder contarla, quien no vive la vida, no tiene nada que contar…
Cada cosa que nos pasa es para nuestro propio aprendizaje, hay cosas que no entendemos en un momento determinado y con el paso del tiempo nos damos cuenta por qué debía pasarnos eso y no aquello que deseábamos tanto…todo tiene su explicación. Yo tampoco soy nadie para saber cual es…pero si sé, que es así por experiencia propia, sé también que todo esto lo sabes, pero hay veces que necesitamos a alguien que no los recuerde…la vida también me ha recordado cosas que había olvidado y no lo entendí a su tiempo…hoy soy una persona que trato de andar con más cuidado, de no ocasionar daño a nadie, aunque a veces sin querer lo hago…no es fácil esta vida y ser duros no es la mejor solución, lo mejor sería no marcarnos por las cosas que nos pasan ni llenarnos de resentimientos porque las cosas dejan de ser como queremos. Sé que quedarán secuelas dentro de ti, también han quedado dentro de mi muchas marcas que no he podido borrar. Todas las personas dejan huellas y marcas por donde caminan, también llevan las marcas y huellas de sus actos, las mías las llevo en cada paso que doy y a veces me hacen daño.

Porque No Me Dices



Por qué no me dices si el tiempo ha hecho que me olvides o si el silencio ha agotado los restos de amor que te quedaban de mi… yo sin embargo no niego ni afirmo nada, todo es relativo en esta vida…todo tiene un precio y un sabor…
No advertí que la distancia podía acabar aquello que en ti una vez sembré y que las dudas en las ventanas de tu mente hoy me harían daño.
Hoy tampoco encendí una hoguera para buscarte entre la noche, no quiero que nadie me vea, ni que las horas me sientan llorar, no quiero percibir tu perfume en el viento que lastima mi rostro, ni ver tus pisadas en la arena que baña las playas del olvido…sólo deseo sentirte sin verte, recordarte es mejor si te he perdido. Ya no valen historias de otros tiempos en que éramos más humildes cada día, eso pasó…ya se diluyeron mis sueños en las sombras de lo que ayer fue posible, este vacío que siento hoy tiene nombre propio, pero es ya estéril mi pasión si voy sin ti.
Quien mire el desierto de mi corazón, verá el destierro del amor, sabrá que una vez tuve sueños guardados en mí alma por ti y en las estelas de mis propios pasos los perdí. Quien sólo aprendió a decir te quiero por decirlo, también sabrá que nadie ama por amar, siempre busca algo más grande, algo más puro en cada caricia y en cada gesto y cada beso que se da, siempre se busca ese algo que lo transporte a otra dimensión donde lo terrenal y lo efímero sea distinto.
Me adentro en el recuerdo de tus miradas no esquivas y veo una vez más tu gesto de mujer feliz. Es un gesto que no se olvida, pero que tampoco me gusta recordar…y aunque no es lo único que me queda de ti, también sé que ya no será el mismo, que los años habrán marchitado un poco tu piel y los caminos del tiempo irán tejiendo arrugas en donde antes brilló esa juventud de nuestros años.
No sé donde encontrar aquellos restos lejanos de nuestros días, de esos meses en que andaba encaramado a tus amores. No sé quien creyó que seríamos felices para siempre, ni por qué me lo dijeron…no sé que día pensé que la magia de tus miradas sería eterna.
Hoy que soy sólo un recuerdo de tu historia, un amor tal vez ya pasajero…un recuerdo lejano de otro tiempo…te confieso entre mis versos que aún te quiero…

Publicaciones






Publicación En La Revista Catarsis (año 1999)



La Adolescencia




Mientras jugaba como un niño,
descubrí que ya era grande.



La adolescencia la recuerdo como esa etapa en que concibes las cosas sin importarte mucho el futuro, o si lo haces, lo ves sin limites, y ese futuro es algo lejano y casi inexistente que crees jamás llegará, porque piensas que sólo el ahora vale y es consecuente con tu manera de pensar. La espontaneidad de las cosas que haces, van de acuerdo con la velocidad como se te van presentando, es un mar sin limites el que tienes a tu alcance. La adolescencia es ese momento de la vida en que todo el mundo es para ti, nadie vale más que tú y todo lo puedes lograr. El centro del universo gira en torno a tu ego, es más, eres algo así como un ser infalible y si te equivocas es por culpa de los demás, nunca por tus acciones u omisiones. Es la época en que los mayores son tus enemigos y más aquellos, sin son de tu propia familia. Así era yo, como un torbellino de luz que no se podía atrapar, inalcanzable y traslucido, escapándome por cualquier esquina lejos de mis abuelos, evitando así sus regaños y consejos inútiles en esos años. La cara se les quedaba blanca, pues me decían una cosa y yo hacía totalmente la contraria, algo distinto a lo que me aconsejaban.
Recuerdo que cuando íbamos en el autobús público al colegio, formábamos algarabías y recochas con todos mis amigos, las griterías, las risas y los empujones sobraban, eso si era un mundo perfecto, idílico, creo que tenía entre catorce y quince años y las chicas que iban allí nos miraban también picarescamente. Pero allí estaba ella nuevamente, como casi siempre, mi abuela, subiéndose al mismo autobús, como sabiendo que íbamos allí y que realmente estábamos haciendo lo contrario a lo que deberíamos hacer, a lo que ella nos había dicho que no hiciéramos. Entonces decía en voz alta al conductor: señor conductor, esos que ve al fondo son mis nietos, no deje que formen este desorden aquí, yo le autorizo para que los baje si le van formando algarabía en el autobús, ellos están estudiando, y parece que estuvieran vendiendo en el mercado, todo el mundo nos quedaba viendo y en ese entonces nos hacía pasar una vergüenza que generaba en segundos tanta rabia hacía ella, que ahora que lo pienso, me arrepiento de haberla sentido siquiera un instante, a demás, seguía diciendo – refiriéndose a mi hermano – ese que va ahí, no quiere no cortarse el pelo, lo ve, lo tiene tan largo que creo que lo confunden muchas veces con una mujer, no sé nada de esta costumbre ahora de los hombres llevar el pelo más largo que las mujeres.
Así era ella siempre, pero sin embargo a nosotros (mi hermano y yo), no nos importaba demasiado, yo estaba afanándome aprendiendo a bailar música Africana, como para perder el tiempo prestándole atención a todo lo que decía mi abuela y él a demostrar cada día más sus dotes con un balón en los píes. En mi adolescencia disfruté también de mi primera borrachera, si a eso se le llama disfrutar. Primero sentí una gran alegría y como si caminara sobre las nubes, pero poco a poco todo me iba dando vueltas y vueltas…y más vueltas, luego me entraron unas enormes ganas de vomitar, recuerdo que esa fue la única vez que lo hice, jamás he vuelto a vomitar por nada, y fue como si me arrancaran una parte del estomago o el estomago mismo, luego me quedé dormido mientras mi abuela me decía “claro, eso es lo que buscan con el ron, como si tomar fuera muy bueno, tan jóvenes y tomando como grandes, si así empiezan, quien sabe como terminaran…..” y mil cosas que ya con los años han quedado en el olvido.
Las fiestas que hacíamos en casa eran las mejores, todos los veinticuatro de diciembre se llenaba la sala de chicas, que eran las únicas que recibían invitaciones de nosotros, ya que los hombres siempre llegaban sin ser invitados. Nuestras fiestas eran espectaculares, venían las mejores chicas del barrio, mejor dicho, casi todas, y de los barrios de al lado. Pero eso si que era bueno. Cada dos o tres canciones bailando con una pareja distinta hasta conseguir la pareja de la noche, esa con la cual nos daríamos los mejores besos de diciembre. Nos peleábamos a las mejores chicas de la fiesta, hasta que la conseguíamos. Recuerdo a Luís el día que se acercó a sacar a bailar a la chica más impresionante de la noche, la chica le dijo que no, que lo sentía mucho, pero que no podía, y le dio las gracias, él se vino a sentar con una cara de pena, no nos dijo nada, pero nosotros nos comenzamos a burlar. A los pocos minutos la chica se levantó de la silla y se dirigió a la sala, y todos quedamos sorprendidos, pues no lo podíamos creer. La chica tomó una muletas que tenía debajo de la mesa y entonces comenzó a caminar, todos nos miramos con cara de incrédulos, ella nos miró también a nosotros, bajamos las miradas con la vergüenza que da la ignorancia de la juventud y nos dimos cuenta que por ir de enterados por la vida, nos burlábamos de todo lo que caminaba o respiraba en el mundo, sin importarnos nada de los demás, porque con esos años no ves eso, ni mides consecuencias de actos ni palabras. Lo cierto es que se nos caía la cara de vergüenza con aquella chica, pero no podíamos hacer nada para cambiar las cosas, y muy dentro de mi sentí que las cosas no eran iguales para todas las personas y lo que allí en un momento nos causaba risas, a otros podían causarle enorme dolor.
La adolescencia es ese momento en que crees que todos los amores que llegan a tu vida serán eternos, que esos besos jamás se irán, mientras ignoras que son el cumulo de experiencias que necesitas para crecer y que esos amores imposibles son así, imposibles y nada más, tampoco todas te podrán amar, para algunas serás un ave de paso, como lo que fui para muchas y algunas para mi. Mi adolescencia en realidad la descubrí cuando se me había ido, cuando me di cuenta que ya no era adolescente. De eso casi ni te das cuenta, porque andas envuelto en otras cosas distintas y para esa época no lo sabes, no sabes que se va tan de prisa como las horas, o las hermosas corrientes de aire en días calurosos. Una mañana descubrí que ya no era adolescente, lo descubrí sentado en mi cama, pensando como joven, si, como joven, pero no como antes y con un poco de más responsabilidad que en días anteriores. Me vi al espejo y miré que los años corren como ardillas, en esos momentos sientes que es verdad lo que te decían y no creías, que todo pasa sin darte cuenta, ahora lo sé, porque por lo menos me quedaron esos recuerdos de lo que hice, soñé y gocé en aquellos tiempos. Creo que dormido perdí la adolescencia de mi vida, quizás se me fue soñando en ser grande, en ser lo que ahora soy y quisiera evitar, para seguir disfrutando de las tantas cosas que ayer viví y de aquellas con las que me quedé con ganas de poder realizar. Siento que quedaron muchas cosas inconclusas en mi vida en esa adolescencia que se escurre fugazmente, siento que gran parte de ella la sigo viviendo cada día en los sueños que llegan a mi de aquellos años, repleto de amigos y momentos inexplicables porque cada uno los siente a su manera, como ese algo que sigue estando vivo dentro de nosotros, por muy viejo que nos pongamos. La adolescencia en si, es esa parte de ti que jamás muere en realidad, porque pasas toda una vida recordándola...

Un Olor a Perfume

Es imposible olvidar lo que no es recuerdo, sino una eterna realidad...


No sé olvidar una noche de pasión, de ilusiones devoradas por el alba y esos cuerpos atrapados por la irónica demencia del placer.
Ese instante que no llega…otro instante que se pierde, que se va entre la complejidad de un mundo injusto.
Secuencia lógica llevan las horas que son contradictorias con las que guardo de tus recuerdos en mi mente, con las que llevo tan dentro sin tu presencia. Aunque pasan los días, meses y años, me contagio del secreto indómito de tus recuerdos y de tus eternas huellas en mi piel, de aquellas ansias locas de ti, y tus devastadoras manos sobre mi pecho.
Un olor me llega de tan lejos, tu imagen hoy se aferra a mis recuerdos…un silencio se adueña de mi voz, mientras busco en otros besos tu misterio…
Tu fragancia se ha inculcado en esta piel, que es más tuya que la misma que tú tienes…que te busca, necesita y le haces falta…que no olvida y hasta anhela en todas partes.
Aquel perfume de lujuria me enloquece y el desdén de esa canción me habla de entonces, de esa noche en Cartagena y tu romance…de esa ardiente y loca historia entre los dos.

Escritos Publicados En La Revista Catarsis (Año 1998)

A veces creemos que las cosas deben cambiar sólo con pensar que deben hacerlo, pero no hacemos nada porque cambien.

sábado, 7 de junio de 2008

Los Malos...Inocentes y Los Buenos Tiempos...


En el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad.


Graham Greene.



He salido a divisar las cosas de la calle y percibo en el ambiente algo tenso, que se refleja en la cara de muchas personas que por mi lado pasan. No es que sean autómatas, aunque así lo parezcan, lo que sucede, creo yo, es que cargan en su mente más cosas de las que pueden como yo llevar consigo y el tiempo entonces se hace siempre enemigo a largo plazo.
Veo la angustia en el rostro pasajero de un señor que me mira sin mirarme, lo defino y sé que al poco tiempo su cara se me olvidará como otras tantas que ya han pasado por mi frente. Es alto, moreno y de cabello gris, gafas oscuras y muchas arrugas carga en su rostro, es por el paso más que de los años, de los golpes que la vida le ha incrustado, lo veo en su semblante, en su expresión, en su caminar pasivo, casi sin fuerza y arrastrando el peso de su vida en ese cuerpo.
A lo lejos está una señora con un niño en brazos, la miro feliz, ríe como nadie y la criatura sonríe con esa espontaneidad que da la inocencia y se pierde con los años…se pone de pie y corre como loco, se cae y vuelve a pararse, su madre digo yo por imaginarlo así, lo consiente y le tararea una canción que al acercarme me recuerda a mis años de infancia…mi lejana y ya pasada inocencia…
En una banca del parque que encuentro a mi paso mientras camino, miro a una pareja en los brazos de cupido, entre dieciocho y veinte años diría yo. Se miran fijamente a los ojos y se expresan amor incondicional que pensarán será para toda la vida…ese que pensé y soñé también tantas veces y que perdí durmiendo en mis tristes mañanas, opacas tardes o noches cansadas. Al verlos miro esa fugaz gacela del amor que reconozco…se besan y tiritan sus ojos sin saber que les espera, no piensan en lo efímero que puede ser todo, desconocen que los sueños se pierden como los años e ilusiones, que los besos que no se dan, ya no se darán jamás…porque serán otros los que se den…que un sueño muy rara vez se sueña dos veces, que todo pasa por nuestras vidas si es que pasa y no vuelve igual si es que vuelve…que cuando nos damos cuenta de la mayoría de las cosas que queremos, ya se han ido de nuestro lado, que el momento idóneo es sólo este…no hay otro y si viene bienvenido sea, pero es mejor no esperarlo, porque algunos nos cansamos de esperarlo siempre…
Sigo mi recorrido y encuentro una revista en el suelo que es arrastrada por el viento, la recojo y al leerla me encuentro con un titulo que dice…los malos…inocentes y los buenos tiempos…

Quien...

A mis 28 años.

Quien no ha sentido la extraña sensación de querer estar en un momento apartado de todos, abandonado a la nada y para nada…quien no ha sentido esa sensación de no valer en el tiempo, de sentir el leve murmullo que nos acompaña en la frialdad de la noche, cuando se doblegan los astros cansados por el día y las estrellas arropadas por la noche…
Quien no ha sentido que debe desempolvar los recuerdos guardados inútilmente, esos que sólo sirven para rememorar hermosos tiempos ya pasados, pero también esos en que nuestros ojos lloraron por aquel amor que era del alma…
Quien no ha querido alguna vez tener otros ojos para seguir llorando…quien no ha querido sentirse verdaderamente libre en ese vuelo de gaviota inalcanzable para jamás regresar…quien no ha querido despertar cuando ya todo haya pasado y cuando la nostalgia no nos rodee entre sus brazos…
Yo, yo lo he sentido, yo he sentido todo eso más de mil veces y es cuando más pienso en ti…es cuando lo hago con más intensidad…pero cuando despierte de esto, sabré a duras penas que sólo ha sido un sueño…

Aquella Noche En Que Fue Mía...


Todos perdemos a alguien alguna vez.



Como una sombra lleguó esa noche a mi frente. Me miró, era un ángel intocable, Sin embargo apenas escuché su voz, supe que algo entre nosotros pasaría…Noche oscura y silenciosa, alumbrada por estrellas milenarias y alegrada por la catedral de antaño, la que misteriosa e impávidamente nos miró y guardó nuestro secreto entre sus años, en sus ventanas y rincones tenebrosos, mientras su imagen nos quemaba a fuego lento y con la fuerza con que hoy nos castiga el tiempo.
Nos deshicimos de lo que no era nuestro y mandamos a pasear nuestro dolor, puso la pasión calor en nuestros cuerpos y mi mundo fue su mundo entre su amor, sus besos mis besos y mis sueños sus sueños. No hubo más misterio entre nosotros que sus ojos mirando mis ojos, que sus labios rastreando mi cuerpo, apagando y encendiendo aquella llama que nos quemaba lentamente.
Cándida y sensual como las brisas, penetró en mi pecho hasta saciarme, Nunca supe porqué llegó a mi vida sin preaviso, sin darme un compás de espera aquella noche. Tampoco supe como acabaría el secreto que transformaba por completo nuestras vidas y ponía nuestros pasos en aprietos…
Las horas hoy prolongan sus recuerdos y ese tiempo me arrastró sin darme cuenta y me pregunto en cada instante ¿que ha pasado? ¿Qué hay de aquella que decía que me quería?
Fue sinónimo de amor o un espejismo…fue un romance que adoré mientras duró, un diluvio de tormentos que atormentan, fue la musa que yo amé mientras me amó…No cuestionaré el final de sus miradas, ni las veces en que ella me hizo infeliz…no hay amores que no carguen sufrimientos…ni recuerdos que la traigan hoy a mi…

Aferrado A Mi Inocencia...


Ese niño que regresa una y otra vez se parece a mi,
pero hay algo que él busca en mis ojos y ya no encuentra...


Ahora que lo pienso bien, en esos tiempos yo no entendía nada de nada. Me refiero a la complejidad de la vida. Este recuerdo para ser preciso, me llega hoy muy lejano y nublado, tal vez por los años que tiene, pues para esa época yo tenía seis o siete años, no más, imagínense que jugaba con muñequitos de Batman y Robin, ya saben, super héroes de cómic. Tenía un batimóvil (el coche de Batman) que no sé en que momento se me perdió en la piscina. Bueno, yo vivía con mi mamá en una casa muy bonita, de dos plantas. Allí tenían dos o tres coches y cuanto lujo se les antojara. Mi mamá trabajaba para una señora que tenía dos hijos adolescentes y uno casi de mi edad, jugábamos mucho. Lo que si es cierto, es que ahora que lo pienso, no recuerdo haber visto nunca al marido de ella. Sus hijos adolescentes tenían también motos. No preciso bien cuanto tiempo viví en aquella lujosa casa, creo que a esos años, esos datos no se memorizan tan facilmente. Mi mamá trabajaba allí como asistenta de hogar, para mi en esos tiempos con el poco conocimiento que yo tenía, ese era un trabajo de muy alta reputación, y jamás la sentí quejarse de el.
Los sábados salía con mi madre en las tardes. Íbamos a pasear al Parque del Este en Caracas. Era un parque hermoso, el único que conocieron mis ojos en la niñez, y el más lindo que haya visto jamás. Para mi no habrá otro igual. Mi madre y yo nos sentábamos en el suelo, en las gradas o el césped que era muy verde, comíamos helados, algodones de azúcar, perros calientes, jugos de naranja. Yo era feliz en ese tiempo, me gustaba mucho que llegaran los sábados, pues luego salíamos a caminar, y paseando por las calles y almacenes, ella terminaba comprándome lo que yo quería, y sino me lo daba a las buenas, comenzaba con mi berrinche callejero que me daba los mejores resultados en aquellos días. (Supongo que es algo que pagaré con mis hijos)
Los domingos asistíamos a la iglesia, allí si que lo pasábamos bien, yo adoraba la Escuela Dominical, las historias de Jonás, Moisés, José y otros a los que yo veía como Héroes de mis aventuras imaginarias. Ya en la tarde regresábamos al trabajo de mi madre y nos metíamos en la habitación pequeña donde veíamos televisión hasta dormirnos.
En esa habitación pasé la varicela, lleno de granitos dolorosos. Creo que me repitió como veinte veces, porque sentí que era eterna, no se me iba y cada día me dolía más. Me metían en una porcelana (Bañera de aluminio para lavar) llena de agua con medicamentos y me bañaban hasta que se me fue quitando. Me dejó sus señales, una que tengo en la sien, otra por la frente, pero en realidad al pensarlo bien, hay quienes después de pasarla, quedan marcados para toda la vida llenos de huequitos en el rostro, que es donde más se ensañan.
Si bien recuerdo, había algo que no me dejaba ser del todo feliz en esos días, era el recuerdo constante de mi hermano. Marlon se había quedado en Cartagena De Indias. En plena niñez los sentimientos de hermandad se me hacían grandes y su carita de niño bueno me llamaba constantemente en la distancia. La verdad es que hoy aún siendo adultos, nos hemos mantenido siempre unidos y con esa complicidad que pocos tienen, siendo leales a nuestros secretos y peripecias de la cual no me arrepentiré jamás.
Mi abuela y mi madre me matricularon en un colegio muy bonito, tenía toboganes, casitas de colores, sube y baja, pelotas, muñequitos de lego y muchas otras cosas que me volvían loco de emoción. La comida que me daban me gustaba mucho, sobre todo la lenteja y el jugo de sandía. Pero a la semana de entrar en el, les dijeron a ellas que allí no podían seguir conmigo, sostenían que me sabía de antemano todo el programa a seguir, por lo tanto me encontraba a nivel académico más adelantado que los demás niños e interfería en el ritmo de aprendizaje de ellos. Ese fue un golpe muy duro para mis aspiraciones de armar los mejores castillos de la historia con fichitas de lego y dibujar los más lindos superhéroes con los miles de colores que había allí. Les quise decir que me quedaría callado para siempre, que no respondería quien descubrió América, ni en que barcos venían los conquistadores, que me guardaría esos detalles para mi, pero no me dejaron hablar, ya lo tenían decidido, no era una propuesta, sino una decisión muy drástica para un niño de tan pocos años. Me quedé con las ganas de jugar como yo quería, sólo saboree esos deliciosos momentos una semana. Al alejarme giraba la mirada atrás y con lágrimas en los ojos todos los colorines de la que ya era mi antigua escuela se me fueron quedando en el recuerdo.
Me regresaron a Colombia de la misma forma en que me llevaron a Venezuela. En un autobús. Pasamos la frontera y los policías ni se dieron cuenta. Al ir a Caracas me senté en las escalerillas de la salida trasera del autobús, y al regreso bajé a orinar y subí como si nada hubiera pasado mientras los policías de aduana pedían los pasaportes a todos, menos a mi, ni a quien respondía por mi presencia (mi abuela). Fue como si yo no existiera.


En esos tiempos no sentí nada de nostalgia al dejar aquellas tierras. A veces recuerdo su clima, el mejor que he sentido mientras paseaba por sus lindos parques de diversiones y calles hermosas. Ni siquiera me importó, ni recordé más el metro que se construía en la ciudad, ni los huecos tan grandes en medio de sus calles por las obras. Mi mamá se quedó trabajando en Caracas y mi abuela me retornaba a mi hermosa y bella Cartagena de Indias. Atrás dejé los sábados del Parque del Este, los caballitos y los indios en miniatura que coleccionaba, los cochecitos militares y sus ametralladoras en la parte trasera, pero lo más lindo de todo es que volví a ver a mi hermano Marlon, y a Eduardo, el hermano de mi abuela que siempre fue más que mi abuelo.
Algunas veces recuerdo a esa ciudad llena de puentes bien construidos, largos y entrecruzados como laberintos con sus grandes farolas que se perdían en la distancia. Sus magnitudes quedaron grabadas en mi memoria, y aún aquí en España, muchas veces he buscado sus calles centrales y perfectas sin distinguirlas, pero los tiempos siguen corriendo y van más de prisa que mis recuerdos, y hoy, dicen que Caracas ya no es la misma, que no es lo que era, pero no me importa, a esa ciudad prefiero recordarla como era entonces, y verme cruzando uno a uno esos puentes, hasta volver a lo más remoto de aquella infancia y caminar una vez más sus parques aferrado a mi inocencia y a las manos tiernas y cálidas de mi mamá…

Como Aquella Vez...

Después de amar tantas veces, descubrí que sólo la primera vez se ama más, aunque las siguientes se ame mejor.

Amar se aprende amando y no viendo. Sólo así se aprende a amar. Para hacerlo hay que entregarse totalmente, no es posible que se ame sin respeto, sin deseo, ni admiración. Amar es lo mejor que le puede pasar a alguien, es sentirse deseado y único en el universo. En esos momentos crees que eso sólo te está pasando a ti y te sientes dichoso, ya no vale nada ante lo que vives y sientes, el mundo es entonces perfecto y lo entiendes todo, pero observas cosas que sólo tu puedes ver en esa persona y los demás ven otras que tu no logras mirar. Su aroma es tuyo y sus besos tu vida, sus brazos tus sueños, sus gestos tu todo…todo es hermoso y lo vives a plenitud y los minutos llegan a tu vida a gran ritmo, con más ganas, no te cansas y las energías del amor te recuperan. Yo he sido así una y tantas veces y no me cansaré de amar al amor. Pensé que siempre estaría con esa persona que en su momento deseaba tanto y me llenaba en todo mi ser, creí que había encontrado a quien deseaba muchas veces, me entregué sin condiciones, ni restricciones, el tiempo era mi enemigo, no mi aliado, se me pasaba la vida volando y tenía que esperar otra vez un nuevo día para empezar de nuevo o continuar donde había quedado antes. Vivir sin límite era mi consigna, mi meta, y mi objetivo estaba más allá de lo que podían ver mis ojos en el firmamento.
Muchas veces acabé relaciones no por quererlo así, sino porque no había más amor, o el aburrimiento, el tedio y la incompatibilidad habían llegado a mi vida y unas veces el orgullo fue el culpable, en otras ocasiones me dejaron de amar sin más motivos, ¡Así de fácil!, pero el amor siempre ha estado en mi vida con sus diversas formas y facetas. Cuando en ocasiones quedé dolido, juré no volver a querer a nadie, pero siempre terminé rompiendo esa promesa, no se puede prometer eso, no está en uno amar o dejar de hacerlo, cuando menos piensas llega a ti esa otra persona que no pensaste y te vuelves a ilusionar. No tienes fuerzas para continuar con aquella promesa, no sé si es que el corazón es tan débil o el amor tan fuerte que puede más…pensé muchas veces olvidar y jamás pude hacerlo, he amado sólo a algunas mujeres que han pasado por mi vida y de este presente no hablo, porque esta sucediendo aún…No me arrepiento de querer a quienes quise, tampoco me alegro por haberlas perdido entonces, pero viví a plenitud todos esos instantes a su lado, y aunque ellas jamás lo sepan, nunca he sabido, ni podido olvidarlas… sin embargo dejo claro que recordar para mi, ya no es amar…
El amor es puro, eso dicen; el amor es bueno, también lo sé, entonces no cabe en mi, si es eso cierto, por qué algo tan noble tiene que acabar algún día.
Quise muchas veces, amé otras y adoré pocas, pero en mi van aún esas imágenes clavadas como dagas en mi pecho. A veces regresan con los sentimientos de entonces y las siento y miro igual, disfrazadas con sus trajes de confusiones…y no sé por qué, otras veces ya no siento nada…pero están allí, como sombras…lo sé…van caminando a mi lado, unos días delante y otros días atrás, como esperando el momento para de nuevo irrumpir en mi mundo como aquella vez que poco a poco me fueron robando la sobriedad…
He querido vivir más cosas, más momentos, no sueños sin detalles, pero algo hay en mi que me detiene, que se aferra a mi pecho y no me deja en paz conmigo mismo, me aguanta y me cohibe, y es entonces cuando me pregunto si alguna vez podré amar de nuevo como lo hice aquella vez…

Entre Las Sombras De Aquella Noche...




Quizás debí quererte fugazmente para ser eterno en tu memoria.



Se alejó sin mirar atrás, lo sé, no tuve que observarla para percibirlo. Las horas estaban contadas y el reloj no falló. Caminé un poco en busca de un taxi y así acabó esa noche y también aquella historia entre nosotros que quizás había terminado después del tiempo en que debía hacerlo, porque nosotros en realidad no lo queríamos ver.
Jugar a ganar a veces no da resultado, cuando de sobras sabes que has perdido, que ambos lo intentamos, olvidando que ninguno podría hacerlo. En este caso los dos perdimos, quedando con las ganas de amarnos más de la cuenta, habíamos pasado el limite de aquello y ahora aquello nos lo cobraba. A ciencia cierta lo suponía, lo imaginaba, pero quería gozar una vez más de aquellos labios y suaves besos, de aquellos pechos ardientes, de la ternura que ya hacía tiempo se encontraba lejos de nuestros cuerpos. Era como querer ser de nuevo joven en plena madurez, luchar contra la corriente que en años anteriores nos había sumergido en su interior sin darnos la más leve esperanza de sobrevivir, sin darnos tregua para volver a amarnos...
Allí estaba ella. Hola – como estás – me dijo – no tan bien como tu – le respondí – bueno, que hacemos, le dije mientras la miraba vorazmente, ella lo advirtió y sonrió con toque sensual – me respondió, donde tu quieras, es tu noche. En realidad era así, era la despedida que ella me iba a brindar, ya que al otro día me alejaría de sus brazos y sus sueños y quien sabe cuando volveríamos a vernos nuevamente.
Nos pusimos de acuerdo y fuimos a un lugar muy original, con música suave para poder conversar de tantas cosas que ambos habíamos dejado a la espera para esa última noche. Pedimos las bebidas, mientras corrían las horas rápidamente, nos reímos y besamos tratando de encontrar los besos de antaño, tratando de revivir los sueños de aquel ayer, los que hicieron que nuestra historia fuera mágica y perdurara en el tiempo...y en nuestras memorias y en todos aquellos que nos conocieron esos años, y que desearon muchas veces estar en nuestros cuerpos, para amarse como nos vieron amarnos.
No sé en que momento fue cambiando conmigo aquella noche, no me di cuenta, pero se transformó con el correr de las horas. Su actitud fue distinta poco a poco, mientras me hablaba reclamándome comportamientos pasados, actuaciones ya idas, y su semblante se tornó distinto al que había estado acostumbrado a ver, su voz airosa me dijo cosas que jamás pensé escuchar...pero no fue tanto lo que me dijo lo que me hirió la vida, sino lo que calló, lo que guardó en sus adentros y se quedó con ella. Algunas cosas que pronunció, tampoco logro olvidarlas; me dijo que ya no volvería a utilizarla como siempre lo había hecho, que me había acostumbrado a manipularla, que no iría conmigo a ningún lugar, que la llevara a casa. No le importó nada de lo que dije, es más, no me escuchó, lo sé, quedó como ciega. Ese día ella no fue ella, fue otra que se metió dentro para que de una vez por todas se acabara todo, para que por fin nos dijéramos adiós, pero ya no había tiempo para adióses, ni para nada entre ella y yo, y el tiempo entre nosotros había caducado. Le dije al taxista entonces, que la llevara a casa, él nos miraba de una forma atónita, supongo que muy dentro de él, se sentía hasta incomodo por lo que escuchaba, tratando de entender o quizás no lo que pasaba a sus espaldas. Él era joven, tal vez podría tener la misma edad que yo tenía cuando la conquisté, pero era algo que jamás podría saber. Tomé la matricula...no nos despedimos, sé que no me miró, tampoco la miré, esa noche ambos sabíamos que era el fin de algo que nunca debió empezar...que toda nuestra historia se estaba acabando a paso lento, porque los dos habíamos decidido seguir y prolongar más de la cuenta esa agonía llamada fin...ese fin que jamás hubiésemos deseado para los dos, pero que estaba allí, no había llegado, porque estaba esperándonos desde hacía mucho tiempo y ese día en realidad tal vez sin pensarlo lo vimos, pero muy tarde nos dimos cuenta que estábamos muriendo lentamente entre las sombras de aquella noche.

Los Días De Ayer...


Sólo basta con mirarnos a los ojos
para comprobar que ya no somos los mismos.


Los días de ayer me traen recuerdos, sueños y nostalgia…y vienen a mi lado una vez más, tus grandes y preciosos ojos tristes…castigados por el sol de adolescencia y el cansancio de nuestros amores y de tantas cosas nuestras…
Tus miradas me hacen compañía otra vez y diviso tu ir y venir en mis memoria, devuélveme los sueños que perdí contigo y te devolveré el beso de nuestras vidas…ese que perdimos ayer…ese que se fugó con nuestra juventud en otras calles distintas a las que hoy caminamos y con otras ilusiones…en otros tiempos ya pasados y dejados sin querer atrás por la cobardía de esos años y aquel miedo a reproches que jamás quise escuchar y que aún escondo entre mi triste silencio.

Aún Puedo...


Aún puedo reencontrarte en mis recuerdos y engañarte diciendo que te olvidé, que las fotos que he guardado de esos años no las tengo… y que tus cartas las quemé…
Que el silencio de tu ausencia no hace daño, que no anhelo reencontrarte ahora en mi ser, que tu fuiste un pasado sin herida…y mi vida es mejor sin tu querer…
Que no trato de escuchar viejas canciones que me hablen de lo que sentí por ti, que hay octubres que no recuerdo tu nombre y que tu nombre lo oculté detrás de mi…
Que los años ya no aumentan mis dolores…que este mundo es más bonito sino estás, que tus besos no los busco en mis mañanas y mis ganas de amarte murieron ya…

Mi Abuela...

Como quisiera verte de nuevo en aquellas lugares
y saborear contigo aquellos momentos.


Hace veintitrés años de eso, pero aún me parece que fuera hoy. Me veo delgado con los zapatos blancos y polvorientos cargando una bolsa repleta de ropa vieja, si, ropa usada en perfecto estado que nos regalaban los vecinos de los Calamares, de ese barrio que no logro olvidar por más que cambien las cosas.
Mi Abuela iba siempre delante de mi, para ese tiempo, creo que ella rondaba lo sesenta y cinco años, pero llevaba la fortaleza de un búfalo dentro, era la guerrera del camino, una verdadera mujer de temple, valiente en todos los aspectos de la vida, meticulosa, y sufridora perpetua por cosas que de este mundo no me explico y que aún después de todo no logro comprender. La veo caminando rápidamente y obligándome a apresurar el paso. El sol en lo más alto del cenit nos derretía las entrañas en esas lomas que sólo unos cuantos osados como nosotros decidíamos andar. Yo arrastraba los píes, tenía sed y fatiga, estaba como si hubiese jugado varios partidos de fútbol sin descansar, y ella allí como un robot, fuerte y sin ganas de doblar las piernas para sentarnos en ninguna parte, pues no había siquiera a menos de no se cuanto un lugar donde refugiarnos de la inclemencia del calor que nos estaba abrumando y derritiendo el cuerpo. A lo lejos divisé una casa, al acercarnos pudimos ver que era con techo de paja y paredes de barro y unas varas dentro que las reforzaban. Había niños jugando y corriendo dentro de ella, los vimos a través del portal que se encontraba abierto y mi abuela les grito. – hola, podemos pasar – los niños llamaron al parecer a unas personas mayores que parecían sus padres, -si, adelante, por favor, siéntense- nos dijeron. Nos ofrecieron agua, me tomé como diez vasos, la casa estaba muy fresca, ya que tenía el suelo de arena y lo sentí como recién mojado, quizás lo hacían para así refrescar el ambiente. –Que les trae por aquí- nos preguntaron, y mi abuela les mostró los maravillosos pantalones, camisas, blusas, y otras cosas que llevábamos para vender o cambiar, lo importante decía mi abuela era no irnos con las manos vacías de los lugares, pues el comerciante siempre tiene que negociar y eso era lo que ella era, una verdadera negociante. Recuerdo que al irnos de varios lugares me iba más cargado de lo que llegaba, dejaba por ejemplo, dos pantalones y una camisa y de cambio nos entregaban un bulto (costal) de plátano, yuca o gallinas, patos, pavos, huevos, u otras cosas y además de eso, le pagaban con dinero, si, como lo oyen, le daban algo de dinero a cambio. No sé como lo hacía pero los hipnotizaba y siempre salía ganando. Muchas veces dejábamos los bultos para recogerlos a la vuelta, cuando nos marcháramos al otro día y pasará el autobús del pueblo para subirlos en el.
Esa vez estábamos en un pueblo que se llamaba algarrobo, y poco a poco se fue oscureciendo muy temprano el cielo, hasta el punto en que eran las cinco de la tarde y casi no veíamos nada. Subimos a una casa que estaba en una colina y allí nos dieron refugio. Como mi abuela, según ella, era familiar de todas las personas del mundo, resultó que allí también tenía una sobrina de la cual yo jamás había oído hablar, y de la cual después de ese día tampoco volví a saber nada. Nos compraron cosas, y en verdad no sé como las vieron porque, estaba tan oscuro que ni con las cinco lámparas de gas que tenían al frente de nosotros se podían mirar bien. Se median blusas, suéteres. Compraban champú, crema, pinta uñas, ganchos, si, todo eso vendíamos nosotros, éramos una miscelánea ambulante. Bueno, en fin. Esa tarde cenamos plátano cocido con queso y tomamos café, a las 7 de la noche aproximadamente nos acostamos, no sin antes escuchar que a unos forasteros en horas de la mañana, les habían salido las caras y las tinas cerca de la poza, no entendí bien eso de las caras y las tinas, y pregunté. – me dijeron que era la sensación que se tiene de que alguien los está viendo, sin ellos poder ver donde se encuentran los que supuesta mente los miran, y las tinas era el sonido producido por alguien que estaba achicando una tina durante muchas horas incansablemente- Seguí sin entender nada. Me fui a dormir a una hamaca que estaba colgada en el salón de la casa. A mis píes se encontraba la puerta, era un portal de madera recubierto con laminas de aluminio y de cierre tenía un listón también de madera que cruzaba la puerta de lado a lado horizontalmente y se metía en dos anillas de alambre en los bordes del marco para ajustar bien.
Aún no sé a que hora me dieron ganas de ir a orinar, y como no había bañó dentro de la casa, ya supondrán ustedes donde tuve que ir. Así fue, tuve que salir de la casa con un frío que me entumecía como a una momia, me tiritaban los dientes y la mandíbula ya la tenía contraída y engarrotada. Caminé y pasé de largo por la cocina que estaba afuera y las estrellas alumbraban un poco la oscuridad de aquel patio. Me acerqué a unas plantas y empecé a orinar, que sensación de alivio sentí, y de pronto, percibí que alguien me miraba insistentemente detrás de unas plantas que se encontraban detrás de mi, miré rápido y no vi a nadie, sentí que se cambio de lugar, ahora estaba más a la izquierda, sentía sus ojos mirándome, la sensación era cada vez peor, sé que estaba allí, pero no lograba verlo, me asusté tanto que salí corriendo hacia dentro, cerré rápido y me acosté, no pude dormir más, lo más extraño de todo fue que como a los 15 minutos comenzaron a sacar o echar agua de una tina grande que se encontraba en la cocina, no se cansaban de hacerlo, pues duraron en ese son como 3 o cuatro horas y sólo se retiraron antes del amanecer a eso de las 4 o 5 de la madrugada, que era la hora idónea en que se despierta la gente del campo. Me levanté entonces y me preguntaron, -que tal has dormido- les respondí que bien- que les iba yo a decir, si supieran lo que me pasó, me dirían tal vez que lo había inventado por lo que estuvieron contando el día anterior. Otra cosa rara que me ocurrió y aún no me explico es que no sé en que momento me picaron los mosquitos esa noche, no los sentí, pero parecía que me hubiera dado varicela, no había un lugar en mi cuerpo donde no tuviera una picadura, hasta en los párpado tenía y lo peor de todo es que estábamos a 24 de diciembre y yo lleno de granos como una mazorca.
Mi Abuela recogió las cosas que no habíamos vendido y nos habían quedado y los otros bultos que teníamos que llevarnos de la casa de su sobrina los bajamos a la orilla de la carretera y los ayudantes del autobús del pueblo los subieron, nos despedimos y así hicimos con los otros bultos de plátano, yuca y demás cosas que nos esperaban en el camino, lo mismo hicimos con las gallinas y el pavo que cambiamos por unas cremas de concha de nácar para las manchas de la cara. Los huevos los llevábamos nosotros para que no se rompieran. Algunas cosas de las que vendíamos nos desaparecieron en cada casa donde fuimos, pero ya eso era costumbre, cuando se median las cosas siempre se escondían otras y ya no las devolvían, pero mi abuela siempre me dijo que esa era el regalo que ellos se deberían quedar por tratarnos tan bien, así siempre nos esperarían alegres sin saber jamás que nosotros lo sabíamos. Mi Abuela me decía, -no te preocupes, todos hemos ganado- y era verdad, nada haríamos nosotros con volver con esa ropa usada a la ciudad y ellos en realidad si que la necesitaban, estaba en perfecto estado, sólo que ya a sus dueños no les gustaba. Nosotros nos regresábamos con dinero a casa y mucho alimento, el cual ella repartía entre sus vecinos. A Mi Abuela la recuerdo aún como aquella vez, de espalda y llena de vida; con su traje marrón de siempre y siguiendo sin tambalear muy sonriente el camino duro, áspero y sin sentido que la vida le dio.

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